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Simon the Sorcerer Origins, vuelve la ironía encantada

Simon the Sorcerer Origins

Simon the Sorcerer Origins se plantea como una precuela directa de la primera aventura protagonizada por Simon, y esa decisión narrativa define todo su enfoque. No estamos ante una historia épica de grandes giros dramáticos ni ante un relato que busque reinventar el género de la fantasía. Al contrario: el juego se apoya en una narrativa ligera, autoconsciente y deliberadamente modesta, cuyo principal objetivo es contextualizar al personaje antes de convertirse en el mago sarcástico que muchos recuerdan. Desde el primer momento entendemos que la historia no pretende sorprender, sino acompañar, construir tono y reforzar identidad.

La trama nos sitúa en los días previos a los acontecimientos del juego original, cuando Simon aún no ha asumido su rol dentro del mundo mágico. A través de situaciones cotidianas que rápidamente derivan en lo absurdo, el guion va introduciendo personajes extravagantes, conflictos pequeños y una lógica interna que se rige más por la comedia que por la coherencia tradicional. El relato avanza con naturalidad, sin prisas, permitiéndose digresiones humorísticas y escenas que existen más para provocar una sonrisa que para empujar la narrativa hacia adelante. Esa ligereza es intencional y, en gran medida, coherente con el legado de la saga.

Sin embargo, esta aproximación también limita el alcance emocional del conjunto. La historia carece de momentos verdaderamente memorables en lo narrativo, y rara vez logra trascender su función de excusa para encadenar acertijos. No hay un arco dramático potente ni un conflicto que evolucione de forma clara; todo se sostiene sobre el carisma del protagonista y el tono humorístico. Para quienes busquen una historia con capas, simbolismo o evolución emocional, Origins puede sentirse superficial. Para quienes entienden la aventura gráfica como un espacio de ingenio, ironía y juego constante con el lenguaje, la propuesta cumple con honestidad.

Simon the Sorcerer Origins

La aventura gráfica sin pedir disculpas


La jugabilidad de Simon the Sorcerer Origins es una declaración de intenciones: aquí no se intenta modernizar el género hasta hacerlo irreconocible, sino preservar su estructura clásica con ligeros ajustes de accesibilidad. Estamos ante una aventura gráfica de corte tradicional, basada en la exploración de escenarios, la interacción con objetos, el diálogo con personajes y la resolución de puzzles a través de la lógica —a veces retorcida— del propio juego. En PlayStation 5, el control se adapta correctamente al mando, permitiendo mover un cursor con el stick o seleccionar elementos de forma directa, sin que la experiencia se resienta.

El ritmo de juego es pausado, deliberado y reflexivo. Cada pantalla invita a observar con atención, a examinar cada objeto y a leer los diálogos con cuidado, ya que muchas pistas están escondidas en frases aparentemente triviales. El progreso no se basa en la habilidad mecánica ni en la rapidez de reacción, sino en la capacidad del jugador para conectar ideas, recordar información previa y experimentar con combinaciones improbables. En ese sentido, el juego se mantiene fiel a la filosofía del género clásico, ofreciendo una experiencia que recompensa la paciencia y la curiosidad.

No obstante, esta fidelidad también implica asumir ciertos problemas heredados. El juego no siempre comunica con claridad qué espera del jugador, y en varios momentos nos encontramos atascados no por falta de comprensión, sino por soluciones excesivamente específicas. La ausencia de un sistema de pistas integrado hace que, en determinados tramos, el avance se base más en el ensayo y error que en la deducción lógica. Esto puede resultar estimulante para los veteranos del género, pero también frustrante para jugadores menos acostumbrados a este tipo de diseño.

Simon the Sorcerer Origins

Inventario, interacción y lógica mágica


Las mecánicas de Simon the Sorcerer Origins giran en torno a tres pilares fundamentales: exploración, gestión de inventario y resolución de acertijos. El inventario funciona como el eje central de la experiencia, acumulando objetos que deberán combinarse entre sí o utilizarse en contextos muy concretos. La lógica interna del juego no siempre es realista, sino que responde a una coherencia humorística y mágica: aquí una escoba puede ser la clave para resolver un problema arcano, y un comentario sarcástico puede desbloquear una nueva línea de acción.

La interacción con el entorno es constante y detallada. Prácticamente todos los elementos del escenario pueden examinarse, y muchos esconden comentarios adicionales de Simon que no solo aportan humor, sino también pistas sutiles. El diálogo con los personajes sigue una estructura clásica, permitiendo agotar opciones hasta encontrar la información necesaria para avanzar. En algunos casos, la progresión depende de haber hablado con un personaje en un orden concreto o de haber activado un evento previo, lo que refuerza la sensación de mundo interconectado, pero también incrementa la posibilidad de bloqueo si no seguimos la secuencia adecuada.

Una de las decisiones más discutibles es la falta de herramientas modernas para suavizar la experiencia. No hay sistema de pistas progresivas, ni diario automático que registre objetivos, ni indicadores claros de qué zonas ya han sido resueltas. Todo recae sobre la memoria del jugador y su capacidad para interpretar el lenguaje del juego. Esta elección refuerza la identidad clásica de Origins, pero también lo convierte en un título poco complaciente con el jugador contemporáneo. No es un fallo de ejecución, sino una postura de diseño que puede resultar tan atractiva como excluyente.

Simon the Sorcerer Origins

Ilustraciones que sostienen el encanto


Visualmente, Simon the Sorcerer Origins apuesta por un estilo completamente dibujado a mano que conecta directamente con la tradición de las aventuras gráficas europeas. Los escenarios están llenos de color, detalles y pequeños elementos visuales que refuerzan el tono fantástico y humorístico del mundo. Cada localización tiene personalidad propia, desde interiores cargados de objetos hasta exteriores que transmiten una sensación de cuento ilustrado. El trabajo artístico es, sin duda, uno de los grandes pilares del juego.

Los personajes destacan por su diseño caricaturesco y expresivo. Simon mantiene su estética clásica, pero adaptada a una resolución moderna que permite apreciar mejor sus gestos y animaciones. El resto del elenco presenta una variedad notable de formas, colores y estilos, reforzando la sensación de estar en un mundo donde lo extraño es la norma. Las animaciones no son especialmente fluidas, pero cumplen su función narrativa y cómica, apoyando los diálogos y las reacciones exageradas que definen el tono del juego.

Aun así, el apartado artístico no está exento de limitaciones. Algunas animaciones se sienten algo rígidas, y ciertos fondos carecen de profundidad visual en comparación con otros. No estamos ante un despliegue técnico de última generación, sino ante un trabajo artesanal que prioriza el estilo sobre la espectacularidad. Esta elección es coherente con la propuesta general, pero puede resultar menos impactante para quienes esperen un salto visual más ambicioso en una producción actual.

Simon the Sorcerer Origins

humor, voces y música al servicio del tono


El sonido en Simon the Sorcerer Origins cumple una función fundamental: reforzar el humor y la personalidad del juego. La interpretación vocal de Simon es uno de los grandes aciertos del conjunto, capturando ese tono sarcástico, ligeramente arrogante y siempre autoconsciente que define al personaje. Las voces están bien dirigidas y logran transmitir carácter incluso en personajes secundarios con pocas líneas de diálogo. El trabajo de doblaje aporta vida al mundo y evita que la experiencia se sienta estática.

La banda sonora acompaña de forma discreta pero efectiva. Los temas musicales no buscan protagonismo, sino que actúan como un soporte emocional ligero, adaptándose a las distintas localizaciones sin imponerse. Las melodías refuerzan el tono fantástico y desenfadado, creando una atmósfera agradable que invita a la exploración pausada. No hay composiciones memorables que se queden grabadas a largo plazo, pero tampoco desentonan ni saturan la experiencia.

Los efectos de sonido cumplen su cometido sin destacar especialmente. Puertas, objetos, pasos y pequeños efectos mágicos están correctamente implementados, aunque carecen de un diseño especialmente elaborado. En conjunto, el apartado sonoro es sólido y funcional, con un claro énfasis en las voces como elemento principal. No sorprende, pero acompaña con coherencia y refuerza el carácter narrativo del juego.

Simon the Sorcerer Origins

Estabilidad antes que ambición


Desde un punto de vista técnico, Simon the Sorcerer Origins ofrece una experiencia estable en PlayStation 5. No hemos detectado errores graves, caídas de rendimiento ni problemas que comprometan el progreso. Los tiempos de carga son breves, la interfaz responde correctamente y el control del cursor se adapta bien al mando, algo especialmente importante en un género tradicionalmente ligado al ratón. En este sentido, el juego cumple con solvencia.

Sin embargo, también es evidente que no aprovecha el potencial del hardware de nueva generación. No hay mejoras técnicas destacables, efectos avanzados ni características que justifiquen específicamente su presencia en PS5 más allá de la compatibilidad. El juego podría funcionar sin grandes cambios en sistemas menos potentes, lo que refuerza la sensación de estar ante una producción modesta que prioriza contenido y estilo sobre músculo técnico.

Esta elección no es necesariamente negativa, pero sí define el alcance del proyecto. Origins no busca impresionar desde lo tecnológico, sino ofrecer una experiencia clásica bien ejecutada. Para algunos jugadores, esta sobriedad técnica será suficiente; para otros, puede resultar decepcionante en un contexto donde incluso las producciones independientes suelen arriesgar más en lo visual o en lo funcional.

Tráiler de lanzamiento de Simon the Sorcerer Origins

Conclusiones de Simon the Sorcerer Origins


Simon the Sorcerer Origins es un juego claramente dirigido a un público muy concreto. Está pensado, ante todo, para amantes de las aventuras gráficas clásicas, jugadores que disfrutan del humor autorreferencial, de los puzzles exigentes y de un ritmo pausado que invita a pensar más que a reaccionar. También es una excelente puerta de entrada para quienes quieran conocer los orígenes de Simon, siempre que estén dispuestos a aceptar las convenciones del género sin esperar concesiones modernas.

Para jugadores acostumbrados a experiencias narrativas más guiadas, sistemas de ayuda constantes o una progresión clara y estructurada, el juego puede resultar frustrante o incluso inaccesible. Su diseño no se adapta al jugador: exige que el jugador se adapte a él. Esa decisión define tanto su mayor virtud como su principal debilidad. No intenta gustar a todos, y eso es algo que, paradójicamente, juega a su favor en términos de identidad.

¿Merece la pena comprarlo y jugarlo? La respuesta depende del perfil del jugador. Si buscamos una aventura gráfica honesta, con encanto, humor y una clara reverencia por el pasado, Simon the Sorcerer Origins es una propuesta sólida y respetuosa. No reinventa el género ni alcanza cotas extraordinarias, pero cumple con dignidad y personalidad. Si, en cambio, esperamos una reinterpretación moderna que suavice los rigores del diseño clásico, probablemente nos quedemos con una sensación agridulce. Origins no es un regreso espectacular, pero sí un regreso sincero, y eso, en un género tan específico, ya es mucho decir.

Rescatador de indies. Obsesivo de los JRPG. Amante de las grandes historias. Ignoro la «Guerra de consolas». Eso sólo existe en la mente del más necio.