En un medio saturado de juegos que persiguen el fotorrealismo y las superproducciones cinematográficas, Katana Dragon decide caminar por la senda opuesta. Su propuesta nos habla en un lenguaje que parece sacado de nuestra infancia: píxeles, música chip tune, estética voxel y un alma de videojuego clásico, de los que no necesitan justificarse con cinemáticas de 20 minutos para atraparnos. Pero que nadie se engañe. Detrás de su apariencia sencilla se esconde un RPG de acción rico, vibrante, y con una personalidad tan arrolladora como la de sus protagonistas.
Lo que hace especial a Katana Dragon no es solo su estilo retro o su combate ágil, sino su valentía al construir un mundo donde la tradición japonesa y el folclore español se dan la mano, creando un universo tan excéntrico como entrañable. Esta obra del estudio independiente español Tsunoa Games, que se encuentra actualmente en acceso anticipado, apuesta fuerte por una mezcla de mecánicas reconocibles y un humor sutil que conecta directamente con los jugadores nostálgicos sin dejar fuera a los nuevos.

Un dúo de ninjas y un mundo maldito
La historia nos pone en la piel de Shin y Nobi, dos ninjas enfrentados a una invasión demoníaca que ha sumido a Sogen, un mundo abierto repleto de secretos, en una oscuridad progresiva. Esta pareja, complementaria tanto en personalidad como en habilidades, debe enfrentarse a hordas de enemigos, resolver puzles ambientales, liberar pueblos, recolectar gemas mágicas y encontrar la forma de restaurar el equilibrio.
Desde los primeros pasos, Katana Dragon nos permite explorar libremente, hablar con NPCs cargados de carisma y sumergirnos en una narrativa fragmentada que se va desvelando a través del entorno. Aunque la historia no se impone, sí logra atraparnos por su tono ligero, que a ratos roza lo cómico, como cuando encontramos referencias a la paella, jamones flotantes o fanáticos del flamenco en medio de un mundo claramente nipón. Este juego no busca tomarse demasiado en serio, y ahí radica parte de su encanto.

Sabor añejo y control preciso
Katana Dragon es un cruce entre The Legend of Zelda: A Link to the Past y Secret of Mana, con toques modernos tomados de RPGs de acción como Hyper Light Drifter o incluso Diablo. Cada zona del mapa está diseñada con precisión, con rutas ocultas, enemigos únicos y santuarios que retan tanto nuestra capacidad de combate como nuestra inteligencia. Los combates son en tiempo real, rápidos, pero no caóticos. La clave está en el uso inteligente de habilidades ninja, como el dash para esquivar ataques, bombas de humo para confundir a los enemigos o el despliegue de sellos mágicos que afectan a los monstruos cercanos. Cada victoria nos otorga experiencia y recursos para mejorar estadísticas y desbloquear nuevas técnicas en un árbol de habilidades que va creciendo según nuestras decisiones.
El juego también incluye un sistema de «sellos malditos» y «gemas dragón» que personalizan nuestros atributos, ofreciendo un componente estratégico a largo plazo. La exploración se recompensa constantemente con objetos, enemigos nuevos que se añaden al Gokairium, una suerte de enciclopedia tipo Pokédex, y desafíos ambientales que recuerdan a los Metroidvania, donde necesitamos habilidades concretas para acceder a zonas previamente bloqueadas.
Humor, folclore y nostalgia
Pocas veces hemos visto un juego indie con un bestiario tan variado y lleno de referencias culturales como este. Desde yokais inspirados en el folclore japonés hasta criaturas que claramente son reinterpretaciones pixeladas de personajes históricos españoles, Katana Dragon se ríe con nosotros, no de nosotros. ¿El jefe de una catedral convertido en un toro samurái? ¿Un espíritu que nos habla en caló y lanza chorizos ardientes? Aquí todo es posible.
El Gokairium no solo es un registro de criaturas, sino también una ventana a la mitología que el juego va construyendo. Cada entrada tiene descripciones cargadas de humor y pequeñas pistas que nos ayudan a entender cómo derrotarlos o qué secretos pueden guardar.

Una carta de amor a los 90
El título opta por una estética voxel que recuerda a los RPGs isométricos de Super Nintendo, pero con una nitidez y fluidez que lo hace destacar en pantallas modernas. Los escenarios están cuidados con mimo: desde las aldeas en ruinas hasta los templos plagados de trampas, cada rincón parece contar su propia historia. Las animaciones son suaves, los efectos de partículas minimalistas pero efectivos, y el diseño de personajes es sorprendentemente expresivo a pesar de las limitaciones gráficas autoimpuestas.
La música es otro de sus puntos fuertes. Cada región tiene su propia identidad sonora, con melodías que evocan épocas de gloria del JRPG y chiptunes que se quedan en la memoria mucho después de apagar el juego. Temas de batalla intensos, melodías misteriosas para las cuevas, y un leitmotiv principal que evoluciona según nuestro progreso son parte de una banda sonora que, sin ser grandilocuente, cumple con creces.
Conclusiones de Katana Dragon
Katana Dragon es uno de esos juegos que no necesitan presupuesto millonario para dejar huella. Su combinación de diseño clásico, ideas modernas, carisma cultural y un sistema de progresión sólido lo convierten en una joya en bruto que, con el pulido adecuado, podría llegar a convertirse en un clásico de culto dentro del panorama indie. No es un juego perfecto, pero sí uno profundamente honesto con su visión, y valiente al mezclar sin complejos dos mundos tan distintos como el Japón feudal y la España costumbrista. Si alguna vez soñaste con ser un ninja mientras comías churros con chocolate, este es tu juego.
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