[Análisis]Narita Boy. Salvando el Reino Digital en PC

La década de los 80 es, probablemente, la que mayor influencia ha tenido posteriormente en campos como el cine, la música y, por supuesto, los videojuegos. Los sonidos electrónicos, el auge de la tecnología digital y una ciencia ficción cada vez menos increíble dejaron una década muy prolífica en lo cultural. Narita Boy, como han hecho muchos otros títulos, trata de trasladarnos de nuevo a aquella época de una manera que encantará a los que vivieron la década de Naranjito.

Jugando a salvar el mundo de un videojuego

La narrativa de Narita Boy es uno de los apartados que, creemos, más opiniones discordantes va a provocar. A algunos les parecerá que está colocada como una simple excusa para avanzar y mostrarnos a los diferentes enemigos, mientras que si le prestamos la atención oportuna nos cuenta una historia muy cercana y trabajada que puede ser el impulso final para mantenernos enganchados al juego un rato más.

A grandes rasgos, nuestra tarea es la de ser el elegido en un mundo virtual que se ve amenazado por Him, algo así como una serie de código corrupto que busca acabar con el Reino Digital. Para poder tener éxito los sabios del Reino Digital nos dan la Tecnoespada. El éxito de nuestra misión pasa por vencer a Him y restablecer la memoria del creador, es en esta segunda parte donde la narrativa se torna más seria e interesante.

Durante los primeros compases de Narita Boy nada tiene sentido. Ni los recuerdos del Creador que recuperamos ni los objetivos que se nos plantean. Todo es demasiado inconexo, pero será con el paso del tiempo y del juego cuando todo vaya cobrando sentido a la vez que se difuminan las fronteras entre lo real y lo digital.

Mientras que, a nosotros, nos ha parecido que la narración es lo que empuja al jugador a avanzar en este juego, el diseño de los niveles y de los objetivos es en la mayoría de las ocasiones demasiado lineal y repetitivo. Avanza, enfréntate a enemigos, consigue una llave y abre una puerta. Esto mismo en bucle durante unas cuantas horas aderezado con algunos de estos interesantes recuerdos.

Acabando con la corrupción digital a espadazos

Si bien es cierto que el progreso del juego nos da una de cal y una de arena a cada rato que pasamos con el mando, hay que reconocer que la experiencia con el combate de Narita Boy es mayormente positiva. Inicialmente la Tecnoespada solo nos permitirá golpear a los enemigos como una espada normal. Con el paso de los niveles iremos aprendiendo nuevas técnicas que nos permitirán atacar a distancia, curarnos e incluso atravesar a los enemigos para atacarles por la espalda. Todas estas posibilidades unidas a un buen elenco de enemigos, cada uno con sus fortalezas y debilidades hacen que el juego sea entretenido sin convertirse en un desafío imposible.

A estos combates les pone la puntilla una serie de jefes bien pensados que nos hacen explotar todo lo que hemos aprendido avanzando por las zonas de plataformas si queremos acabar con ellos. Para terminar con este apartado, se agradece una curva de dificultad muy bien ajustada que nos exige mejorar a un ritmo constante sin grandes picos de complicación.

Ver, oír y casi oler los 80

Todo lo que hemos hablado hasta ahora de Narita Boy son cosas que podemos encontrar en otros muchos juegos. El trabajo de Studio Koba tiene sus aciertos y sus errores en lo narrativo y en lo jugable. No son pocos los títulos que aprovechan el aspecto de los videojuegos de hace ya 40 años, ni aquellos que esconden múltiples referencias a la década de los 80. Pero lo de Narita Boy va un paso más allá, han conseguido una fusión de música, pixel art borroso y ambientación digital que logra darle al juego una esencia propia que no es muy habitual.

Narita Boy se ve como un juego de los 80, suena como un juego de los 80 y se juega como un título de los 80. Seguramente si coges un mando y juegas a Narita Boy habiendo nacido más allá del año 2000 solo verás un metroidvania sólido, pero las sensaciones que sentirás si recuerdas los salones recreativos y los inicios de la música con sintetizadores serán muy diferentes.

Conclusiones de Narita Boy

Es relativamente complicado mantenerse dentro de Narita Boy hasta que pasamos de las primeras 3 o 4 horas de juego. A partir de ese momento todo se hace más accesible y comienza a cobrar sentido su narrativa. A pesar de esto el juego de Studio Koba nos deja un control efectivo, unos enemigos variados y una historia que puede marcar la diferencia.

Sin ninguna duda, el aspecto diferenciado del juego es su apartado técnico donde el equipo tenía muy claro lo que quería transmitir y lo ha logrado de manera exitosa. Esto es lo que hace que Narita Boy de un paso más y se postule como uno de los lanzamientos más llamativos de esta primera mitad de un atípico 2021.

Nota: 8.5

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