No fue hace mucho que empecé Arkham Origins, el cierre de la mejor saga de superhéroes de la historia reciente de los videojuegos. Un título realmente interesante que es capaz de dar otra alegría más a los fans del Caballero Oscuro, tras el milagro obrado por Rocksteady y que Warner Bros ha recuperado y se ha desafiado a superar. Tachado por la prensa de continuista (llegando a restarle dos puntos de la nota final) el grupo de aficionados que se guían por estos simples e insignificantes números pueden haberse hecho una idea errónea de lo que Arkham Origins verdaderamente es. Origins es continuista, pero nunca repetitivo y mucho menos amargo. Y, sin entrar en materia de análisis, ofrece un punto de vista lo suficientemente interesante del personaje (inspirado por el maestro Miller, entre otros) como para justificar su compra. Además, una sola batalla del juego refleja verdadero amor por la vieja escuela que a su misma vez se combina con ese puntillo cinematográfico que la industria lleva explotando estos años: Batman vs Deathstroke.
Nota: mi experiencia se basa en una versión para compatibles de Arkham Origins, jugada en normal y luego en difícil con teclado y ratón. Según estoy oyendo, en consolas este combate parece resultar ligeramente más «sencillo». De cualquier manera, espero que captéis la idea que intento transmitir, que poco tiene que ver con la dificultad o no dificultad de la porción.
Hasta aquí quería llegar. Me quedaría corto de adjetivos para alabar esta pequeña fracción de juego, que por primera vez en mucho tiempo ha supuesto un auténtico RETO para los que llevamos años soportando combates exageradamente guiados y sencillos. ¿El problema? Las críticas que están llegando de todas partes a los chicos de Warner Bros por haber incluido una batalla «tan sumamente complicada». Bajo estos horripilantes argumentos se parece sugerir a los creadores del juego que rebajen su obra a la monotonía absoluta.
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Llegados a este punto, cabe destacar que este tipo de final boss no requiere una técnica adquirida tras años de práctica, sino simplemente paciencia. Paciencia que los «gamers» de ahora no soportan, pues ya está internet para mostrarnos los cabreos que muchos se cogen por perder una simple partida online. Paciencia que, los que hemos batido a Psycho Mantis, los Colosos, Nihilant, ese Sephirot de KHII o cualquier bicho viviente de Dark Souls (por poner ejemplos recientes) aprendimos a sobrellevar sin perder los estribos.
Pues el espectacular combate contra Slade Wilson (nombre real del antihéroe) ni siquiera llega a la altura de muchos de los mencionados, aunque es suficiente para que reine la desesperación en todo foro. Mensajes como «los cuadros de diálogo no me dicen lo que hay que hacer» o «¿por qué no se puede omitir la pelea?» son escuchadas por mi, sintiéndome impotente ante la ploriferación de esta conducta propia del rebaño de los «gamers por moda» que inundan la red. Y, efectivamente, estas opciones no están disponibles, en otro gesto más de amor hacia la industria por parte de Warner Bros. Batman vs Deathstroke nos devuelve a esos años de ensayo y error, de pasarse más de tres horas cargando y recargando pantalla, intentando buscar ese punto débil tan bien disimulado. ¿En serio hay personas que consideran esto un punto negativo? En una industria en que nosotros solo somos máquinas que recompensamos el deficiente trabajo de otros (Activision, cof, cof) y pulsamos inconscientemente los botones del mando, ¿por qué rechazar la única oportunidad de traer de vuelta buenas costumbres pasadas?
Sin quitar importancia al resto del juego, este combate me ha sorprendido muy gratamente, y a falta de completar la historia ya se ha convertido en uno de los candidatos al «moment of the generation». Y es que, a pesar de utilizar recursos ya vistos en la saga, juega con ellos para crear un ambiente totalmente admirable ya no solo en términos jugables, sino técnicos y estéticos.
Desde aquí quiero mandar un pequeño mensaje de agradecimiento al equipo de Warner por haber diseñado aunque sea una pequeña fase que nos devuelva el amor por la industria y, sobre todo, rogarles que no se echen atrás pues los gamers, nosotros, los verdaderos, somos conscientes de vuestro esfuerzo e intención y estaremos preparados, ansiosos por afrontar más desafíos, VERDADEROS desafíos.