Artículo de opinión: ¿Nueva generación o nuevo timo?

Desde que la nueva generación llegó el año pasado a nuestros televisores, no hemos dejado de preguntarnos si realmente hemos visto ese gran salgo generacional que tanto ansiábamos. El ciclo ofrecido por PS3 y Xbox 360 ha comprendido un periodo de tiempo inusualmente largo, con casi 8 años de diferencia entre la anterior versión y la nueva. Uno esperaba ver algo increíble, especialmente cuando veíamos cómo el lanzamiento de Xbox 360 superaba con creces todo lo que habíamos visto en un monitor hasta la fecha, con la salida después de PS3 que le daba a todo una vuelta de tuerca más, e incluso con Wii, que aunque no aportaba gráficos impresionantes lo cierto es que el Wii Remote revolucionó la jugabilidad hasta tal punto que después Sony y Microsoft quisieron apuntarse al carro con Move y Kinect.

Nintendo dio el pistoletazo de salida con una Wii U que no ha acabado de convencer a nadie, ni al público ni a desarrolladores, aunque poco a poco va mostrando cada vez más de qué es capaz. Sin embargo puede que no sea suficiente más que nada porque estamos en una época en que los gráficos son parte fundamental de un videojuego y no se puede vivir siempre en exclusiva de la jugabilidad, o eso dicen los estadistas. A esta máquina le siguió PS4 y Xbox One, quienes a base de actualizaciones, pruebas realizadas con títulos y algún que otro cambio de política de última hora, han conseguido poner sus consolas en las listas de lo más vendido. ¿Pero para qué?

Llevamos dos años ya con un E3 que, lejos de lo visto años atrás, han dejado con mal sabor de boca a muchos de los que esperábamos ilusionados novedades realmente palpables en unas máquinas que, al menos de momento, están bastante lejos de lo esperado. Personalmente todavía no he visto nada de lo que se ha denominado la nueva generación y que ha entrado en una guerra absurda por ver quién llega primero a los 1080p y 60FPS, derivando después en otra más absurda para ver quién tiene más juegos con estas características aunque eso sí, suficiente para que a muchos de nosotros se nos quede este cara.

La potencia gráfica y la conectividad entre comunidades parece que es a lo que se ha reducido la aspiración del jugador medio, que busca y ansía ver gráficos que le dejen boquiabierto, convirtiéndose en algo básico. La industria de los videojuegos ha seguido los pasos del cine, donde las grandes superproducciones con efectos especiales «acojonantes» han conseguido ser quienes dirijan el cotarro, diciéndonos qué nos gusta y cuáles son los cánones que debemos buscar en un juego.

No me cabe la menor duda de que en mayor o menor medida, la prensa especializada ha influido también mucho en este aspecto, creando auténticos monstruos de consumidores ávidos de juegos que no bajen del 7 porque el resto no merecen la pena y dejando de lado pequeñas joyas que han pasado con más pena que gloria por las estanterías de las tiendas. Esta época en la que las compañías comienzan a explotar los efectos Early Access, quienes han descubierto que la gente no solo hará el papel de betatester gratis, un puesto que todo estudio de desarrollo veía vital para lanzar títulos más pulidos, sino que también pagan por poder participar en el proceso por el simple hecho de ser los primeros en poder jugar al título. Todo ello puede llegar a derivar en algo muy peligroso: todo vale para ganar dinero.

Tras el lanzamiento de las nuevas consolas, uno de los objetivos que las compañías deben cumplir ya no es solo meter una máquina en cada hogar, sino explicarle al consumidor por qué debe ser la suya y no la de la competencia. Una de las mejores maneras de conseguir que esto ocurra es teniendo el mejor catálogo de juegos que se pueda conseguir y, por ahora, no hay mejor ejemplo que este para demostrar que la creatividad están dando un bajón muy grande. Sí, hemos tenido juegos exclusivos tanto para PS4 como para Xbox One en los que hemos vivido de primera mano el supuesto poder de la nueva generación, sin embargo se pueden contar con los dedos de una mano cuáles de ellos han sido realmente innovadores y que no solo se basen en buenos gráficos o en continuar una historia ya dada. La protesta del público se ha podido palpar durante estos últimos meses, por lo que las compañías han encontrado una buena solución: el lanzamiento de versiones remasterizadas de juegos antiguos (en algunos casos de hace solo un año), para darles algo que masticar hasta que realmente lleguen los títulos interesantes, otro gran ejemplo de innovación.

También no deja de ser curioso lo que ha ocurrido con estos futuros lanzamientos, donde hemos visto cómo la mayor parte de los grandes juegos que llegarán a la nueva generación de consolas con un impresionante 1080p y 60fps se han visto retrasados durante más de medio año en algunos casos para «pulir y mejorar»; –mientras que tiren con las remasterizaciones-.

En medio de este mar de incoherencias y falsas promesas que acaban en una amalgama de remasterizaciones, se ha alzado un mercado que parece estar rompiendo los moldes de muchos: los indies. Con pequeños presupuestos y tirando de mecánicas de jugabilidad nuevas y gráficos resultones, estamos ante lo que podría ser el género de esta década, dejando un poco con los pantalones bajados a la nueva generación. Pero claro, tanto Sony como Microsoft son empresas con dos dedos de frente, y buena muestra de ello lo hemos visto durante las dos conferencias del E3, donde no se han cansado de decir que PS4 o Xbox One son el nuevo hogar de los estudios independientes y que les darán todas las facilidades posibles para lanzar sus juegos en la mejor consola del mercado. Pero lo importante no es lo que crean las empresas, sino el jefe final, esa persona que dice si un juego es bueno o no y con su bolsillo paga tanto esfuerzo, sudor y lágrimas: el jugador. Son ellos los que han abierto los ojos a estos dos grandes, y también a Nintendo claro está, creando un mercado que con tanta oferta, sencillez, humildad e ilusión por un trabajo bien hecho, nos ha demostrado que tanto gráfico y tanta superproducción no siempre es lo mejor que se puede tener.

No dudamos de que la nueva generación de consolas terminará despegando, y es más que posible que tenga algo interesante e innovador que ofrecer a los que no solo buscamos gráficos, tenemos gran parte de esta esperanza puesta en proyectos como Oculus Rift o Project Morpheus, pero tanta tontería de 1080p y 60fps y tanta conectividad no ha dejado de hacer que llegue a una simple conclusión: la nueva generación no estaba preparada todavía. Por mi parte seguiré dejando que el tiempo pase a la espera de que las consolas de nueva generación alcancen un punto donde me ofrezcan algo que nadie más lo haga y se dejen de tantos problemas con el servicio online, que si Kinect sí Kinect no y de políticas que al final están escritas a lápiz.

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