Transistor. Análisis PC

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En 2011, un desconocido estudio independiente llamada Supergiant Games sorprendió al mundo del videojuego con el excelente Bastion. Tras tal rotundo éxito inicial, muchos se preguntaban qué vendría después. La respuesta la conocimos en 2014, de manos de un nuevo juego llamado Transistor. ¿Logró este pequeño estudio mantener las altas expectativas puestas en él? Hoy retroanalizamos su último título para saberlo.

La decadencia de una sociedad

Transistor nos transporta a la futurista y estilizada Cloudbank, una ciudad de corte cyberpunk cuyo urbanismo vertical se entremezcla con un idealismo asociado al progreso y al tecnología. Una sociedad idílica que, opinando a través de distintos paneles informáticos, puede decidir absolutamente cada aspecto de la urbe, desde el tiempo que hará ese día hasta el color del cielo.

Sin embargo, cuando el juego comienza, Cloudbank no parece tal sueño de la democracia. La gente ha estado desapareciendo misteriosamente durante los últimos tiempos y, ahora, el ente informático conocido como El Proceso está destruyendo la ciudad bloque a bloque, barrio a barrio, dejando libre a una horda de peligrosos enemigos. La enigmática Camerata parece estar detrás del caos, por lo que nuestros pasos nos llevarán a buscarla para saber qué está pasando.

Es durante este viaje en busca de respuestas cuando el título demuestra su mayor punto fuerte: el emocional. La relación entre Red, nuestra pelirroja protagonista, una cantante que ha perdido su voz, y su parlanchina espada llamada Transistor —interpretada por un gran Logan Cunningham—, se nos va presentando trazo a trazo a lo largo de la aventura, hasta acabar dibujándonos un cuadro que tocará la fibra de la mayoría de los jugadores. Al igual que ocurrió con Bastion, Supergiant Games demuestran cómo hay que contar una historia.

Tiempo real… y por turnos

Las virtudes de Transistor no se quedan únicamente en su capacidad narrativa. Como RPG isométrico el juego cuenta con muchos elementos clásicos del formato, como la subida de niveles y la personalización de habilidades. Sin embargo, su sistema de combate utiliza una original mezcla de batalla en tiempo real y por turnos: moveremos a una vulnerable y casi indefensa Red por el escenario de combate en tiempo real, mientras esperamos que una barra de tiempo —llamada Turn ()— se complete. Será entonces cuando podremos pausar el combate y utilizar nuestras habilidades —conocidas como funciones— para derrotar a sus enemigos. En esos momentos, el componente táctico de Transistor se torna vital pues, dependiendo de cómo combinemos las funciones y de dónde situemos a Red al usar cada función, se podrá conseguir un efecto mayor o menor. Este sistema de combate, donde se alternan vulnerabilidad —tiempo real— e invulnerabilidad —turno—, nos obligará a pensar muy bien cada movimiento en esa especie de juego del gato y el ratón, pues una mala jugada puede dejarnos vendidos ante nuestros enemigos.

Los que hayan jugado a Bastion ya conocerán otro de los elementos clave de la nueva aventura de Supergiant Games: la dificultad moldeable gracias a los limitadores. Al igual que los ídolos de Bastion, estos limitadores nos otorgarán mayor experiencia tras cada combate a cambio de fortalecer a nuestros antagonistas de distintas maneras —mayor daño, mayor cantidad de enemigos— o debilitando a la propia Red.

Sin embargo, no todo será combate, pues en Transistor también podremos recorrer la ciudad en busca de terminales de información, eventos y personas desaparecidas, las cuáles nos otorgarán nuevas funciones para nuestra espada. Este aspecto es seguramente el punto más flojo de Transistor, pues el planteamiento lineal del título siempre nos dejará la sensación de que apenas estamos arañando la superficie de un entorno tan interesante como Cloudbank. Sin duda, con un mayor elemento de exploración, el juego podría haber ganado muchos puntos.

El regreso de una voz maravillosa

Transistor es un juego bello, con un estilo que encantará a los amantes del cyberpunk. Sus gráficos son detallados, estilizados, tan oscuros como la propia ciudad. Todo en Cloudbank es tecnología, y así queda patente a través del diseño de la obra.

Respecto al apartado sonoro, Supergiant Games vuelve a contar con un dúo cuya química funcionó increíblemente bien en Bastion: Darren Krob como compositor y Ashley Lynn Barrett como vocalista. Sin duda, uno de los mayores placeres del juego es oír la dulce voz de Barret en temas como “Paper Boats”, “The Spine” o, sobre todo, la poderosa “In Circles”; no hay tema que no se entrelace a la perfección con la emoción que el título quiere trasmitir en cada momento, creando una deliciosa sincronía entre lo que te están contando y lo que sientes como jugador.

Conclusiones de Transistor

Transistor es uno de esos videojuegos especiales, una de esas joyas ocultas que puede pasar desapercibida bajo el peso publicitario de los pesos pesados del videojuego. Sin embargo, como ya ocurrió con Bastion, Supergiant Games han vuelto a crear una maravilla visual, musical y emocional que, si tienes oportunidad, deberías probar.

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