EL CORO (BOYCHOIR). Crítica

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Gracias a A Contracorriente Films, la distribuidora española de películas independientes con potencial de llegar a un público amplio, se estrena próximamente en España El Coro (Boychoir) un filme norteamericano producido en 2014 y dirigido por el poco prolífico director canadiense François Girard, responsable entre otras de las relativamente exitosas El Violín Rojo (1998) y Seda(2007).

El Coro partiendo de un guión de Ben Ripley nos cuenta la historia de Set un niño de 11 años de prodigiosa voz pero con problemas de actitud que se queda huérfano al fallecer su madre. Por intermediación de una profesora y financiado secretamente por su padre biológico, Set será enviado a un elitista colegio de la costa este americana (el Ame­ri­can Boy­choir School) cuyo prestigio se basa en su coro de niños cantores que viajan por todo el mundo. El solitario y rebelde Set entrará a formar parte del grupo musical pero chocará con algunos de sus compañeros y con el exigente maestro del coro interpretado por Dustin Hoffman.

Por un camino diferente a la exitosa cinta francesa Los Chicos del Coro (2004) –que trata más bien sobre la comprensión y la humanidad frente a la disciplina- la película parte de una serie de elementos argumentales nada originales pues nos encontramos simplemente ante una sencilla historia de superación personal de un niño difícil con potencial y talento que, sobreponiéndose a si mismo y a las dificultades del entorno, y con apoyo de un duro pero justo maestro, intentará con tesón lograr el éxito y su redención. La literatura y el cine están repletas de tramas basadas en este lugar común y películas como Karate Kid (1984) o Billy Elliot (2000), por citar algunas de las más populares, o últimamente Whiplash (2014) son revisiones de esa idea, esta última también con el competitivo mundo de la música como telón de fondo aunque con una tesis mucho menos complaciente.

Sin embargo, la pelicula funciona como un mecanismo de relojería pese a lo previsible de su trama, y parte del mérito para el buen funcionamiento del filme se lo debemos al excelente reparto de actores. El gran protagonista es el niño Set interpretado por el debutante Garrett Wareing cuya selección no fue nada sencilla y hubo de montarse un casting a nivel mundial en el que se presentaron cientos de aspirantes. El actor elegido supone todo un acierto, pues aparte de su maravillosa voz nos ofrece una interpretación fresca y espontánea que propicia que el espectador se identifique con su personaje.

Por su parte el vete­rano Dustin Hoff­man, gran reclamo del filme, en el papel del maestro Carvelle nos demues­tra una vez más su aplomo interpretativo y su gran talento profesional. El resto del reparto resulta igualmente satisfactorio siendo un placer contemplar el desempeño de la renacida Debra Winger (todo un mito para los que amamos el cine de los 80 y de los 90) en el rol de la antigua profesora que vislumbró el talento del chico, como también se disfruta de la interpretación de la veterana  Kathy Bates en el papel de la direc­tora de la selecta escuela.

A la par que el elenco protagonista, el otro elemento fundamental para gozar con la emotividad de este filme es la música materializada a través de las voces celestiales de los niños y los temas corales que interpretan. Con temas clásicos del repertorio corista y académico resulta difícil no sentirse conmovido ante el inmenso poder de la música y las maravillosas voces infantiles, asistiendo también al drama de lo efímero de su virtuosidad. Tampoco deja de ser curioso observar cómo ese mundo se haya totalmente imbuido de la competitividad americana. Pese a ello, el filme nos muestra, no sin cierta moralina implícita, como la música  alimenta el espíritu humano y junto al tesón permite el crecimiento de las personas y su redención.

En definitiva El Coro viene etiquetado como un drama “feel-good”, es decir como una película emotiva de superación personal con vocación comercial y efectivamente así lo es,  pues adolece de todos los tópicos de este tipo de cine: es sentimental, tierna, conmovedora y absolutamente previsible. Pero aun así funciona. Director y guionista logran orquestar y componer los elementos con los que cuentan para construir un conjunto brillante y capaz de tocar la fibra sensible a cualquier espectador pese a lo convencional del relato.

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