Land of Mine. Crítica

Land of Mine

Nos encanta odiar a los nazis: Malditos BastardosEn busca del arca perdida, La Lista de Schindler; son algunos de los múltiples ejemplos de la barbarie y las atrocidades contra el género humano que se cometieron durante la ocupación Nazi. Son los malvados más fiables del cine. Y a medida que la Segunda Guerra Mundial y la ocupación nazi de Dinamarca llegan a su fin en los hechos que nos narra la película de Martin Zandvliet, se muestran también tras años de guerra como los malos más fiables para el veterano sargento danés Carl Rasmussen (Roland Moeller). Land of mine abre con una impactante primera escena de Carl golpeando a un soldado nazi  con frenesí en su intento de abandonar el país con una bandera danesa y que entregado se retira como una masa sanguinolenta tras haber sido víctima de la violencia desatada de nuestro protagonista.

Con esta primera escena, el director nos indica que estamos ante una historia de la Segunda Guerra Mundial que va a ser narrada desde una perspectiva diferente de vencedores y vencidos. Incluso 70 años después de su finalización, aún seguimos encontrando capítulos de la Segunda Guerra Mundial que hasta ahora no habían sido contados por el séptimo arte. Una de las lagunas que quedaban por narrar es la historia basada en hechos reales de cómo la fuerza militar danesa entregó a 2000 jóvenes soldados alemanes para limpiar casi dos millones de minas alemanas de las playas de Dinamarca, de la cual a la finalización de este propósito, menos de la mitad sobrevivieron.

El sargento de mediana edad recibe el mando de una docena de imberbes soldados alemanes preadolescentes para deshacerse de sus 45000 minas enterradas en la costa danesa. Con su temprana crueldad, él los mantiene uniformados y en formación militar inicialmente pero a medida que transcurre la historia, esos uniformes se deslizan suavemente dejando entrever ropa sencilla, y empieza a vislumbrar a los niños que se esconden detrás de los soldados invasores.

Como es de esperar, Carl carece de los medios necesarios para hacer cumplir la inanición y el trastorno sobre sus subordinados nazis, una vez que los vea como simples muchachos, que ya temen diariamente el acabar mutilados o muertos en su jornada diaria para desenterrar y desactivar las minas. Los jóvenes soldados se convierten en sus hijos. Roba comida para ellos, juega con ellos y los perdona en sus errores propios de su juventud. La única pregunta real es la distancia que está dispuesto a cruzar para protegerlos.

Zandvliet cuenta una historia escondida de la Segunda Guerra Mundial a través de actores desconocidos (este fue el debut cinematográfico para la mayoría de los chicos), esta elección nos ofrece un nuevo comienzo, el acceso a un mundo nuevo e inesperado donde el maltrato sobre los nazis nos saca del cine entre lágrimas y en silencio. Alemanes o daneses, los personajes son inevitablemente humanos, capaces tanto del amor como de odio, tanto del auto-sacrificio como de la absoluta carnicería. Ese comportamiento cruel del nazi que hemos llegado a esperar y acostumbrarnos en las múltiples narraciones sobre los soldados alemanes de la Segunda Guerra Mundial en el cine, se nos muestra aquí, manejado no por los alemanes, sino por los soldados daneses.

Conclusión Land of Mine

Sí a pesar de su crueldad, Land of Mine es una historia de amor. Al principio, del amor de Carl por su país y su tierra que se pone en oposición directa a cualquier amor posible que surgiera hacia los muchachos alemanes bajo su comando. Los alemanes destruyeron la tierra de su Dinamarca natal con las minas enterradas. El amor por su tierra lleva a los daneses a arriesgar las vidas de miles de jóvenes alemanes con el fin de restaurarla. El problema para Carl y sus camaradas daneses no es una absoluta falta de amor, sino un límite a su amplitud.

Carl ama intuitivamente su tierra, a su perro, a su gente. Pero sólo a través de un improbable panorama, el trabajo conjunto en la desactivación de las minas, le permite aprender a amar a su enemigo.

Al final, el amor de Carl por su tierra se funde con su amor por los chicos alemanes. Y Land of mine nos lleva con sutileza a un último paisaje emocionante. No es danés. Tampoco es alemán. Es la unión de ambos.

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