State of Decay 2. Análisis PC

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En 1970 el director neoyorkino George A. Romero estrenaba en cines una de esas obras que hacen época : La noche de los muertos vivientes. Este evento supuso el pistoletazo de salida para una fiebre que en pocos años «infectaría» casi todos los medios de entretenimiento que conocemos hoy día. Desde la literatura hasta el cine pasando por los videojuegos, los zombies han conseguido convertirse en una especie de subgénero dentro del tradicional género post-apocalíptico, llegando a convertirse en estos últimos tiempos un auténtico icono de la cultura pop gracias a series, películas y videojuegos. State of Decay 2 es a priori la enésima propuesta de juego de zombies, un título basado en la supervivencia dentro de un mundo abocado a la extinción donde viviremos el día a día de un grupo de supervivientes así que… ¿Qué tiene de especial esta franquicia?

Hagamos un poco de memoria…

En su día, la propuesta del primer State of Decay se podía resumir en un una frase: Vive tu propio Walking Dead. La serie de AMC puso a los infectados de nuevo en primera plana tras un tiempo en el que el muerto empezaba a oler, aunque de una forma diferente, esta vez la historia dejaba el terror y el gore en un segundo plano para dar un mayor protagonismo a los supervivientes y sus vidas, es decir, al como salir adelante dentro de este infierno.

Poco después los videojuegos también se hicieron eco de este cambio de mentalidad. La gente ya no solo quería matar hordas y hordas de zombies, ni tampoco jugar a una obra terrorífica y lineal donde sobrevivir a estos terroríficos enemigos. El mundo abierto estaba esperando y era hora de meter a los jugadores en un verdadero entorno hostil, un mundo grande al que salir a recolectar suministros y materiales con el hándicap añadido de sobrevivir en el intento. Juegos con un perfil mas orientado al multijugador online lo han intentado (H1z1, Day Z, Seven Days to die) pero su enfoque al PVP y esa regla instaurada de morir y perderlo todo no convenció del todo a algunos jugadores. Dejando a un lado Project Zomboid ya que es una propuesta infinitamente más pausada y realista, State of Decay 2 parece erigirse como el estandarte de juegos de este estilo apostando por su jugabilidad y enfocándose en el monojugador, ya que pese a tener su componente online, la aventura está bien pensada para vivirse en solitario. Se trata de un juego de acción, exploración y gestión de recursos con cierto toque RPG. En esta aventura no lineal tan solo deberemos preocuparnos del día a día y de nuestra comunidad, de hacer crecer nuestro grupo, atender a sus necesidades y mantenerlo todo el tiempo que podamos con vida; dando pie a situaciones dramáticas y difíciles provocadas por la muerte (permadeath) de nuestros personajes.

Vivir nuestro Walking Dead particular

Hubo una frase de Undead Labs que en su momento hizo que nos temiésemos lo peor: “Antepondremos la jugabilidad a los bugs”.

Personalmente entre en pánico. El primer State of Decay había presentado una idea fresca pero con demasiados carencias técnicas que lo hacían prácticamente injugable (lleno de bugs y con un rendimiento demasiado defectuoso), lo que me hizo pensar por un momento que con esta entrega pasaría lo mismo. Lejos de ser así el juego a llegado finalmente con ciertos bugs, aunque para nada destroza una experiencia que por fin ha correspondido al potencial que esperábamos en la primera entrega.

La cosa va de gestionar a un grupo de supervivientes e intentar hacer crecer nuestra pequeña comunidad en el infierno zombie, atendiendo sus necesidades e intentando mejorar y crecer como grupo. Salvo la pareja inicial de supervivientes no podremos elegir a nuestros “protagonistas” por lo que la edición y creación de avatares dentro del juego es totalmente inexistente. Desde mi punto de vista ha sido una decisión valiente por parte de Undead Labs  tomar la decisión, y la agradezco, ya que esto desemboca en que poco a poco vayamos adaptándonos a lo que tenemos y a explorar las posibilidades que nos da cada superviviente.

State of Decay 2 se juega en tercera persona, con una cámara colgada al hombro para apuntar y con un combate cuerpo a cuerpo bastante centrado en la administración de energía, con golpes y remates. Contaremos con la ya clásica barra de estamina y con otra de vida que deberemos ir vigilando, puesto que si llegamos a cero nuestro superviviente perderá la vida; algo que esta vez será definitivo y sin posibilidad de cargar partida.

La gestión de nuestro grupo se lleva a cabo desde la base. En este lugar almacenaremos todo objeto que vayamos encontrando, construiremos puestos de ayuda y cambiaremos el control de personaje activo. También tendremos la posibilidad de cambiar entre los diferentes supervivientes, algo obligatorio ya  que controlar durante un largo periodo al mismo le provocará fatiga y una mayor predisposición a enfermedades y traumatismos. Para poder mantener esta comunidad a flote deberemos hacernos con armas,materiales y todo tipo de recursos que nuestros personajes necesitan consumir durante nuestra ausencia (comida, gasolina, munición, materiales y medicinas). Es importante que estemos atentos a esto último, ya que la falta de recursos puede ser el desencadenante de rencillas o peleas entre nuestros supervivientes, siendo lo más importante la comida y vigilar a supuestos infectados.

Salir del refugio y hacer una expedición será el pan de cada día, ya que necesitaremos un flujo constante de recursos para seguir creciendo y atender a las exigencias del grupo. La cosa es que el mapa estará completamente infestado de zombies, siendo éstos más peligrosos y abundantes durante la noche. Una de las cosas que más me ha sorprendido del juego es su extenso ciclo de día-noche, ya que por lo general este ciclo se ve bastante recortado, ya sea con días que duran cinco minutos o dándonos la posibilidad de descansar en cualquier momento para que cambiemos de hora. State of Decay 2 ha tomado otra valiente decisión: obligarnos a sufrir la noche. Los días del juego duran aproximadamente 20-25 minutos, por lo que en muchas ocasiones necesitaremos salir y vernos obligados a hacerlo de noche cuando la oscuridad será tremendamente asfixiante y nuestros enemigos tendrán mayor posibilidad de sorprendernos. La tensión que provoca esto es sin duda una de las cosas que más me ha gustado del juego, ya que uniéndolo al tema de la permadeath, en bastante ocasiones nos veremos obligados a huir y sobrevivir como podamos, con el corazón a mil y rezando para que la cosa no vaya a peor. También hay que añadir que aparte de los zombies rasos tendremos otros invitados especiales como los aulladores o lo inflados, los cuales nos pueden poner las cosas muy feas si nos despistamos un poco…

Un aspecto jugable que ha evolucionado bastante bien con respecto a la primera entrega es la conducción. Pese a no ser para nada realista y ser la fuente principal de varios bugs, lo cierto es que el toque arcade que se la ha dado no le sienta nada mal. Podremos modificar y reparar todo tipo de vehículos que encontremos por el mapa, siendo necesario que vigilemos en todo momento su gasto de combustible y su estado. Es una pena que los bugs hagan en ciertos momentos de la conducción un handicap más, ya que se trata de una de las facetas más renovadas del título y de las más estrictamente necesarias de trabajar debido a su relevancia en el desarrollo de la aventura.

En último lugar toca hablar del aspecto que más y mejor se ha trabajado en el juego: la gestión de la base. Con un regusto a This War of Mine muy agradable, el juego funciona de una manera similar al título de 11 bit studio, tanto que incluso algunas opciones e iconos son exactamente los mismos. Podremos construir una granja que nos permitirá extraer comida haciendo uso de semillas (y de un jardinero que las plante), podremos escarvar escombros para despejar habitaciones de nuestra base y ampliar el espacio, asignar trabajadores para construir una torra de vigilancia, tratar las enfermedades de un personaje con la ayuda de un médico, etc…

Undead Labs ha sabido dar ese toque administrativo y de gestión al juego que le sienta de maravilla. La comunidad necesitará de todo tipo de perfiles para salir adelante: desde un personaje fuerte que les proteja hasta un cocinero que ayude a racionar mejor las existencias de comida. Cualquier personaje podrá aprender hasta un máximo de 5 habilidades que podrá ir mejorando con el uso hasta el punto de especializarse en ella. Desde la base podremos transmitir señales de radio para ganar influencia (moneda principal del juego), guardar coches y dar descanso a los supervivientes exhaustos. El único pero que encontramos en este apartado es la poca interacción que tenemos con nuestros compañeros, con los que apenas podemos hablar y los cuales parecen vivir una vida totalmente ajena a la de un apocalipsis zombie, algo provocado en gran medida por la prácticamente nula IA integrada en nuestros aliados. A veces duele ver que los propios zombies actúan de manera mucho más lógica que nuestros compañeros…

Problemas técnicos y algunos bugs

Y como no todo podía ser un camino de rosas ha llegado el momento de hablar de bugs y aspectos negativos. Es de recibo recalcar que esta segunda entrega de State of Decay mejora y mucho a su predecesora, pero parece que inevitablemente ha tenido que arrastrar ciertas carencias que ya veíamos por aquel entonces.

En primer lugar los archiconocidos bugs, que pueden matarte a un superiviviente o hacerte dar 30 vueltas de campana con el coche solo por tocar la esquina de una casa al dar marcha atrás. Es inevitable que en juegos de estas características se den errores, glitches o bugs que nos saquen directamente de la experiencia, pero si por esto fuera hablaríamos de que TES: Skyrim es un mal juego…algo impensable y totalmente fuera de contexto. El principal problema que tienen los bugs de State of Decay 2 es que te pueden constar caros.

Otro problema que salta a la vista es la IA aliada. Cuando conoces a un nuevo grupo de supervivientes afincados en un chalet a 2 km de tu refugio; llegas, y estos están intentando atravesar paredes porque han detectado un zombie fuera al que quieren reventar te das cuenta de que algo falla. Cuando estas en tu refugio y ves a cinco personajes prisioneros en un interior del cual son incapaces de salir  colisionando una y otra vez como auténticos idiotas, eso es un fallo que te saca de la experiencia. Tanto por sus diálogos insípidos como por la IA es difícil creerse a un personaje en State of Decay 2. Un detalle que me ha escocido particularmente tiene que ver con la ambientación y es el hecho de que al llegar a base podemos observar al resto de supervivientes labrando, barriendo, descansando, etc, algo lógico, el problema es que esto no sucede en ningún otro lugar; por lo que si encontramos a otro grupo de supervivientes lo más probable es que les veamos dar vueltas y vueltas en la misma casa. También me ha parecido extraño el hecho de poner a trasmitir una señal por radio a un miembro del grupo e inmediatamente percatarme de que el mismo esta sentado en una silla en el jardín. Son esos detalles los que terminan por sacarte de una experiencia que me habría encantado creerme, poder meterme en mi pelicula, ya que pese a la falta de historia a veces es exageradamente difícil que nos podamos creer tantos comportamientos extraños e ilógicos por parte de estos humanos.

Un apocalipsis agradable a la vista

Gráficamente el juego muestra una estética que intenta ser realista y decadente. Pese a sus fallos de optimización y de rendimiento, que esperemos ver mejorar con el tiempo, lo que vemos en pantalla es bastante creíble. Existen 4 mapas de un tamaño considerable por los que podremos movernos y explorar libremente, cada uno de ellos con una ambientación propia (valle, altiplano, zonas urbanas, etc).

Los zombies parecen sacados directamente de Fortnite (con sus grandes y brillantes ojos amarillos) aunque desde luego parecen sangran y desmembrarse bastante más. Las animaciones muestran un buen nivel y una fluidez inmensamente mayor a las de la primera entrega, con grandes dosis de violencia y espachurramiento sesos. Es una lástima que muchas veces estas se ejecuten de manera errónea, ya que volviendo a los mismo de antes, nos sacan un poco de la experiencia y volvemos a ver fantasmas pasados de la entrega original. Posiblemente sea esa búsqueda del realismo lo que al final termine por herir a State of Decay 2, ya que cuanto más nos den más vamos a exigir si queremos creernos lo que estamos jugando.

A nivel de BSO estamos ante un juego de zombies que sabe hacer uso de ella. Tanto a la hora de recrearnos con el paisaje como en momentos de peligro, el juego cuenta con melodías realmente inspiradas que recuerdan a Walking Dead. Sus temas tristes y lentos fusionados con esos parajes abandonados en pleno atardecer me han hecho pararme a mirar, algo que siempre es digno de mención. Por último señalar que el juego viene doblado en inglés e íntegramente subtitulado al español de Latinoamérica.

Conclusiones de State of Decay 2

State of Decay 2 me ha recordado en cierta medida a Sea of Thieves.

Microsoft está levantando cabeza después de un comienzo de generación en el que tuvimos más de lo mismo de siempre. Ahora las cosas estan cambiando y han apostado por otro juego de esos que me encantaría ver triunfar por su fresca propuesta y el potencial que encierra dentro de ella. Lamentablemente la cosa no ha salido todo lo bien que nos hubiera gustado, pero sin duda estamos ante un juego que cualquier amante de los juegos de mundo abierto y los zombies sabrá disfrutar. La cantidad de mecánicas y posibilidades que ofrece pueden tenernos mantenernos entretenidos horas y horas, y la falta de linealidad de la aventura fomenta a crear nuestra propia historia con los personajes que nos han tocado y que vayamos encontrando. Se trata de un juego de acción satisfactorio que mejora si jugamos en compañía de un amigo, pero principalmente estamos ante un título enfocado para un jugador. Puede que State of Decay 2 no sea el juego de mundo abierto y zombies definitivo, pero la abismal mejora con respecto a la primera entrega y su cantidad de contenido me han convencido de que este es el camino a seguir.

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