BioShock Infinite está marcando tendencias en el mundo de los videojuegos. Desde el día de su salida, no pocos han sido los elogios hacia él. «Obra maestra», dicen los medios americanos. «Imprescindible», alega la prensa europea. Todo el mundo ha acabado a los pies de Ken Levine y su increíble talento para contar historias magníficas.
Últimamente que está tan de moda el tema de los Easter Eggs, la nueva obra de Irrational no se ha podido librar de ellos. Antes de traeros el análisis, que llegará muy pronto, para ir calentando motores os traigo unas curiosidades muy interesantes, valga la redundancia, de este juegazo.
Lo más importante, si aún no has acabado el juego NO CONTINÚES CON EL ARTÍCULO BAJO NINGÚN CONCEPTO. Dichos huevos de pascua, más que nada el segundo, pueden contener spoilers muy importantes en cuanto al final del juego. Avisados quedáis.
- La llave que nos salvó la vida en Rapture
Varias son las referencias a esta famosa herramienta con la que dimos nuestros primeros pasos por la utopía de Ryan. Como elemento característico e inconfundible de la saga, no ha faltado a su cita en Infinite con un par de guiños. La primera la encontramos en la sede de la Hermandad del Cuervo, tirada en el suelo junto a una máquina expendedora averiada. Inconfundible. Además, es la llave con la que Elizabeth nos golpea cuando se nos enfada al montar por primera vez en el Primera Dama.
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- Songbird en Bioshock 1
Ahora el plato fuerte. Como sabéis, el final de Infinite es lioso y difícil de comprender en un primer instante, pero magistralmente elaborado. Cuando volvemos a Rapture para deshacernos del Songbird escuchamos sus últimos gritos desgarradores. Jack escuchó esos gritos, y fue muy a lo lejos desde el teatro de Sander Cohen. ¿Casualidad? Ken Levine te dirá que, probablemente, sí. Increíble. Ponedlo en el minuto 0:14 y escuchad a lo lejos los gritos del guardián de la chica.
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Además, gracias a nuestro fiel lector @saddler_91 hemos descubierto que, en el momento en que vemos a Songbird morir, podemos ver en lontananza cómo una Little Sister llora desconsoladamente ante el cadáver de su Big Daddy. Una estampa que nos estremeció en el primer juego y que se rescata en Infinite a lo largo del maravilloso epílogo.
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Estos son los más destacados y que probablemente no conocíais, pero hay más. Por ejemplo, podremos encontrar desgarros «musicales» ocultos que nos permiten escuchar fragmentos de exitosas canciones del futuro (en el contexto de 1912) como Fortunate Son o Girls Just Wanna Have Fun.
Por otra parte, cuando llegamos al Prado del Soldado y vemos la actuación infantil de Duke y Dimwitt, Eli nos habla de estos peculiares personajes de ficción y nos dice que la obra que estamos viendo posiblemente es la mejor de todas, habiendo sido retrasada «hasta tres veces». Este pequeño comentario, que gracias a nuestra follower @Luvrains hemos localizado, es una clara referencia a 2K, que por diferentes motivos tuvo que trasladar la fecha de lanzamiento de Infinite un total de tres veces (recordemos que se esperaba para el año pasado).
Pero, si me tengo que quedar con el que más me ha conmovido, es sin duda alguna el último que os traigo. Cuando llegamos al decadente barrio de chabolas donde Fink tiene recluidos a sus trabajadores, bajo una taberna encontramos a un chico atemorizado por la situación en la que vive, escondido bajo las escaleras. Tras el consejo de la risueña Elizabeth, que señala que «algo de música levantaría ese sufrimiento», tomamos la guitarra y tocamos unos acordes al tiempo que ella, al ritmo de la música y entonando la genial «Will the Circle Be Unbroken», entrega una fruta al chico.
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De momento, esto es todo. Solo quería compartir con vosotros estos pequeños momentos que he vivido en mi aventura a lo largo y ancho de Columbia y me han dejado con una sonrisa en los labios.En breve podréis leer el análisis, como dije antes, aunque los que hayáis llegado hasta aquí habréis sacado ya vuestras conclusiones.
¡Nos vemos pronto!