Silence. Crítica

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Martin Scorsese lleva más de 40 años dirigiendo películas, muchas de ellas de culto, destacando desde sus inicios con “Malas calles” (1973) o “Taxi Driver” (1976), continuando con clásicos del género de la mafia como “Uno de los Nuestros” (1990) o “Casino” (1995) hasta llegar a las más recientes en esta última década como “Infiltrados” (2010), “Shutter Island” (2010) o “El Lobo de Wall Street” (2013). Así que podríamos decir que se trata de un director que está por encima del bien o del mal a la hora de analizar sus películas, por lo cual me resulta un poco difícil cómo catalogar mi opinión a la hora de tratar su último trabajo “Silence” que, como su propio nombre indica, dejó un Silencio crudo en el palco de butacas a la finalización de la misma cuando la vi el día de su estreno.

Empecemos diciendo que se trata de un proyecto muy personal de Scorsese, del que llevaba persiguiendo sacar adelante el último cuarto de siglo (resulta curiosa la efeméride pues se trata de la vigésimo quinta película del cineasta neoyorquino) y que adapta una novela de Shusako Endo, de 1966, plasmando en ella la persecución que sufrieron los japoneses que adoptaron la fe cristiana durante el siglo XVII. Scorsese se hizo con los derechos de la novela en 1990 y fue demorando su creación debido al escaso éxito que habían tenido sus otras aproximaciones al mundo religioso como “La ultima tentación de Cristo” (1988) o “Kundun” (1997). Al final ha llevado  a la gran pantalla la historia de dos monjes jesuitas portugueses que viajan al Japón Imperial en busca de su mentor, un misionero del que las informaciones  dicen ha renunciado a la fe tras ser perseguido y torturado, debido a una denuncia por parte de los productores de la misma por incumplimiento de contrato.

Durante todos estos años se barajaron para los roles principales nombres como los de Daniel Day Lewis en el papel del mentor y Leonardo Di Caprio en el de uno de los jóvenes párrocos. Finalmente los actores escogidos fueron Liam NeesonLa lista de Schlinder«) y Andrew GarfieldThe Amazing Spiderman«), completando el trío de roles principales el ascendente en los últimos años Adam Driver (conocido por el público general por su papel de Kylo Ren en el «Episodio VII» de Star Wars).

Scorsese se reúne de sus colabores habituales en sus últimos trabajos Telma Schoonmaker (Montaje), Dante Ferreti (Vestuario) y Rodrigo Prieto (Fotografía), para demostrarnos que, aún a regañadientes, este es un trabajo muy personal en el que el director muestra un pulso y dominio del medio como pocos cineastas pueden demostrar y se calza una película de la que sales aturdido de primeras porque obliga a una segunda reflexión para dar una opinión justa de su trabajo.

Frente a otros trabajos mucho más directos y llenos de rabia y adrenalina como son sus películas centradas en el mundo del hampa o la propia El lobo de Wall Street, en las cuales el enfoque de la historia es más material, en esta película el director  nos pide que conectemos con temas tan personales  y profundos como la conciencia y el alma a través de un relato histórico sobre las creencias personales y la relación con  la existencia de un Dios o creador y cómo eso afecta  a nuestros semejantes.

Así la película basa todo su peso en el contrapunto entre la fuerza de sus imágenes, llenas de belleza, desde los planos cenitales de unas escaleras blancas e impolutas que al momento nos trasladan a un bar portuario donde la miseria casi nos engulle, pasando casi sin pestañear al agua y la niebla de un barco llegando al encuentro entre los monjes jesuitas y los cristianos japoneses entre los juncos que parece sacado de las mejores películas de terror, y así sucesivamente a lo largo de la la película, llena de planos cautivadores  que muestran la excepcional labor de fotografía de  Rodrigo Prieto.

Pasando ahora a analizar las interpretaciones contenidas de su trío de personajes principales, en especial el rol protagonista de Garfield  ya que a través de sus ojos el director nos muestra que sin amor no hay fe, y este se nos puede mostrar de diversas maneras. Esto se ve desde la perspectiva arrogante del principio de la película en el que el sacerdote Rodrigues (Garfield) muestra su devoción mediante el sacrificio y el martirio en la persona de los cristianos japoneses dispuestos a sacrificarse  a su terrible destino, bajo la premisa de que después de este mundo de penalidades les espera un paraíso. También lo vemos en el perdón que muestra Garfield en su confesión en varias partes de la película hacia uno de los conversos japoneses por sus pecados, y en el que vemos la evolución del personaje desde el desprecio arrogante  de la superioridad moral de los inicios de la película, hasta su clímax final en donde las revelaciones que este le hace, le mueven a aceptarle como un hermano y amigo hasta el fin de sus días.

Conclusiones de Silence

En resumidas cuentas, en Silencio Scorsese se marca una película reivindicativa en la que vuelve a tratar el tema de la fe pero desde una perspectiva diferente a la apostática que nos mostraba en la ultima tentación de cristo, para decirnos que la ensoñación en la fe de cada uno es lo que nos hace mas humanos, acercándonos a la divinidad a través de la redención de sus personajes.

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