Transformers El último caballero. Crítica

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Aún recuerdo cuando Michael Bay se dio a conocer a mediados de la década de los 90 con sus dos primeros títulos «Dos policías rebeldes» (1995) y «La Roca» (1996). Pertenecía a una nueva hornada de directores curtidos en el mundo del videoclip y que con un estilo muy visual venían a cambiar las bases de la comunicación audiovisual y el montaje que se utilizaban en el medio cinematográfico hasta entonces (junto con otros como David Fincher o el algo posterior Zack Snyder).

Sin embargo cada nueva película de este director no ha hecho más que sumirle en una caída cuesta abajo sin retorno de pirotecnia y cámara lenta, de la que pareció resarcirse brevemente en su película posiblemente menos comercial pero más sobresaliente «Dolor y dinero» (2013).

Así el director Americano se vuelve a poner detrás de las cámaras para mostrarnos un nuevo capítulo en la sempiterna lucha eterna entre los autobots y los decepticons, el quinto ya de la saga, y en un símil de la carrera del director, cada capítulo ha sido peor que el anterior.

Desde que arrancara la saga bajo el apadrinamiento de Steven Spielberg y su sello Dreamworks para traer en el año 2007 el primer capítulo de «Transformers», adaptación de las andanzas en la tierra de los robots de la mítica juguetera Hasbro, a pesar de algún que otro altibajo de guion, el resultado fue bastante decente y prometedor en el desarrollo de los personajes con los que se crió una generación entera. El excesivo uso del slow motion y el CGI era más comedido, quizá quien sabe gracias a según las malas lenguas a la intervención del rey midas de Hollywood en el montaje de algunas de las escenas de la película.

Sin embargo las esperanzas se fueron difuminando con cada nueva parte que se estrenaba hasta llegar a esta «Transformers: el último caballero», en la que en un ejemplo de desgana máxima (se rumorea que el director cansado de la saga se vio forzado a dirigirla en el acuerdo que tiene con Paramount para que le permitan desarrollar proyectos más personales como «13 horas: Los soldados secretos de Bengasi»-2016-). El director no nos introduce en una historia sino que desde los primeros compases de la historia nos introduce en la espiral de explosiones y movimientos imposibles de cámara durante más de ¡¡ 150 minutos!!

Transformers: El primer caballero se abre y cierra con el caos. La primera escena muestra cuerpos volando por todas partes mientras las llamas perforan el cielo en la reimaginación de Michael Bay de los caballeros de la mesa redonda.

Al final la sensación que le queda a uno al salir de esta película es, parafraseando a un compañero de medio, la de salir anestesiado con una dosis de mareo que ninguna aspirina podría mitigar, y en la que en opinión del aquí firmante el director insulta la inteligencia de los espectadores.

Entrando ya en la trama que supuestamente intenta contar, Optimus Prime ha abandonado la tierra en busca de los restos de su planeta natal Cibertron y nuestro aguerrido héroe-inventor, introducido en la película anterior Cade Yeager (Mark Walberg), se dedica a intentar proteger en un chatarrero que utilizaba a modo de refugio para estos exiliados intergalácticos, a los autobots que no paran de caer desde las estrellas en la tierra, y que son perseguidos y masacrados por el gobierno que les ha declarado la guerra.

En una de estas incursiones un robot ancestral malherido le entrega un amuleto que debe proteger y Yeager pronto descubrirá que dicho artefacto es la clave para solventar la confrontación entre ambos bandos y que oculta un secreto que data de la era del rey Arturo. Y sin que nos quede muy claro cómo en una serie de saltos de escena que recuerdan a los del capitulo de los Simpson de «Hommer y la tostadora» nos encontramos a Yeager en Inglaterra acompañanado a una joven y bella historiadora de nombre Vivian (Laura Haddock), también involucrada en la trama artúrica como una descendiente de Merlín, capaz de desarrollar las habilidades necesarias para salvar la Tierra.

A partir de ahí el intento de guion, o más bien, el ensamblaje de ideas a medio desarrollar por parte de los guionistas Art Marcum y Matt Holloway, se basa en dos cosas, escenas de acción sobrecargadas y chistes sin ninguna gracia, ambas dosis en proporciones desmedidas.

Los personajes carecen de desarrollo, lo que les suceda no genera ninguna emoción en el espectador más que la indiferencia, es una vergüenza ver a buenos intérpretes como Jhon Turturro o Anthony Hopkins (recordemos ganador de un Oscar por su mítica interpretación de Hannibal Lecter en «Silencio de los Corderos»-1991-) en semejante bazofia.

No sigue ninguna estructura en el desarrollo de la historia, tiene un incidente desencadenante de la trama y un clímax por simples convencionalismos cinematográficos, sin embargo todo lo que transcurre entre medias son escenas tan desordenadas e improvisadas y carentes de lógica interna, que puedes ponerlas en el orden que a uno le salga en gana sin que se notara la diferencia (no soy capaz de sacarme de la cabeza el momento en el que un robot protagonista, le dice al personaje de Hopkins que él ha sido el más «cool» de todos los lores a los que ha servido).

La película se dedica a desaprovechar todos los elementos, que con un breve desarrollo del guion hubiesen podido hacer sobresalir brevemente a la historia que cuenta, tales como el desarrollo de la leyenda artúrica de los transformers o su incursión en diferentes momentos de la historia moderna (se hace mención a su influencia en la muerte de Hitler). Esa ausencia de trama la convierten en un desorganizado e hiperdesarrollado calvario que no parece tener fin en sus 150 minutos de duración, convirtiéndola en una película aburrida y carente de ritmo.

Conclusiones de Transformers el último caballero

Uno se pregunta: ¿Cómo una película que entreteje dragones de metal, las leyendas artúricas, a sir Anthony Hopkins y a los robots alienígenas puede ser tan mala? Pues por una sencilla razón: es aburrida, más que cualquier película anterior que Bay haya hecho.

Transformers el último caballero es incoherente hasta el punto de la parodia, las escenas de acción están mal coreografiadas, el dialogo es más débil que nunca en la saga y los giros de la trama no tienen ningún sentido.

Se supone que Michael Bay hizo esta película para los fanáticos de la saga. A los fans les encanta perdonar los errores de las franquicias que adoran (ahí están los ejemplos de Star wars o los universos de Marvel y DC), pero incluso los más fanáticos de los Transformers no podrán argumentar la pereza absoluta y chocante de esta película.

Incluso en las peores películas de acción a menudo se vislumbra cierto potencial artístico mal gestionado o intentos de entretener que simplemente no funcionaron, sin embargo aquí se llega a la conclusión de que el desarrollo de esta franquicia a nadie le importaba. Hay tan poco esfuerzo para darle sentido o hacer que sea interesante incluso para los fans. Se trata más de una obligación contractual con el estudio por parte de los responsables  de la misma para cobrar el cheque.

https://www.youtube.com/watch?v=yeeVStrWTOE

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