Dishonored: La Muerte del Forastero. Análisis PS4

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Dishonored sorprendió a propios y extraños en su lanzamiento en 2012. Primero, por ser una nueva IP de una calidad fuera de toda duda; segundo, porque la había desarrollado una Arkane Studios renacida de sus propias cenizas, y tercero: porque a esas alturas de generación, con PS4 y Xbox One «asomando la patita» parecía improbable que una nueva IP se estrenara en las veteranas consolas existentes y que lograra cautivar como lo hizo.

Pues bien, Arkane Studios volvió a sorprendernos en el pasado E3 (de los pocos momentos inesperados que tuvo la feria) con el anuncio de una nueva entrega de la saga Dishonored, pero descartando desde el principio que fuese la ansiada tercera parte. Estábamos, en efecto, ante una expansión del exitoso pero continuista Dishonored 2 que llegaría (y llegó el pasado viernes) bajo el sobrenombre «la Muerte del Forastero«. Una expansión que saldría en formato físico y se reivindicaría como lanzamiento independiente. ¿Hasta qué punto sorprende? Es lo que vamos a tratar de responder en este análisis.

Dishonored, con «d» de «déjà vu«

Si con Dishonored 2 tuvimos una secuela muy satisfactoria (y muy esperada) pero muy continuista, esperad a echarle el guante a este Death of the Outsider. No nos esperábamos una revolución puesto que desde el principio se anunció que esto era una expansión, pero mentiríamos si os dijésemos que no teníamos esperanzas de ver algún que otro experimento de cara a un hipotético Dishonored 3. Pues en vez de usar La Muerte del Forastero como conejillo de indias, nos hemos encontrado con una Arkane que ha decidido no arriesgar en prácticamente nada. Y eso no nos gusta.

Gráficamente la base es sólida, al igual que lo fueron las dos entregas principales. Usando el mismo motor que Dishonored 2, pensado específicamente para las consolas más recientes, Arkane vuelve a recurrir al bello escenario de Karnaca para contarnos su historia. Y aquí es donde nos hemos llevado un pequeño chafón, porque era una buena ocasión para explorar algún escenario nuevo, o zonas inexploradas y diferentes de Karnaca, pero nos hemos encontrado con el mismo escenario de la segunda parte, tal cual estaba. Ni un pequeño atisbo de originalidad ni de riesgo. No es que la ciudad esté mal representada, en absoluto. No criticamos la falta de calidad en el apartado técnico, pero tampoco lo elogiamos porque estamos ante un título nuevo que bebe de un trabajo que ya estaba hecho, y que se nos vuelve a ofrecer. Pero bueno, tampoco nos cebaremos en esta cuestión porque La Muerte del Forastero, insistimos, es lo que es: un DLC lanzado en formato físico.

El sonido vuelve a ser una de las mejores bazas, y además volvemos a contar con localización española de gran calidad. Los efectos de los poderes, el sonido ambiental y las voces conforman un apartado sonoro de lo más sólido que acompaña con el conservador pero igualmente notable apartado gráfico. Poco que objetar en cuestiones técnicas… salvo su falta de ideas nuevas.

¡Fuera de aquí, intruso!

Algo novedoso que hay que aplaudirle a Dishonored: La Muerte del Forastero es la figura del protagonista. Controlamos a Billie Lurk, que nos sonará de Dishonored 2 donde aparecía bajo el nombre de Megan Foster. Se trata de un cambio que nos da una nueva perspectiva de los hechos acaecidos en Karnaca tiempo atrás y, desde luego, todo un acierto que provoca ciertos cambios en la jugabilidad. Para alegría de los más puristas, este La Muerte del Forastero es el título de Dishonored que más hincapié hace en el sigilo. Siempre tendremos libertad, como es habitual, de elegir cómo superar las misiones; sin embargo, aquí se premia mucho más el sigilo y se penaliza el «jaleo». De hecho, escabullirse por los distintos escenarios que nos propone el juego es una de las sensaciones más satisfactorias que nos hemos encontrado en el género de la infiltración en mucho tiempo.

Tendremos poderes, claro que sí, los cuales no vamos a desvelar porque alguno incluye más de una sorpresa. Lo que sí podéis saber es que ninguno de los poderes se pueden mejorar, teniendo que usarlos durante toda la aventura de serie. Como contraprestación, esta vez nos olvidaremos de los viales azules para recargar nuestra barra de poder y se regenerarán solos (algo que no nos ha terminado de convencer) en un claro gesto de Arkane de intentar equilibrar la balanza en el pequeño experimento jugable. Nos ha gustado el giro hacia el sigilo y la infiltración de la vieja escuela, pero el «tufo» de la auto-regeneración creemos sinceramente que sobraba: la búsqueda de viales azules no habría hecho más que aumentar la intensidad de las misiones y mantener el sabor clásico de Dishonored.

Karnaca nunca duerme

Retomando la cuestión de repetir escenario, es una decisión que nos divide. Durante toda la partida hemos sufrido sentimientos encontrados porque el escenario nos gusta, es una ciudad que regala bonitas estampas, tiene sus genialidades arquitectónicas, está bien diseñado… pero ya nos lo conocemos. ¿Por qué no ofrecer algo diferente? ¿O una versión completamente distinta de Karnaca? Claro, el esfuerzo de crear un escenario nuevo de cero es mayúsculo, máxime a tenor de que La Muerte del Forastero es una mera expansión.

Pero ya nos hemos encontrado expansiones que han gozado de lanzamientos independientes (los conocidos como «standalone games«, que pueden jugarse sin necesidad de tener el juego original) y que nos han ofrecido ciudades y escenarios nuevos para la ocasión. Sucedió con Freedom Cry en Assassin’s Creed IV y con el Festival of Blood de inFamous. Dado el nuevo enfoque en la jugabilidad (que consideramos todo un acierto si futuras entregas se encaminan por ahí), podemos decir que una nueva urbe con un nuevo personaje jugable «estaba a huevo» a pesar de que ya saliese en Dishonored 2: colocar un personaje de Karnaca en otra ciudad por cualquier otro motivo era trabajo para guionistas y escritores.

¡Qué me estás contando, Billie!

El guión merece una mención aparte. La historia nos pone tras la pista del Forastero con el objetivo de asesinarlo, un desafío mayúsculo para todo aquel que conozca el mundo de Dishonored. La historia comienza muy bien, con una sucesión de hechos que profundizan bien en nuestras motivaciones mientras se nos explica qué ha sido de nosotros en el tiempo transcurrido desde Dishonored 2, por lo que estamos ante una secuela directa de la segunda parte.

En cambio, a pesar de que la historia es buena, al terminarnos el juego ha habido algo que no nos ha dejado del todo satisfechos. Nos ha dado la sensación de que el guión o se ha escrito deprisa, o por momentos no se sabía muy bien cómo seguir y tenemos un pico en el final del segundo acto que es una sucesión de escenas de acción que no aportan nada y que mantienen la trama principal estancada, con un buen puñado de preguntas por responder y que el juego se empeña en posponer una y otra vez. Es como cuando a alguien le hacen una pregunta, no sabe qué responder y cuando lo hace nos damos cuenta, a todas luces, de que no tenía ni idea de la respuesta desde el principio. Pues aquí pasa un poco lo mismo: la historia tiene picos de intensidad en la acción que no se corresponden con la intensidad narrativa, porque cuando hacia el final todas las preguntas sin respuesta son aclaradas, las respuestas son atropelladas y parece que hasta improvisadas, lo que nos ha dejado con una acentuada sensación de insatisfacción. Quizá una historia demasiado ambiciosa, quizá el no querer dilatar la historia para ofrecer un juego de una duración más acorde con lo que se espera de un DLC, pero lo cierto es que sus dos predecesores contaban con una narrativa mucho más trabajada, mejor enfocada y en general, mucho más satisfactoria.

Conclusiones de Dishonored: La Muerte del Forastero

Arkane Studios ha querido ofrecer un producto de calidad, usando lo que hizo exitoso a Dishonored 2, reciclando buena parte del contenido pero cambiando ciertos aspectos como la protagonista o la jugabilidad. Aplaudimos la supremacía del sigilo sobre todo lo demás en la jugabilidad, creemos que si Dishonored 3 sigue por esta línea será un título interesantísimo. Sin embargo, el nuevo enfoque jugable donde prima el sigilo y la infiltración no está en consonancia con una narrativa atropellada y arrítmica, creando una discordancia entre cómo llevamos a cabo las misiones y el frenetismo de todo lo que nos rodea. Se siente, sobre todo en el último tercio del juego, que jugabilidad y guión toman caminos distintos y es lo que puede dejar cierto sabor agridulce tras completar la aventura.

Por otro lado, creemos que era la ocasión perfecta para llevar los experimentos un poco más lejos. Echamos de menos ideas arriesgadas en los DLC, ideas recicladas del brainstorming que fueron desechadas en su día y que decidan poner sobre el papel para ver cómo funcionan. La Muerte del Forastero era el trampolín ideal a Dishonored 3 con todo lo que Arkane pudiese haber aprendido de él. En cambio, esperemos que la tercera parte no tome caminos arriesgados porque la jugada puede salir realmente mal.

Con todo, es un juego que te gustará si disfrutaste de Dishonored 2 y que te gustará todavía más si eres fan de la saga. El nuevo uso de los poderes, el mayor peso del sigilo, el diseño de la ciudad y de las misiones son sus grandes bazas junto a su duración, puesto que dura más que muchos juegos completos: estamos ante una expansión de 10 horas, fácilmente superables si queréis descubrir todos los secretos y conseguir los logros que propone. Una expansión altamente recomendable a la que le han rodeado una serie de decisiones incomprensibles que casi acaban por lastrar sus numerosas bondades.

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