Gold, la gran estafa. Crítica

Gold, la gran estafa

La nueva película del ganador del Oscar, Matthew McConaughey (Interstellar o el Inocente entre sus trabajos más recientes en una larga filmografía) de la mano de Stephen Gaghan (director de Syriana, por la que George Clooney ganó un Oscar, y de Traffic por la que él mismo ganó la estatuilla dorada) es un vehículo hecho a su medida para el lucimiento personal del actor tejano.

En ella interpreta a Kenny Wells, un fracasado hombre de negocios de la industria de la prospección reconvertido en un moderno explorador desesperado por tener un golpe de suerte. En un último esfuerzo, Wells se asocia con un geólogo con la misma poca fortuna, interpretado por Edgar Ramírez (La chica del Tren o Point Break) para ejecutar un plan grandioso: encontrar oro en la inexplorada selva de Indonesia (así reza la sinopsis oficial de Tripictures).

No es de extrañar que por ello el actor que ya demostró sus dotes de transmutación física en Dallas Buyers Club (papel que le valió el premio de la academia en 2013 en la piel de un enfermo del SIDA), se marque un cambio físico por el que engordó más de 20 kilos (recordando otras situaciones similares como la de Stallone en Copland o De Niro en Toro Salvaje), para asemejarse en la medida de lo posible al personaje real que interpreta. Aún no lo había comentado, pero la película se inicia con un basado en hechos reales de los que tanto gustan a los académicos.

Y es aquí donde reside el principal problema de Gold, todo es demasiado forzado, desde el intento de establecer las líneas dramáticas entre el personaje principal de McConaughey y su pareja protagonista, que encarna Bryce Dallas Howard (La joven del Agua o Jurassic World) o el geólogo interpretado por Ramírez, hasta el desarrollo de guion en el resto de papeles. No está bien planteado para proporcionarle algún relevo o alternativa al actor principal de la trama, dos actores que hacen bien su trabajo pero a los que el guión no les da la mínima oportunidad de adquirir entidad sólida capaz de equilibrarse con el personaje y el trabajo de McConaughey.

Otro ejemplo de ello es el personaje de Corey Stoll, que apenas tiene tiempo para ser algo más que un cameo, y otro tanto ocurre con el personaje de Stacy Keach. Lo cierto es que el papel es interesante, y su trabajo es lo que mejor funciona en la película metiéndose  hasta las trancas en el papel dando una imagen distinta, algo que por otra parte tampoco es nuevo en su carrera

Lo que ocurre es que en este caso, con eso no es suficiente para hacer de la película lo que pretende ser y situarse entre los retratos de las trampas que nos ha venido revelando la economía corrupta y mentirosa en los últimos tiempos, y eso la aleja de los logros de El lobo de Wall Street (de la que no me parece que sea buena idea usarla como reclamo publicitario puesto que sale mal parada en la comparativa con la película de Scorsese) o la gran Estafa americana (donde Christian Bale también interpretaba un personaje muy deteriorado físicamente, pero en la que el elenco de actores que le arropaba conseguía una mayor cohesión de la historia).

Si hay algún fallo en el desempeño de McConaughey, es uno que muchos críticos inicialmente han aprovechado para restarle peso a su interpretación: su confianza en trucos para hacerlo menos atractivo. En Gold, no sólo ganó una tonelada de peso (lo que le dio un poderoso vientre de cerveza), pero también se afeitó la cabeza para aparentar calvo y lleva un diente con funda de oro. Gaghan debería haberle eliminado en mi opinión dos de los accesorios. O mostrarlo gordo, calvo o con un diente dorado. No los tres a la vez.

En cierto modo, los apoyos tienen lo contrario de su efecto deseado. En lugar de hacer desaparecer la interpretación de McConaughey, se tarda un tiempo en ignorar los accesorios y entrar en el personaje. Es digno de mención que esto suceda rápidamente, con el carisma loco de McConaughey no disminuido demasiado por los trucos,con un  Wells en última instancia, emergiendo como una figura simpática, convincente. Por el contrario, Ramírez tiene una parte mucho más silenciosa, como el pícaro geólogo.

A diferencia de The Big Short, otra película que Gold usa de referencia, el guión de Gaghan (co-escrito con Patrick Massett y John Zinman) hace un zoom a través de los desarrollos comerciales complejos que causan tal consternación para nuestros personajes principales. En el tercer acto, el gobierno de Suharto de Indonesia envía a hombres armados para «nacionalizar» la excavación es un momento que hace ascender por momentos el ritmo de la película, pero las otras secuencias de negociación no tienen la misma resonancia.

En este tercer acto ocurre un giro en la trama, y la narración de la historia pasa de primera a tercera persona, pero no me gustaría ser el que estropeara la pepita más interesante de la película. Es humorístico señalar, sin embargo, que esta película, nacida de las repercusiones de un gran fraude, entra en el mercado como basándose en una historia verdadera. La investigación cursiva muestra que sólo hay ligeros esbozos de lo que realmente sucedió. Hay paralelismos con los personajes de McConaughey y Ramírez, pero difícilmente su relación real fue la misma. ¿Acaso la verdadera figura de Kenny Wells aceptó una estatua de un pico de oro como una culminación del trabajo de una vida y dio un discurso entusiasta sobre las cualidades extáticas de la metalurgia? Sólo podemos esperarlo, porque lo absurdo de esta escena es oro puro.

Gaghan también saca el máximo provecho del escenario de los ochenta, con una banda sonora repleta de hits de la época, ninguna de las cuales es demasiado obvia. Siempre es genial escuchar a New Order y Depeche Mode aparecer en una película.

Conclusión Gold, la gran estafa

En conclusión un buen material, un buen elenco, una premisa inicial interesante, que se desvanece en el interés de que el personaje de McConaughey se alce por encima de todos dejando lo demás en fuegos de artificio y en un ausencia de entidad en la trama. Haciendo que en ningún momento puedas tomarte en serio los acontecimientos supuestamente dramáticos que trata. Una pena la verdad después de tanto esfuerzo.

 

 

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