Dos buenos tipos. Crítica

Dos buenos tipos

Dos buenos tipos es una comedia de acción cuyo punto fuerte es su dúo protagonista, nada menos que dos de las más brillantes estrellas masculinas del panorama cinematográfico, campeones en testosterona y talento interpretativo: Russell Crowe y Ryan Gosling.

Distribuida en España por Tri Star Pictures, se anuncia y se publicita como comedia de acción pero es más un filme de acción con tintes cómicos, o un thriller de acción con dosis de comedia. Quizás sea esta indefinición el defecto más evidente de la película ya que no acaba de concretarse ni como thriller criminal, ni como cinta cómica ni como filme de acción potente, quedándose a medias en esos tres enfoques lo que puede provocar cierta insatisfacción en el espectador.

Ambientada en Los Ángeles durante los años 70, la historia gira en torno al malogrado detective Holland March (Ryan Gosling) y el matón a sueldo Jackson Hayley (Russell Crowe), dos antihéroes que se verán forzados a colaborar para resolver el caso de una joven desaparecida relacionada con la muerte de una estrella porno, lo que desembocará en el descubrimiento de una conspiración criminal que llega hasta las altas esferas.

El filme está dirigido y coproducido por Shane Black, director de Iron Man 3 y Kiss Kiss Bang Bang. Aunque Black, que también es actor (tiene el honor de haber participado en esa joya total de la acción y ciencia ficción que es Depredador) sobresale especialmente por ser el avezado guionista de algunas de las mejores cintas de acción de las últimas décadas como las míticas Arma Letal (1 y 2), El último Boy Scout, Memoria Letal o de la obra de culto que es El último gran héroe.

Con semejante bagaje de su director, unido a sus brillantes intérpretes, no es de extrañar que estemos ante un producto disfrutable en el que las escenas de acción están bien planificadas, son originales y divertidas. Hay algunos momentos estupendos, como la escena que inicia el filme o la de la piscina, donde se despliega un buen arsenal de sorpresa y adrenalina, humor y una pizca de mala leche. La pena es que se producen altibajos y paulatinamente se va consolidando la sensación de que la película pudiera haber dado mucho más de sí.

El punto fuerte y reclamo del filme son sus dos protagonistas de cuya imponente trayectoria profesional no vamos a hablar, pero que en la comedia no se habían significado hasta el momento. Con abundantes diálogos cínicos y mordaces -que constituyen para algunos lo mejor de la película- la relación entre ambos se inspira claramente en antológicas series de tv y películas de compañeros como la legendaria serie setentera Starsky y Hutch, o las mismísimas Límite 48 horas o Arma Letal y sus secuelas, si bien aquí no estamos ante compañeros policías sino detectives o investigadores privados de vida desestructurada. Esencial en estos casos es que entre ambos actores se produzca algo tan difícil de definir como «la química» y que hace que el filme funcione, cosa que en esta película para algunos sí se produce, aunque para otros -entre los que me encuentro- sea discutible.

Sorprende especialmente Ryan Gosling, al que estamos acostumbrados a verlo en papeles mucho más lacónicos y dramáticos, y que aquí demuestra sus dotes cómicas. Quizás se debe a que su personaje está mejor definido que el de su compañero y tenga más matices, como los problemas de alcohol o los derivados de la relación con su hija. Respecto a Russell Crowe, aunque no es nada nuevo reconocer que es un actor como la copa de un pino (acojona su potente voz en la V.O.) sin embargo su rol es más plano, con menor trasfondo dramático o emocional que el de Gosling.

Mención aparte merece la joven actriz que hace de hija de Gosling (la australiana Angourie Rice, un nombre con el que nos quedamos porque tendrá futuro) cuya naturalidad la hace brillar con luz propia y sobresalir sobre el resto de personajes. En el lado contrario, tenemos como estrella invitada a una figura destacada del cine de los 80-90, Kim Bassinger, que víctima de la cirugía parece aún anclada en el personaje de L.A. Confidential y que aquí desempeña un papel algo inconsistente pero esencial para la compleja trama. Esa cierta inconsistencia la detectamos también en los villanos del film, que son varios y algo difusos, cuya suerte y desarrollo de cada uno de ellos creo no están suficientemente explotados ni explicados.

Olvidando esas inconsistencias (u otras como que los personajes se autopresenten con voz en off, recurso que luego se abandona) otro aspecto destacable es el de la muy bien conseguida ambientación setentera, evocada en su atmósfera desde el diseño mismo de los títulos de crédito o ese inicio con la panorámica visión nocturna de Los Ángeles, pasando por el vestuario, la música o la fotografía.

En definitiva podemos decir que Dos buenos tipos es un pastiche -en el mejor sentido de la palabra- que pese a sus altibajos y a su enrevesada trama, funciona de forma suficiente como una intrascendente pero en general amena película de acción y como un divertido homenaje en tono de farsa al cine negro y policíaco de los 70. A ello contribuye decididamente el buen hacer de sus protagonistas.

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