De cómo los psicólogos usan los videojuegos para tratar TDAH

Cada cierto tiempo oímos en los medios que ha salido algún estudio (generalmente elaborado por psicólogos) que deja por los suelos, una vez más, la reputación de los videojuegos o, más bien, intenta hacerlo pero no puede. Agresividad, violaciones, insomnio… O sea que o sacan lo peor de uno o nos van a dejar la barra de salud a 0.

Pero hay veces que los científicos, inclusive los psicólogos, aprovechan los puntos fuertes de este instrumento de diversión y demás cualidades y los utilizan en sus investigaciones, intervenciones, etc. De hecho, hay muchos ejemplos que seguro conoceréis. Sin embargo, hoy, a modo de curiosidad, os traigo uno que me ha llamado especialmente la atención.

Todo se remonta a un martes a las 9:00 AM en mi clase de Psicología de la Educación, donde nuestro profesor nos contaba cómo se trabaja en este ámbito con niños con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad, el llamado TDAH. Se trata de un problema muy conocido, donde el niño en cuestión es incapaz de estar concentrado más de unos minutos y, cuando esto se asocia con hiperactividad, tenemos también un chaval con serias dificultades para controlarse y no para quieto (explicado a grandes rasgos). Cuando se trata de un caso bastante grave, al niño se le receta un medicamento que le permite aumentar su concentración durante cierto número de horas, y lo que pretenden los psicólogos con su tratamiento/entrenamiento es que mantenga la atención y que pueda ir reduciendo la medicación, hasta no necesitarla. Si no precisa medicarse, también se usan los mismos métodos.

Una forma de ayudar al chaval a “entrenar” la concentración es mediante una máquina llama Neurocomp. Ésta consiste en un ordenador con dos pantallas y unos electrodos que se colocan al niño para registrarle diversas medida fisiológicas, que el profesional ve en unos gráficos por una de las pantallas. Y aquí llegamos a lo interesante, pues la máquina se puede adaptar para que el niño vea en la otra pantalla, que se le coloca delante, un videojuego. El ejemplo que nos explicó consiste en que hay 3 cohetes: uno en medio y dos a los lados. Se le dice que para jugar tiene que hacer que el cohete del medio vaya más rápido que los otros, por tanto los de los lados tienen que ir por detrás de él y que para ello tiene que mantenerse muy concentrado, quieto y relajado (WTF! Es un niño hiperactivo, ¿estás loco?).

¡Aquí hay de todo para jugar!

La explicación es la siguiente: El juego está programado de forma que el cohete del medio corra más cuanto más concentrado esté el chaval, el de un lado va más lento cuanto más relajado esté y el otro al estar más quieto (por ello se le colocan electrodos para medir la actividad fisiológica), siempre ajustándolo para que no le resulte demasiado difícil. Además, a medida que va haciéndolo bien, los cohetes van recogiendo objetos que les dan puntos y eso motiva mucho a los chavales (¡qué narices! Y a los mayores también nos gusta). De todas formas, esto puede tener muchas variantes: usar otros juegos, otros registros, emplearlo para otros trastornos…

Esta máquina da muy buenos resultados, pues este juego aparentemente tan simple, pica mucho a los niños. Además, ellos saben perfectamente qué hacer para que cada cohete esté en su sitio. Les motiva para estar realizando ese gran esfuerzo que les supone y este esfuerzo les va a permitir mantener unos buenos niveles de concentración a largo plazo. Y es que el funcionamiento de nuestro cerebro, con trabajo y entrenamiento, puede mejorar (de ahí esa insistencia en leer y estudiar mucho, o de jugar al Brain Training). En definitiva… ¡Hasta qué punto llega el poder de embrujo de los videojuegos!

Ésto si que es controlar el juego con cuerpo y mente y no Kinect (LOL). Sin duda, salí de aquella clase pensando que me gustaría probar a ver qué tal se me daría, son cosas del vicio…

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