Outlast. Análisis PC

Mira otra vez. No quieres hacerlo, prefieres quedarte debajo de esa cama. La oscuridad te da ventaja. Te quedan pocas pilas, así que de un momento a otro tendrás que moverte si no quieres acabar perdido en la negrura de la habitación. Nadie. ¿Salimos? La sola sensación de tener que volver a recorrer ese pasillo, sin habitaciones laterales, con ese loco malnacido, esa mala bestia, dando vueltas por la zona, buscando a su presa, te provoca escalofríos. Justo cuando has vuelto a emprender tu camino y cruzado agachado, silenciosamente, un par de pasillos… una sombra se mueve. Mierda, la has cagado. Busca la habitación más cercana, la salida está cerca pero debes esperar a que pase el peligro. Cierra la puerta lentamente y métete en una taquilla. Oyes pasos que se acercan. A donde tú estás, a ti. La rejilla te otorga una ventaja esencial frente a tu perseguidor, que solo sabe guiarse con su olfato. Están aporreando la puerta, la van a tirar abajo.

Has tomado un desvío cuando llegabas a la salida, no puedes pasar al lado de «eso» así como así sin que te arranque la cabeza y la tire al váter. Estás en un callejón sin salida, y estableces contacto con tu personaje. Ambos pensáis lo mismo, hay que arriesgarse, buscar la oportunidad y salir corriendo. La luz verdosa de tu videocámara deja ver una sombra en la habitación. «I´ll find you little pig», un murmullo sobrenatural retumba en el silencio del pequeño habitáculo que será tu tumba como no reacciones. Está de espaldas a ti y tienes vía libre hacia la puerta. Cambia la pila, solo te queda una. Abre la taquilla y corre, corre, corre, corre y corre hasta la salida de ese lugar de pesadilla. No mires atrás, pues escuchas su respiración a pocos centímetros. El camino se estrecha, y ves que tu perseguidor no puede seguirte hasta ahí. Lo has conseguido. Has hecho lo que tenías que hacer y continuado. Respira, antes de seguir adelante…

No hay mejor manera de introducir Outlast, uno de los mejores títulos de terror de esta generación, o de la siguiente, como queráis.

No, no veremos Outlast en consolas hasta la llegada de la next gen, concretamente en PS4. Mientras muchos aguardan hasta el año que viene para poder empezar a temblar con esta obra maestra de Red Barrels, los usuarios «peceros» ya tienen la oportunidad de jugarlo. Pero nos encontramos ante un título tan impresionante en aspectos técnicos que necesitaremos una buena máquina para disfrutarlo al máximo. Una MUY buena máquina.

Mount Massive está lleno de pacientes, saber cuál quiere verte muerto y cuál no es imposible.

Porque el recién fundado equipo indie Red Barrels es «la creme de la creme», o lo que es lo mismo, el resultado de coger a miembros de los equipos responsables de algunos de los juegos más punteros de la idustria reciente (Naughty Dog, Ubisoft…) y ponerlos a hacer un título de terror. Tanto gráfica como jugablemente, Outlast ha despertado pasiones en GameIt. Como Call of Duty y Battlefield, tanto Frictional como Red Barrels han fijado una fecha de lanzamiento sospechosamente cercana, apenas una semana de diferencia entre uno y otro. Por primera vez en esta generación, el género del terror y survival horror, nos dan a elegir.

Ante todo: Outlast no es Amnesia, y Amnesia no es Outlast. La obra de Frictional se apoya en una narrativa propia de grandes autores de la talla de HP Lovecraft o Allan Poe en pos de ofrecer una historia increíblemente narrada. Outlast apuesta por la «acción» directa con un hilo argumental bastante previsible, aunque con un gameplay muchísimo más intenso que Amnesia, y un Unreal Engine 3 que no parece él. La elección depende de vosotros, pero estamos ante dos títulos increíbles que merecen nuestro dinero. Vayamos, aclarado esto, al análisis.

Mount Massive, la cima del miedo

Somos Miles Upshur, un periodista que, sumido en la monotonía de su vida, un día decide arriesgar su propio pellejo para reflotar su carrera. Cual grupo de adolescentes que decide tomar el camino tortuoso a través del lúgubre bosque lleno de sombras, Upshur decide no aprovechar el hecho de que en su país la posesión de armas sea legal y se encamina sin una mísera pistola a medianoche hacia un psiquiátrico aparentemente inactivo donde se sospecha que hacen experimentos con humanos. El lugar: Mount Massive, Colorado. No hay cobertura a un kilómetro y medio del lugar, como bien declara nuestro (inexperto en aventuras) protagonista en sus notas.

[yframe url=’http://www.youtube.com/watch?v=-4EtR8NU-MI’]

Un tópico con todas las letras, desde luego. La única pega es que, aunque lo hayamos visto más de mil veces en películas y libros, nos va a dar miedo. No tanto lo que descubramos, pues las sorpresas están presentes pero no abundan (la situación del lugar es evidente nada más llegar), sino lo que vemos. La magistral jugabilidad ante la que nos encontramos hace que este marco argumental sea el perfecto para que nos tengamos que poner pañales de vez en cuando. No hay palabras para describir las sensaciones que experimentaremos a medida que nos adentramos en el tenebroso psiquiátrico.

Jugabilidad y modos de juego

El plato fuerte, sin duda, de cualquier survival que se precie. Desde el primer Amnesia y a falta de probar la secuela, nunca habíamos sentido en las carnes que el peligro acecha tras cada puerta y esquina. La tensión llega a límites tan exagerados que la conexión protagonista-jugador se hace palpable prácticamente desde el minuto uno.

Porque en Outlast no tenemos armas. Ni cuerpo a cuerpo, ni mucho menos de fuego. Nuestra mejor defensa es la oscuridad y los recovecos que encontremos en nuestro camino para hallar escondite. Solo disponemos de una cámara que se hará inseparable desde que nos introduzcamos en esta casa de los horrores. La principal función del dispositivo, además de hacer que nuestro protagonista anote lo que vea con ella, es la visión nocturna. Será nuestro principal aliado, pues en más de una ocasión tendremos algún que otro «traspiés» con la electricidad. Dicha función consume muy rápidamente unas pilas que parecen sacadas de un mercadillo de dudosa legalidad en el extrarradio de la ciudad, y tendremos que sacrificarnos más de una vez para explorar el escenario en busca de ellas (que al poco de jugar nos damos cuenta de que abundan, aunque requieran un poco de observación por parte del jugador).

Algunos enemigos podrían llamarse «jefes», y protagonizan las mejores partes del juego.

Cámara en mano, os daréis cuenta… ¿para qué esos escondites que hemos mencionado? ¿acaso nos puede ocurrir algo en unas alcantarillas llenas de sangre por todas partes y cadáveres a tutiplén? Aquí llega lo más temido del juego: los enemigos. Aunque no exista una gran variedad de ellos, están lo suficientemente bien diseñados para hacernos saltar de la silla y activar nuestros mecanismos de defensa corporales (ejem). Existen muchas cosas a resaltar en este aspecto, pero quizás lo más logrado es que nunca sabremos cuándo nos pueden aparecer. Bien podemos haber andado cinco minutos por zonas terroríficas sin que nos pase nada y nos confiemos lo suficiente para aligerar el paso y hacer ruido… y nuestros temores se materializarán en forma de esos seres amorfos, esos humanos privados de su condición que aguardan en el lugar menos pensado. Las habilidades de los enemigos quedan claras al poco tiempo de juego. Por poner uno de ellos (el «gordaco» mostrado en los tráilers) es uno de los más complicados y los encontronazos con él serán los más frecuentes. Afortunadamente, el suelo tiembla a su paso y sus gruñidos nos avisan a tiempo para escondernos… y rezar para que no nos encuentre. Así mismo tenemos jefes finales a cada cual más terrorífico, y las «batallas» contra ellos, en las que el objetivo es escapar y encontrar la llave de nuestra libertad, están sorprendentemente bien diseñadas. ¿La pega? Que cuando muramos un par de veces ya sabremos que no son tan duros como parecen, y que en varias ocasiones tienen que arrearnos varias veces antes de hacernos caer. Además, la duración no es para aplaudirle, tratándose de unas seis horas eso sí, que no dan un respiro (más si buscamos todos los documentos coleccionables y legibles). Además, son 20€ y nos están ofreciendo un título de una calidad sobresaliente.

En definitiva: a pesar de lo que acabamos de decir, nunca habíamos sentido tanta tensión en un juego de terror, y su jugabilidad es de lo mejorcito del género junto a Amnesia (posiblemente incluso superior en este aspecto). Esto, aderezado con unos cuantos sustos scriptados, hace de Outlast una experiencia obligatoria para todo aquel amante del género, una excusa perfecta, aunque quizás algo hardcore, para iniciarse. ¿Te atreves?

Gráficos, sonido y FX

Unreal Engine 3 se supera una vez más y hace de Outlast una experiencia visual sin parangón.

Un Unreal Engine 3 que no parece él. Así definíamos brevemente este apartado, y poco hay que añadir. Outlast pone a prueba cualquier PC,  y visualmente se trata a todas luces de un híbrido entre generaciones. Texturas, modelados, iluminación (muy importante esta) y animaciones de nuestro personaje (no tanto de los enemigos, siendo estas un poco robóticas) merecen un aplauso y contribuyen a hacer de este título de Red Barrels una experiencia increíble y altamente recomendable. Solo mirar a través de la videocámara, con ese filtro verdoso, a un pasillo levemente iluminado, eleva nuestras pulsaciones.

No está doblado, pero desde luego no es un hecho tan destacable como en el caso de un sandbox. Los textos, traducidos, y las voces subtituladas en textos perfectamente apreciables. De los efectos de sonidos solo podemos hablar maravillas. Unos buenos cascos con volumen al máximo os ayudarán a comprendernos. Chapó por Red Barrels.

Conclusión

Tienes que ir por ahí, y no te quedan pilas.

Hay dos grandes bases del survival horror que se moldean de una manera u otra en cada título: intriga e intensidad. Outlast es más efectivo en lo último que Amnesia, y su competidor, por otro lado, triunfa en el suspense. Si esa puerta de al fondo se ha movido, corre y no mires atrás. Si escuchas gruñidos, no creas que estás en Prusia o el matadero y pienses que forma parte de la ambientación. Puede ser, aunque en menor medida, por lo que tu mejor opción es esta: corre.

Con una jugabilidad a prueba de bombas y un apartado visual y sonoro encomiable, Red Barrels puede haber creado una futura saga. Solo con jugarlo en calidad media alucinaremos pepinillos, es un título next gen y prueba de ello es que también se anunciara en PS4. Lo juguemos con amigos, o solos,  lo pasaremos bien. Bien o mal, tal como se mire, pues Outlast es tensión. No tanto terror, pero intensidad. Marcapasos desbordándose en 3, 2, 1…

 

Lo mejor

Lo peor

 

 

Salir de la versión móvil