Metal Gear Solid V: The Phantom Pain. Análisis PS4

Por fin lo tenemos aquí. Ha llegado el día de disfrutar del esperadísimo no, lo siguiente, Metal Gear Solid V: The Phantom Pain ya está disponible para todos nosotros, y es que las últimas semanas se han hecho muy largas para los fans, pero finalmente ya podemos disfrutar del que puede ser el último título de la saga para el gran Hideo Kojima, aunque este hombre siempre tiene un as guardado bajo la manga y no dejará de sorprendernos hasta después de su muerte.

A pesar de los problemas entre el excéntrico creador y Konami, los cuales acabaron con P.T., el título siguió adelante y el resultado final, tras haberlo jugado, está incluso por encima de las expectativas. Y es que es difícil juzgar dentro de una SAGA con mayúsculas pero a día de hoy podemos hablar de The Phantom Pain como el culmen de una franquicia con 28 años a la espalda. Estamos ante una experiencia brillante y pocas veces vista antes en el mundo de los videojuegos. Sin más dilación os narramos nuestra experiencia aquí en Game It.

Un nuevo mundo

Pocas veces podemos hablar de que mecánicas nuevas y antiguas encajen bien dentro de un título, y menos cuando este pertenece a una de esas sagas que tienen un halo de majestuosidad. Pues bien, Kojima, un hombre arriesgado donde los haya, ha decidido aquí darle un aire nuevo a The Phantom Pain situándolo en un mundo abierto, un entorno privilegiado que ha resultado ser perfecto para Metal Gear.

Al contrario de lo que puede parecer, aquí el concepto de «mundo abierto» no es simplemente una vasta extensión de terreno que recorrer para llegar de un lugar a otro. Esto no es ni mucho menos así sino que es una forma de vivir el juego en la historia, es un modo de enfocar la jugabilidad y que sin ello nada tendría sentido en The Phantom Pain. El hecho de ser libres nos permite afrontar nuestra aventura como queramos, y es que evidentemente no es lo mismo afrontar el asalto a una base por la noche con sigilo o por el día a pecho descubierto. Pues bien, este poder de decisión nos lo ofrece el juego pero elevado al máximo exponente.

Todo esto al final hace de la historia un concepto muy amplio, y es que según avanzamos la diferencia entre misión principal y secundaria desaparece convirtiéndose las segundas en elementos esenciales para el devenir de nuestro futuro, sobre todo cuando entra en juego la Mother Base, de la cual hablaremos extensamente más adelante, donde cualquier aportación tanto económica como de personal puede facilitarnos nuestras acciones. Además queremos hacer hincapié en la amplitud de un mundo en el que siempre tendremos cosas que hacer y que a la larga pueden ser vitales para nuestras misiones, como por ejemplo el capturar a diversos traductores e interpretes, ya que gracias a ellos podremos interrogar a ciertos soldados para que nos faciliten la búsqueda de su jefe.

Argumentalmente el juego evidentemente bebe de títulos anteriores de la saga, aunque para poder entender lo que pasa simplemente es muy recomendable haber jugado a MGS V: Ground Zeroes, juego que funcionó como prólogo y del que ahora podremos subir nuestra partida para utilizar en The Phantom Pain.

Tras haberle dedicado un buen número de horas, creemos que para completar la historia principal no podremos dedicarle menos de unas 40 o 50, tirando por lo bajo, y si queremos acabarlo al 100% tendremos que jugar más de un centenar, y es que The Phantom Pain no es eterno pero casi, porque cuando pensamos que ya está todo hecho aparecerán nuevas cosas por hacer y nuevos territorios por descubrir. Al principio esta densidad puede parecer demasiado abrumadora, sin embargo tras avanzar y valorarlo más detenidamente nos parece sencillamente genial.

El espionaje en estado puro

Un videojuego siempre será un videojuego, y aunque obras más cinematográficas como Beyond Two Souls o Until Dawn nos han encantado, encontrarnos una jugabilidad tan magnífica y que sea la base de un juego nos devuelve a la esencia original de un producto con muchas horas de elaboración y con un trabajo tan dificil como impecable. Es más, que en un mundo tan amplio la saga haya recuperado la esencia de lo jugable por encima de lo visual nos parece uno de los grandes aciertos de Kojima y uno de los motivos que hacen tan grande a The Phantom Pain.

Ya mencionábamos antes como la historia y la jugabilidad se fusionaban para crear una experiencia única hasta el momento. Nuestras acciones marcarán el devenir de nuestro progreso, y el tiempo que dediquemos a endurecernos y crecer en todos los sentidos influirán en nuestro porcentaje de éxito. Es precisamente en esto donde entra en juego Mother Base, nuestro centro de operaciones y núcleo de este Metal Gear.

Mother Base funciona como un auténtico núcleo en todos los sentidos, y es que no solo es un lugar donde gestionar nuestros recursos económicos humanos, sino que da una razón de ser al juego, y es que será allí donde nazcan los medios para convertir a Snake en un mortífero soldado capaz de enfrentarse a sus enemigos, que en esta ocasión habitan el norte de Afganistan y la selva africana, haciendo así que haya dos entornos muy diferenciados y con importantes particularidades a la hora de afrontar las misiones.

Volviendo a nuestra base, en ella se reflejará realmente bien nuestra evolución, ya que lo que empieza como una pequeña plataforma en el medio del océano según avanzamos se transformará en una terrible e inexpugnable fortaleza. Por supuesto esto no será meramente anecdótico o visual, sino que los trabajos que vayamos haciendo en ella así como los soldados que vayamos reclutando serán vitales para el desarrollo, pero claro, también tendremos que encargarnos de organizarlos si queremos sacar el máximo rendimiento por poco dinero. Precisamente esta es una de las novedades de The Phantom Pain: todo tiene un coste, por lo que tendremos que vigilar bien nuestra inversión en soldados, mejoras y equipo, ya que de no ser así pronto podríamos caer en números rojos.

Mother Base nos ofrece muchas y buenas posibilidades, incluso podremos mandar a nuestros fieles Diamond Dogs para que hagan misiones por nosotros, y la verdad es que para todas las funciones que tiene la gestión no es demasiado compleja, y es que podremos automatizar la mayoría de procesos haciendo aquí que no sea una carga demasiado pesada y motivándonos en todo momento al uso de esta.

La curva de dificultad del título está directamente relacionada con el crecimiento de nuestra base, haciéndola así bastante atípica, aunque no inédita. Según avanzamos en la historia la dificultad irá bajando, las pruebas serán más complejas pero nosotros también estaremos mucho más preparados para afrontarlas, siendo nuestras capacidades proporcionalmente mayores a la exigencia, aunque por supuesto hasta el final seguirá siendo un juego duro de pelar. Esto ya lo hemos visto antes en muchos juegos de rol, sin embargo no deja de ser un tanto curioso que donde más suframos sea al principio.

El espíritu del equipo

Como dice el himno del Liverpool, «You’ll never walk alone» y por supuesto nuestro protagonista tiene aliados suficiente para no caminar solo. Ya mencionamos antes a los Diamond Dogs, los soldados que habitarán nuestra base y que se encargarán de distintas tareas ayudados por los especialistas en mejorar armas y equipo. Sin embargo estas no serán las auténticas estrellas, sino que nuestro caballo, el robot D-Walker, el perrito D-Dog y la francotiradora Quiet serán los amos del cotarro, en ocasiones incluso demasiado.

El primero desempeña la función de llevarnos rápidamente a lo largo del territorio, el robot es un buen ayudante sin embargo su utilidad es bastante testimonial, sin embargo serán D-Dog y Quiet los que lo den todo en el campo de batalla y aquellos que puedan definir el asalto a nuestro favor. Es realmente divertido jugar con ellos, y es que ayudan más si cabe a que cada misión sea distinta y que no haya dos formas iguales de completar una tarea. Aunque parezca una tontería, es realmente increíble la diversidad que ofrece The Phantom Pain, evitando siempre cualquier tipo de experiencia cuadriculada o predefinida.

La gloria de la generación

Según pasa el tiempo, vemos como van llegando a PS4 y Xbox One propuestas cada vez más cuidadas y que empiezan ya a sorprendernos debido a su nivel gráfico. Pues bien, estamos capacitados para situar este nuevo Metal Gear en el top 3 de la generación, y es que desde el minuto uno desborda calidad por los cuatro costados, y en juego tan abierto como es este todavía resulta más meritorio.

Extensas llanuras, amplias areas militares o incluso nuestra Mother Base están recreadas al detalle, ofreciéndonos una experiencia visual magnífica. El título a 1080p logra mantener una tasa de FPS muy estable, siendo el popping que nos encontramos en terrenos abiertos la única pega que le podemos poner al trabajo de Kojima y su equipo.

El modelado y diseño de los personajes siguen el discurso anterior, y es que el trabajo es brillante. Snake, D-Dog o Quiet están plasmados de una forma magnífica, a la altura de grandísimos trabajos vistos durante la presente generación. Otro aspecto muy positivo es el cuidado con el que se han creado los enemigos, y es que casi podemos decir que no hay dos iguales, algo que en un entorno tan amplio es realmente complicado. Tampoco podemos dejar de mencionar la expresividad de los rostros, la cual ha quedado muy lograda, algo por debajo de títulos como Until Dawn donde es esencial para la trama, pero más que notable para un juego de estas características.

Estamos ante un juego con textos en español y voces en inglés como viene siendo habitual en la saga. La localización es muy buena, dejándose notar que se ha cuidado hasta el más mínimo detalle en el desarrollo de este The Phantom Pain. El doblaje, con Kiefer Sutherland al frente, vuelve a tener un nivel magnífico, con unas voces que sencillamente te las crees, algo que al final es lo que se busca. Otro apartado incuestionable.

Llegamos ahora a uno de esos puntos mágicos de la obra de Hideo Kojima: la banda sonora. Si en Ground Zeroes el tema introductorio a cargo de Ennio Morricone y Edith Piaff era estremecedor, aquí en Metal Gear Solid V: The Phantom Pain incluso se quedaría corto, y es que las composiciones elegidas y creadas para el juego son impecables, un broche de oro a uno de los mejores juegos de la generación.

Conclusiones de Metal Gear Solid V: The Phantom Pain

La expectación generada estaba por las nubes, y no es para menos ya que se trata probablemente del último título de la saga con Kojima al frente. Tras muchos años de espera y con una «demo introductoria» que no dejó a nadie indiferente, por fin podemos decir que estamos ante una auténtica obra maestra de los juegos de espionaje, y ante un juego capaz de superar al resto de títulos de una de las sagas más laureadas de la historia de los videojuegos.

La apuesta era arriesgada, sin embargo el resultado es realmente impecable, y es que apenas podemos poner fallos a uno de los títulos más grandes, sino el que más, de todos los que hemos visto en la presente generación. La historia, la ambientación, la jugabilidad y el diseño rinden a un nivel sobresaliente en un juego capaz de ofrecernos más de 50 horas de retos, tensión y diversión sin parangón.

Kojima es mucho Kojima y eso se ha hecho palpable desde sus inicios, sin embargo aquí ha llegado a tocar techo, y aunque esperamos que siga de una u otra forma ofreciéndonos su arte, este podría ser un brillante colofón para una de los personajes más míticos que han pasado alguna vez por nuestras consolas.

Metal Gear Solid V: The Phantom Pain es uno de esos juegos de culto que tienen que estar en la estantería de todo jugón que se precie. Bien es verdad que es un género muy táctico y complejo, y por supuesto el título mantiene toda la esencia que le corresponde, pero es que casi es un pecado no darle al menos una oportunidad, y es que el lavado de cara que ha sufrido en esta entrega lo ha convertido en una propuesta que va más allá de lo visto hasta ahora. The Phantom Pain sorprenderá positivamente a propios y extraños, siendo un juego digno de hacernos aparcar los prejuicios que podamos tener y pidiendo a gritos que probemos una auténtica obra maestra.

Lo mejor:

Lo peor:

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