Transport Fever. Analisís para PC

Todos somos conscientes que la simulación en los videojuegos de cualquier ámbito ha sido pieza clave para el desarrollo del sector y, como grandes representantes, siempre hemos tenido a la saga Tycoon y la saga Sim para emular cualquier aspecto de la vida. Durante este tiempo hemos podido disfrutar de simuladores de hospitales, zoológicos, granjas, transportes, ciudades y hasta Youtubers. Pero ese juego que llegó a los corazones de muchos jugonesfue Transport Tyccon, donde nos poníamos en la piel de un magnate del transporte, quien quería hacerse con el control de toda la región en una lucha encarnizada. Ahora y, de la mano de Urban Games y Gambitious D.E., tenemos la oportunidad de revivir ese placer de gestionar, controlar, crear y mantener nuestra propia empresa de transportes. Si habéis jugado a su predecesor, Train Fever, es similar pero con bastantes mejoras en todos los aspectos. Transport Fever nos traslada a escenarios incomunicados, los cuales piden a gritos una buena empresa de transportes para que el sistema de producción no se detenga. En un inicio se nos muestra como un sueño, que revive en los mayores anhelos de un viejo jugón, pero se queda en un mero anhelo. Somos conscientes de todo lo que nos podría llegar ofrecer, pero nos damos cuenta de que el tiempo hace que el juego pierda interés por todas partes. Si no eres muy fanático, terminarás posiblemente dejándolo aparcado y decepcionado porque es un juego que cuesta 31,99€ a través de Steam.

Que tiene para ser gestionado

Como no puede ser de otra forma, el elemento clave del juego es el material que transportamos y las ciudades a donde tenemos que transportarlos. De este modo encontraremos bastantes materiales, como puede ser carbón, madera, diferentes tipos de pasto o ganado, junto una localización que produce dicho material. Entre medias encontraremos empresas que manufacturarán los materiales que les debemos transformar y, de esta manera, continuamos la cadena que finaliza al entregar el producto final a los clientes. Una gran diferencia que nos encontramos, en juegos de simulación similares, está en que cada ciudad dispone de una cantidad de edificios diferenciales entre sí como son viviendas, comercios y fábricas. Este dato toma notable relevancia cuando nos damos cuenta de que cada estación tiene un radio de eficacia y no abastecerá a la ciudad entera, eso quiere decir que tendremos que distribuir nuestros trenes o vehículos de tal manera que podamos abastecer a toda la ciudad. El único limitador que encontraremos a lo largo de nuestras aventuras será el dinero, el cual tendremos que asegurar una serie de transportes o líneas que les permitan generar unos beneficios en base para empezar nuestro gran monopolio, palabra clave del juego ya que somos la única empresa que participa. Por otro lado y, como no puede ser de otra manera, tendremos que gestionar nuestra propia flota de transporte, donde tendremos incluidos hasta 120 vehículos de tierra como trenes, coches o carros, vehículos marítimos y vehículos aéreos. Todos estos vehículos tienen una gran especificidad, por lo que será importante elegir correctamente el que queremos y para la actividad que lo queremos. Es importante añadir que la cantidad de ellos también es amplia, lo que hace que los fanáticos de los vehículos puedan gozar de esta variedad. Teniendo los materiales, los recursos y los elementos necesarios para transportarlos, lo único que queda es hacerlo de la manera más eficiente posible. Aquí es donde Tranport Fever tiene más puntos positivos para ser jugado, gracias a la orografía del terreno es un auténtico reto interconectar con cada uno de las materiales a sus cadenas de producción y, desde ahí, dirigirnos a las ciudades sin generar un caos total que termine por desesperarnos.

Una historia que merece la pena 

Tranport Fever nos ofrece la posibilidad de jugar de dos formas diferentes: la primera sería el modo historia donde podríamos jugar hasta en siete escenarios diferentes, desde la perspectiva europea o desde la perspectiva americana, siendo la fecha de inicio en el año 1850. En el caso de coger el modo americano, podremos disfrutar de grandes eventos ligados a la historia de este continente. Pero, por otro lado, si elegimos la región de Europa la aventura tomará un tono diferente al aprovechar perfectamente la orografía del terreno, para generar una confrontación con el jugador y el sistema de transportes. Nadie dijo que fuera fácil construir un túnel en los Pirineos y, Tranport Fever, da buen crédito de ello. En un inicio es muy atractivo, ya que nos incita a continuar para ver qué es lo que nos van a mostrar. Pero, con el tiempo, se vuelve repetitivo en el modo historia debido a un fallo con la inteligencia artificial, o lo que podríamos llamar los enemigos, es prácticamente nula. Pondremos un ejemplo: en el oeste tendremos que construir una vía ferroviaria de sur a norte y se nos dará la posibilidad de atravesar territorio comanche, donde nuestra única dificultad será si queremos pagarles o no. Esto podrá tener consecuencias en el futuro, como que nos terminen destruyendo las vías. No tenemos a nadie que se adelante para construir esas vías, por lo que nuestra lucha será contra nuestras propias decisiones y no contra rivales de verdad. Este fallo marca la diferencia entre un gestor y un videojuego, porque un gestor mantiene el consumo y gasto del dinero; mientras que, el videojuego ofrece una dificultad mediante la interposición de otro agente que tenga la misma motivación que nosotros, es decir, construir donde se pueda y como se pueda para ganar mucho dinero.

Una vez terminadas las misiones del modo historia, tanto en Europa como en Estados Unidos, tendremos la posibilidad de ir al modo libre donde podremos configurar la partida a nuestro gusto y, de esta manera, generar un mundo donde el transporte será sinónimo de nosotros. Esto le resta intensidad al juego, debido a que carece de cualquier inteligencia artificial que nos ponga las cosas más difíciles. Nos puede dar muchas horas de entretenimiento, pero sólo para aquellos que busquen una simulación sin confrontación. Y, en caso de que no tengamos dinero para continuar, podremos pedir un crédito tras otro hasta que el banco nos dé dinero.

Como se ve

En lo referente a la calidad gráfica, podemos observar desde las grandes alturas hasta una cámara muy próxima que nos permite ver el ajetreo de la ciudad. Gracias a una buena iluminación y a un buen tratamiento de las texturas, podemos observar que los edificios son bastante realistas, tratándose de meros bloques rectangulares. La música que nos acompaña, por lo general, es relajada y en ningún momento nos estresa. Cada tipo de vehículo tiene su propio sonido y, en ningún momento, vemos que tenga fallos que nos pueda sacar de la experiencia de juego simulación. El sistema de control es bastante fácil e intuitivo, aunque quizás al principio nos pueda costar un poco, pero tampoco habrá problema ya que tendremos un tutorial que nos indicará donde están todas las ventanas del juego y como ver la información necesaria para gestionar una ruta entre un lugar y otro. De esta manera, sólo con el ratón y con dos teclas, podemos dar rienda suelta a nuestra imaginación para crear un complejo sistema de red de comunicaciones y transportes. Algo que llama la atención y cuanto menos interesante, es poder ver cómo se deterioran los vehículos con el uso y la obligatoria necesidad de cambiarlos por otros antes de que tengamos un accidente y perdamos mercancías o personas.

Conclusiones de Trasnport Fever

Por un lado, Tranport Fever cumple a la perfección el concepto simulación de transporte permitiéndonos hacer casi cualquier cosa para unir dos territorios, ciudades o generadores de recursos, por mapas más o menos grandes con diferentes geografías. Es entretenido si no esperamos encontrar dificultades más allá del propio dinero para ir renovando vías y vehículos, y así terminará siendo todo sea más fluido. De esta forma, ganaremos más dinero. El juego carece de interés ya que no nos ofrece apenas retos, pero es una buena base para forjar el simulador de transporte que llevamos esperando desde hace tiempo.

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