Baby Driver. Crítica

Baby Driver es la última película del británico Edgar Wright. Podríamos decir que es su obra más virtuosa en lo que a montaje se refiere pero también más comedida en general. Hay quien la ve como su maduración como director, otros la vemos como un divertimento centrándose en un aspecto en concreto que antes había explorado aquí y allá. La sincronización entre música e imagen. Recurso que ya había utilizado anteriormente en Shaun of the Dead en la que golpean a un zombie al ritmo de Queen; o en el momento en Bienvenidos al fin del mundo al ritmo de The Doors. Es una película artesanal, en el sentido de que cada plano parece estar planificado y pensado para hacerse de una manera y transmitir algo.

La historia de Baby Driver nos pone en la piel de Baby (Ansel Elgort) que debido a un accidente de coche donde sus padres murieron, sufre de una molestia en los oídos, un molesto zumbido (Acufenos) al que solo puede silenciar con la música de su Ipod. Trabaja como conductor para un atracador de bancos (Kevin Spacey) y es un maldito demonio al volante, el mejor. Y por cierto, Kevin Spacey está tan genial como siempre.

Edgar Wright es pura diversión lo descubrimos con Shaun of the Dead y claro, es comedia-terror, un género predilecto. Aquello era una pequeña joya muy sofisticada para los estándares de aquel género (como anteriormente lo fue Evil Dead 2 de Sam Raimi). Shaun of the Dead forma parte de la trilogía Cornetto (llamada así porque en las tres hace aparición de alguna manera el helado Cornetto). Con Hot Fuzz acabamos encantados, con esa subía el nivel, donde el guión nos parece lo mejor de las tres y formalmente es la más variada. Y la sorpresa de The World’s End nos pilló desprevenidos a mucha gente, convirtiéndola en una divertida metáfora de cambiar y ver tu pasado como algo extraño y lejano. Las tres están a un alto nivel y son pura diversión.

Pero ya con Scott Pilgrim flipamos la cantidad de transiciones, cámaras, efectos y estilo comic/Videojueguil… Enamoró a mucha gente que disfrutaba como enanos con todo este exceso por el que otras personas la rechazan. Exceso de Edgar Wright en lo visual pero no en el guión.

Tomándome la molestia, me gustaría explicar qué es lo que diferencia a Edgar Wright del resto de directores: el lenguaje visual, la comedia física y cinematográfica. ¿Qué es lo que diferencia a un buen director de un director mediocre? Que intenta mostrar, y lo hace a su manera. Buscar cómo expresar visualmenteno delega esta tarea a el guionista para que un personaje lo resuelva con cuatro palabras. Esto es cine, no literatura.

Es inesperadamente comedida en comparación con Scott Pilgrim, y no nos podría parecer mejor para el tono que quiere conseguir. Se siente como un experimento altamente innovador que se centra en el aspecto de música e imagen, con algunos planos de una calidad indiscutible como el de la lavandería. No es tan cómica como sus películas anteriores, tiene sus puntos y su humor visual pero aquí las ideas van por otro lado: el de la acción y el puro estilo.

Es un musical como pocos se han visto y personalmente, acabé extasiado cuando terminó el espectáculo. Eso sí, no esperéis mucha originalidad en el guión. Al menos no lo esperéis tan variado como en otras ocasiones, aquí se ha intentado buscar un tono que acompañará al mundo que Baby escucha en su Ipod. Una historia sencilla sobre amor y violencia; de hecho ese mundo siempre se coordina en torno a las canciones que escucha en el dispositivo, que se convierte en el centro de este universo. Y vaya que bien le ha sentado esta decisión, nos recuerda en ocasiones al tono de los cuentos. Una película romántica sobre atracos (romántica en el sentido no solo amoroso sino de tono), un viaje muy moderno y lleno de estilo. En esta ocasión, Edgar Wright ha sabido leer perfectamente el momento en el que vivimos lleno de revivals y música electrónica y ha hecho el equivalente visual.

Las secuencias de coche son vibrantes y puro estímulo para la mente. Geniales, al nivel de las grandes de estos últimos tiempos como aquella final de Death Proof o las de Drive, película de la que se inspira a niveles argumentales. Sus coreografías son puro amor; un musical sobre ruedas con persecuciones armoniosas, fluidas, que tienen actitud y rabia e ideas originales, un pequeño argumento interno en cada una. Creemos que serán recordadas.

Conclusión Baby Driver

Baby Driver es la película más emocionante de este director, por el estilo y por lo que explora a nivel de montaje. Y no es la más compleja pero tampoco lo necesita. Baby Driver es un espectáculo sin igual; emocionante a la manera de los estímulos constantes que producen la música e imagen en un matrimonio excitante.

La veo como el inicio de un nuevo género musical o incluso digo aún más, como una evolución del lenguaje cinematográfico que ahora sufre una simbiosis casi total con otros artes. Vivimos en la era de las mezclas, triunfan a nivel masivo Quentin Tarantino y la música electrónica. Pues he aquí una nueva forma de mezclar el audiovisual como si de un DJ se tratara, una manera novedosa de entender este concepto. Al menos en el cine. ¿Tenéis que ir a verla? ¡Por supuesto que sí! Es una experiencia única.

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