Driveclub. Análisis PS4

En esta web se ha metido mucha caña a un juego como Driveclub, véase este artículo de opinión. Para un redactor ser objetivo ante tanta crítica negativa a su alrededor, no solo en esta web sino en la mayoría de foros y ante tanto retraso de un juego que se anunciaba de lanzamiento, es bastante difícil. El hype, las mentiras y la presión mediática-jugona hacen que un juego suba o baje dependiendo de todo lo que le rodea, sin tener en cuenta el concepto básico: poner nota a un juego, sin fijarnos en otras cosas, sin mirar lo que otros opinan. Y así nos encontramos. Solos el mando, el juego y yo.

Así que una vez aislados de esta vorágine de palabras desfavorables y obviando todo lo dicho hacia el juego, es el momento de dejar atrás todo y mostrar la realidad. Con el permiso de mis compañeros, y con el vuestro, en vez de dividir el análisis de la manera habitual (gráficos, sonidos, jugabilidad… etc) voy a dividirlo de manera distinta, de lo mejor a lo peor.

El reto de ser el mejor

Lo primero que llama la atención del título tras varias horas de juego es ese carácter social que tiene, y no me estoy refiriendo a la posibilidad de competir online, puesto que aún hoy eso es algo un poco complicado, sino a la sensación de pique que genera el título en el jugador. Todos somos víctimas de nuestro afán de superación. Este juego tiene un gran punto a su favor: querer ser el mejor. Pero eso no se demuestra simplemente en una partida online contra personas anónimas, o amigas, en las que el lag, cualquier mala decisión o un problema con otro jugador puede hacer que la partida quede distorsionada. No.

Vamos a encontrarnos en el juego con las marcas de nuestros amigos, de los amigos de nuestros amigos, de completos desconocidos dispuestas y colocadas como un arma de doble filo, para que intentemos superar una y otra vez esos tiempos malditos. ¿Quién va a resistirse y no va a intentar superar la marca de sus amigos? ¿Quién va a quedarse sin desafiar a sus amigos a que superen sus marcas? Es una tentación de la que difícilmente el ser humano puede escapar: somos competitivos por naturaleza y queremos ser los mejores y eso los creadores del juego lo saben muy bien. Además podemos crear clubs con nuestros amigos y competir con ellos, conseguir puntos y ser mejores.

En este punto Driveclub no solo cumple de una manera increíble, sino que nos obligará a jugar una y otra vez las mismas pruebas hasta superar a todos nuestros amigos y, dependiendo de nuestra ambición, a cualquier jugador del planeta que tenga una PS4 y Drivecub. Eso sí, el día que Evolution Studios sea capaz de solucionar todos sus problemas online este juego mejorará muchos enteros.

Una imagen distorsionada nubla la realidad

En lo que se refiere al tema gráfico, hay que ser justos. Es un juego dotado de hermosura y tiene algunos de los fondos más bonitos que no se han visto en ningún juego de conducción, al menos esta generación. Nos vendieron una imagen de juego fotorrealista, con un poderío gráfico superior a la media pero a pesar de esa gran mentira el juego no es tan desastroso como parece. Hay que jugarlo en el monitor de tu casa, en tu sala de estar para apreciar con detalle todo lo que hay en el juego. La iluminación es perfecta. No tiene ese problema de niebla que tienen otros juegos de Playstation 4, que parece que por tener que llegar a los 1080p pierden algo de nitidez (esto no es una crítica a Playstation 4, ni mucho menos es una mera apreciación).

El juego tiene grandes fondos, espectaculares imágenes con atardeceres imposibles, árboles tan bien modelados que se nota el esfuerzo de los programadores. Todo está muy bien definido y hará que en muchos momentos nos den ganas de parar la carrera y quedarnos mirando el paisaje. Vale que no es un mundo abierto y eso facilita mucho la labor de los diseñadores, pero hay que considerar que es un juego arcade que busca que alcancemos una meta establecida. La amplitud del mundo en este caso no lo es todo.

No tiene muchos coches donde elegir, la mayoría de marcas para nosotros resultarán muy conocidas ya que son, en general, coches europeos, pero no encontraremos ningún coche japonés y eso sí que se echa de menos en un juego de conducción que pretende ser realista. Serán 50 coches, sabemos que en un título de estas características resultan bastante escasos, sobre todo si lo comparamos con otros juegos arcade de esta generación como Forza Horizon 2 de Xbox One, pero son suficientes. Sobre todo si lo único que queremos es echar unas partidas.

El número de eventos tampoco es muy elevado, ya que tendremos también 50 con sus respectivas pruebas. Lo que sí que se agradece es la curva de dificultad en la que está ordenado el juego. Los recorridos tampoco, 55 en total divididos en cinco países: Canadá, Noruega, India, Escocia y Chile. Si recordamos eso de poder comparar nuestras marcas con la de nuestros amigos, hará que juguemos varias veces los recorridos hasta conocerlos como las propias líneas de nuestras manos, con lo cual no resultará un grandísimo problema, pero se agradecería mucho una mayor variedad de pruebas y cierta libertad en las mismas.

Déjame quitar la música

En lo que se refiere al sonido hay una gran variedad de músicas y que nos den la opción de desconectar la radio es algo que le da un toque muy realista. Es decir, podemos jugar con la música que nos ofrecen o simplemente escuchando el ruido de los motores o de las colisiones a nuestro alrededor. No es lo más destacable de este apartado pero hay que decir que tampoco es importante, ni lo que va a decidir si vamos a comprar el juego o no.

Evolution Studios se llenó la boca con el uso de la meteorología y de hecho en varios vídeos se hizo eco de ello, pero a la hora de la verdad no ha sido algo que hayan podido hacer. Ese concepto de realismo, de poca visibilidad al ser de noche y que sea más complicado aún conducir por las condiciones climáticas han quedado como una idea muy novedosa pero transformada en una irrealidad que ha condicionado su disfrute.

Personalización escasa y poca creatividad

Otro de los temas que ha creado mucha controversia es la falta de personalización y deterioro de nuestros automóviles y la casi ausencia de daño en los vehículos. En Watchdogs ya se comentaba que los coches apenas sufrían daños y en Driveclub nos encontramos con el mismo problema. Tendremos un garaje donde podremos cambiar el color de nuestro coche, ponerle números, añadir también pequeños diseños que iremos desbloqueando conforme avancemos en el juego y en otros momentos hasta el logo de nuestro club (en caso de que hayamos creado alguno a fin de diferenciarnos del resto de usuarios, como se hacía en los 60 con las chaquetas personalizadas) y poco más.

Por tener los coches ni siquiera sufrirán fallos mecánicos, con lo cual el uso del garaje no está del todo bien ni justificado, ni exprimido. En ese sentido el uso del garaje recuerda mucho más a la función que se utiliza en GTA para camuflar tu coche, pero hasta el juego de Rockstar es más completo en este aspecto. Vale que no es Gran Turismo, ni siquiera Need for Speed: nuestro objetivo no es transformar nuestro coche en lo que queramos sino manejarlo de la mejor manera posible.

¿Ser o no ser? ¿Realismo o arcade?

De nuevo una lástima porque su control tampoco es su mayor virtud. Estos defectos han hecho que Driveclub no haya cumplido con las altas expectativas que tenían muchos usuarios. Lo jugabilidad de Driveclub aparte de no tener muy claro si quieren ofrecer un juego arcade o realista, bonifica y penaliza distintas actitudes al volante. Eso también se puede apreciar en el modo tour, donde algunas de las pruebas será hacer determinados derrapes para poder superarlas. Este tipo de ideas son positivas pero solo si son bien ejecutadas. Que se nos premie por conducir de manera “cívica” en un juego arcade no tiene mucho sentido del mismo modo que penalizarnos por chocarnos o salirnos del recorrido tampoco.

Dentro del ámbito de la jugabilidad hay que recalcar los puntos de vista. En total tiene seis, la externa, la interna, en tercera persona… lo habitual, pero hay una que nos sitúa en el interior del coche, como su estuviéramos nosotros sentados al volante. Un acierto de los desarrolladores pero no muy bien diseñado a no ser que juguemos con un volante, que entonces sí que tendrá más sentido.

El mayor problema que se le ha encontrado a este juego es el hype generado sobre él y los continuos retrasos y problemas que aún hoy no han logrado solucionar (aún se está esperando la versión gratuita de PS Plus para que muchos usuarios se decidan por comprarlo de manera completa o no).

Conclusión

Driveclub es una experiencia incompleta pero como todo en esta generación se podrá (esperamos) solucionar vía DLC. Aún tienen muchas cosas por mejorar y que ofrecer, pero para ser el primer título de conducción de la generación para Sony está bien situado. Faltan por llegar juegos como The Crew o el propio Gran Turismo, estandarte de la propia Sony, pero para quitar el mono este juego es más que suficiente y correcto. ¿Se le debe odiar tanto? No, porque es un buen juego. ¿Nos han vendido la moto (en este caso el coche)? En cierto modo sí, porque muchas de las promesas han quedado incumplidas.

Siendo objetivos es un buen juego de conducción, a caballo entre la experiencia realista y el juego arcade. Si se hubiesen decidido por dar el empuje a alguno de esos dos ámbitos de una manera más seria, resultaría mucho más atractivo. Pero ya se sabe lo que se suele decir: el que mucho abarca, poco aprieta, aunque no haya tampoco mucho contenido. Inexplicable tanto retraso y tantos fallos a día de hoy. Confiemos que se pongan las pilas y empiezan a solucionar todos los problemas conocidos por todos y sobre todo que, por lo menos, cumplan lo antes posible lo prometido de ofrecer a los suscriptores de Playstation Plus parte de su contenido de manera gratuita.

Lo mejor:

Lo peor:

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