De una habitación de hotel al Monte Lee: Hollywood y los videojuegos.

Hollywood y los videojuegos. ¿Quién iba siquiera a insinuar hace treinta años que dos industrias tan aparentemente dispares fueran a darse la mano para no volverse a separar? La industria del ocio electrónico ha evolucionado a lo largo de estos últimos años de una manera brutal, quizás dando pasos a ciegas y de forma lanzada. Franquicias que antes considerábamos una fuente de diversión directa y sin ningún tipo de interferencia en forma de largas cinemáticas o profundas reflexiones sobre el sentido de la vida, en personajes atormentados y meditabundos, se han visto sumidas en la tentación de dar un giro de 360 grados para abastecer la demanda del jugador de hoy en día.

Cuando ayer pudimos ver por primera vez el tráiler del nuevo Wolfenstein, la reacción fue en general de alegría por ver que sagas tan longevas y que tantas horas hicieron pasar a los aficionados de la vieja escuela volvían a nuestras consolas, a casa. Pero la industria, como hemos dicho, ha evolucionado, y las compañías se han visto obligadas a recurrir a otros recursos. Hemos visto hasta qué punto se han llevado sagas como Tomb Raider o GTA, y, aunque sea el primero que defienda la importancia de un buen guión, ¿por qué hacer un cambio tan drástico a las franquicias que nacieron hace ya unos años, antes de que el fenómeno peliculero aterrizara en nuestro mundillo? Hemos visto cómo se ha pasado de, por ejemplo, una mujer más dura que la piedra pegando tiros sin cesar a una niña que sufre y pasa horas llorando. Hemos visto cómo de un delincuente atropellando civiles en vista cenital se ha pasado a un inmigrante de oscuro pasado que se ve sumido en una espiral de autodestrucción. Son cambios fruto de esta transición, y que han servido para actualizar la industria a estos tiempos que corren (sin duda, de forma sobresaliente) pero otro reflejo más de esta nueva etapa que nació más o menos con PS2.

¿Qué ocurrirá cuando compremos Wolfenstein: The New Order y nos veamos asolados por secuencias cinemáticas y una línea argumental digna de los mejores films? No hay duda de que nos volvería locos, pero, repito, quizás no es lo que el jugador de 1992 esperaba ver. La industria ha entrado en una especie de círculo vicioso del que no va a poder salir, me atrevería a decir, jamás. Se ha llegado a la conclusión de las grandes productoras son desde hace décadas las mejor remuneradas del ámbito del ocio, y es inevitable que las otras ramas sigan su estela. El público, y sobre todo la crítica, que a día de hoy está cobrando mucha influencia (quizás demasiada) en el proceder y preferencias del consumidor, rechazan propuestas que recuperan el espíritu, ya no solo jugable, de los inicios.

Los límites entre película y videojuego van desapareciendo. El guión no es excusa suficiente para mezclar conceptos.

Existe la posibilidad de que en unos cinco o diez años las compañías dominantes empiecen a colar en nuestra tienda de videojuegos películas que requieran de forma ocasional pulsar un botón, pero con un equipo de guionistas excelentes detrás que nos mantengan pegados a la pantalla. Títulos como Heavy Rain son apuestas realmente sobresalientes de este nuevo sistema, de esta nueva concepción de la industria. Pero quizá de alguna manera se esté abandonando progresivamente lo que nos hizo crecer. Claro que queremos un guión de libro, con mucha profundidad, pero también queremos ver elementos que diferencien claramente dos industrias que han establecido matrimonio con un contrato de por vida. Podemos hacer un juego maravilloso sin necesidad de recurrir en ningún momento a los tópicos hollywoodienses que suelen actuar de salvavidas hoy en día. No tenemos por qué ver un spot de Call of Duty o Assassin´s Creed dirigido por Spielberg, o Coppola, u otro genio, con actorazos de por medio. Con un poco de gameplay, o aunque sea una cinemática, nos basta.

Esperemos que nunca nos veamos en dicha situación de obsesión peliculera, pero el camino que llevamos parece estar insinuando la llegada de una nueva generación de consolas que serán proyectores de cine con un único botón de «interacción» acoplado. ¿De qué modo actuaríais, poniéndoos en la situación de los mandatarios de las grandes compañías, para no caer en la trampa de Hollywood y a la vez ofrecer a los jugadores verdaderos videojuegos?

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