Cuando la decisión es lo que cuenta

Muchas son las veces que a lo largo de nuestra vida nos toca elegir, quizás sea un elemento de nuestro vida que esta presente a diario. La importancia de la elección va desde lo más simple y sencillo como si queremos desayunar café o colacao a otras de suma importancia como tener un hijo, casarse, elegir un trabajo (si es que se puede elegir), etc. Pero lo que nunca uno se iba a imaginar es que esas decisiones tan importantes o tan simples se trasladarían al mundo virtual, ese al que escapamos a cada rato para evadirnos del día a día.

En un principio los videojuegos fueron concebidos como una forma entretenimiento, eso que nos distraía de nuestros quehaceres diarios y por lo que nuestras madres nos darían una que otra voz. Pero lo que nunca se imaginó es la fuerza que llegaría a cobrar esta industria, el peso que podría tener en el mundo real, llegando a ser concebidos como medios para educar, en muchas ocasiones para emocionarnos o también para ser fenómenos de masas a nivel competitivo como el fútbol, gracias a los e-sports.

El videojuego ya no solo se ha convertido en un medio de entretenimiento, sino que además es un medio por el cual se nos trasmiten sensaciones, sentimientos que pueden llegar tocarnos en lo más hondo. Recuerdo esa sensación cuando terminé Heavy Rain, quedarme mirando al monitor, a la nada, quedándome vacío. No siendo capaz de comprender que aquello que jugaba era un videojuego, que éste mismo podría llegar a hacerme sentir lo que sentí. Personajes que habían sido mis compañeros durante horas de juego ahora se habían quedado atrás, algunos habían muerto porque yo no pulse o pulse un botón, porque yo en cierto modo lo decidí, yo quise que así fuera. Y quizás accidentalmente en alguna ocasión pulse mal, no quise hacerlo o me arrepentí en el último momento, pero ya era demasiado tarde, ya nada se podía hacer. Es por esto que quería escribir estas líneas, porque la decisión es importante y ya no lo es solo en la vida, sino también en ese mundo en el que nos adentramos cuando pulsamos el botón ON en nuestras consolas.

Hay que agradecer a Quantic Dream, Telltalle Games, etc., el darnos la oportunidad de vivir estas experiencias tan ricas, en donde la narrativa cobra un sentido que nos sobrepasa, donde no somos meros títeres, sino que nos metemos dentro de la acción, siendo casi nosotros mismos los que sentimos las consecuencias de nuestros actos en el videojuego. Sin duda, puede que me deje alguna compañía y varios juegos en el tintero, pero ahora mismo son los que se me vienen primero a la cabeza.

Muchas de estas mecánicas son el reflejo de cómo somos o tal vez como nos imaginamos en esas situaciones. Quizás en el mundo real no tomaríamos las decisiones que tomamos en el videojuegos, pero si que es cierto que hay varios estilos de juego al respecto. Por un lado tenemos al gamer que aplica su moral, su pensamiento en el videojuego y que lleva a cabo tales o cuales acciones en base a lo que el cree que haría en tales situaciones en su vida real. Pero también tenemos a los jugadores que por el contrario prefieren desatar a ese genio malvado que llevan dentro y experimentarse en la situación de poder tomar la decisión que en su vida no tomarían porque este fuera de la moral o la ley.

Los juegos nos ponen en situaciones que nos sobrepasan a veces y para las cuales no tenemos la respuesta rápida que nos exigen, muchas veces haciéndonos dudar y arrepintiéndonos de nuestras decisiones. Pero es esto mismo lo que el juego quiere que experimentemos, esa angustia de la decisión, una sensación que nos hace la vida insoportable en ocasiones, pero sin la cual no podemos dejar de vivir.

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