De-mentes criminales. Crítica

De-mentes criminales

Normalmente, el término basada en hechos reales suele ser utilizado en el mundo del cine para dar verosimilitud y empaque a la historia que están a punto de contarnos. Nada más lejos de la realidad si atendemos a los sucesos que narra la película De-mentes criminales.

La comedia de acción de Jared Hess (director ya curtido en el género como muestran sus trabajos anteriores Napoleon Dynamite -2004- y Super Nacho -2006-, ambas comparten con esta que sus personajes centrales son inadaptados que quieren salir de la rutina de sus vidas), narra la historia de David Gantt (Zach Galifianakis), un tipo tranquilo y afable, que pasa los días soñando con que su trabajo como conductor de camiones blindados sea más emocionante. Un día su vida cambiará cuando su compañera de trabajo Kelly Campbell (Kristen Wiig), de la que está secretamente enamorado, le ofrece participar en un atraco en su propio trabajo.

El golpe a los almacenes donde se guardan varios millones de dólares habría sido ideado por el estafador Steve Chambers (Owen Wilson), cabecilla de un grupo de delincuentes de poca monta, que se aliará con la pareja protagonista para lograr lo que parece un imposible y hacerse con 17 millones de dólares en efectivo. Por el camino David tendrá que esquivar traiciones por parte de sus propios socios, a las propias autoridades y a sicarios contratados para asesinarle, como el hilarante Mike Mckinney, personaje interpretado por Jason Sudeikis.

Uno de los principales problemas de De-mentes criminales es su casting, desde Zach Galifianakis al que estamos acostumbrado a ver encarnando secundarios histriónicos en películas como Resacón en las Vegas (2009) o Salidos de cuentas (2010), nos es difícil empatizar con él en un rol de hombre sencillo, lo mismo ocurre con Kristen Wiig, magnífica comediante salida de la escuela de Saturday Night Live. En esta película comparte cartel con muchos compañeros del Late Night como el propio Sudeikis o Kate McKinnon en el papel de la prometida de David, pero mientras los momentos cómicos de esta última como una especie de novia mormona, están entre lo más conseguido de la película. Wigg se nos muestra en un prodigio de miscasting como una especie de parodia de bomba sexual y todos los gags de la película van enfocados a su físico, desaprovechando la vertiente cómica de la intérprete americana. Owen Wilson, mientras tanto, apenas se registra como el líder de la banda, su personaje extrañamente plano en ningún momento logra proyectar el peligro que supuestamente debería aparentar

De-mentes criminales está (muy) vagamente basada en un caso penal real, pero pronto se hace evidente que la película no está demasiado preocupada con apegarse a los hechos. Un claro ejemplo es el guion que en cada escena está más enfocado en los trajes extravagantes, el cabello loco y los artistas haciendo muecas extrañas (Jason Sudeikis interpreta a un sicario idiota con un bigote – la descripción que hace Owen Wilson del personaje en la película dice: «él tiene un bigote ¿No es eso loco?»)

La película originalmente ideada como un vehículo para Jim Carrey, se mueve gracias a la energía somnolienta que le impregna a su personaje Galifianakis, adornado con un peinado a lo Farrah Fawcett con varias referencias a lo largo de la película con frases del tipo: «Bonnie necesita su Clyde». Sus giros entre el desespero y el malhumor resultan a ratos divertidos, pero no son suficiente para elevar la película de un simple divertimento de sobremesa.

La cuestión es que la película no le da a él, ni al resto del elenco, mucho material decente con el que trabajar. De-mentes criminales se mueve en dos direcciones diferentes, la mitad tratando de mantenerse fiel a sus raíces basadas en hechos reales, la otra mitad en querer deshacerse de todo eso y convertirse en una farsa ridícula.

Conclusión De-mentes criminales

Cuando abarca lo absurdo, como el montaje de fotos de boda que se encadenan fuera de control, o en otro momento memorable cuando Galifianakis se mete en una pelea en el mar contra una morena, obtiene grandes risas. Pero hay demasiados remiendos secos con giros argumentales ya de sobra conocidos. Mientras que esos fragmentos sueltos producen cierta hilaridad, el cociente de la risa como característica es modesto considerando cuántos pesos pesados de la comedia desfilan en la pantalla. Sin embargo, la película de larga gestación en el prólogo, se convierte en un vacío de comedia de alto perfil que nunca llega a alcanzar sus aspiraciones de emular a otras películas que satirizan con el tema del robo.

https://www.youtube.com/watch?v=3ISD8RmY29I

 

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