Múltiple (Split). Crítica

Múltiple

Y después de años en los que ir a una película de M. Night Shyamalan era una constante decepción, por fin volvemos a tener esperanzas con su último trabajo Múltiple, de encontrarnos con ese narrador de historias que fascinó por su éxito de público y favor de la crítica a la industria cinematográfica durante la primera década del siglo XXI.

¿Estamos ante su mejor película? Por supuesto que no, en mi opinión ni siquiera se acerca a las cotas de excelencia que mostró en sus dos primeros proyectos protagonizados por Bruce Willis: El sexto Sentido (1999) su obra más popular y taquillera, y El protegido (2000) la que para mí es su película más conseguida, aún a riesgo de llevarme muchos palos por los detractores del trasfondo fantástico de esta película.

Entonces ¿por qué ha vuelto a levantar las expectativas con este último trabajo? Pues para empezar porque lleva dos semanas liderando la taquilla americana con tan solo un presupuesto de 9 millones de dólares y una estructura muy sencilla en su composición.

La película se centra en el personaje de Kevin (James McAvoy), un enfermo de desdoblamiento de identidad con 23 personalidades diferentes, que en secreto ha secuestrado a tres adolescentes bajo la premisa de que en el interior de ellas se encuentra el poder para despertar a la última de sus personalidad, la más poderosa de todas.

Las 3 chicas Casey (Anya Taylor Joy), Marcia (Jessica Sula) y Claire (Haley Lu Richardson) deberán, durante su cautiverio, discernir qué personalidades están dispuestas a ayudarlas a escapar y cuáles de ellas son las responsables de su confinamiento, mientras Kevin sigue asistiendo a las sesiones de su psiquiatra de confianza, la doctora Fletcher (Betty Buckley), enfocadas a desvelar cuál es la identidad que aún no se ha materializado y que está destinada a tomar el control por encima de todas las demás.

Mientras están encerradas son lideradas por Casey, una chica retraída y antisocial como la definen sus compañeras de cautiverio, que desatarán una guerra tanto física como mental por su supervivencia y la del propio Kevin, cuyas personalidades en constante rebeldía empiezan a resquebrajarse a medida que las paredes de los compartimentos que las separan se deshacen.

McAvoy (El último rey de Escocia -2006- o X-Men: Primera Generación -2011-, entre muchas otras) da una clase maestra de interpretación tanto en su expresividad como en su transmutación física según la personalidad que en ese momento ocupe el cuerpo de Kevin.

En cuanto al libreto de Shyamalan, vuelve a jugar con las técnicas narrativas de sus películas más famosas y que le hicieron ser bautizado como el nuevo Spielberg por granjear el favor del público sin descuidar la calidad de sus películas. Para lo cual construye una historia en espiral en la que el protagonista acaba aceptando su realidad inicial para sobreponerse a ella y que encaja con la sensación que siente el propio espectador en sus primeros visionados, cuando en el momento del clímax alguna variación en el relato altera la percepción de la historia, generalmente para bien. En el caso de Múltiple la sorpresa final, que no desvelaremos, la emparenta con su propia filmografía.

Algunos criticarán que sus giros argumentales son demasiado obvios, pero son parte del esquema de la película y redundan en ella para bien, dándole un nuevo sentido no solo a los personajes, sino al propio relato.

Así como en la mayoría de las películas de Shyamalan, la historia se narra en una vertiginosa cuenta atrás que exige al espectador estar atento a las pistas que va dejando a modo de migajas, y que como en otros de los títulos de su filmografía nos quedan más claras tras varios visionados. Por el contrario, si el espectador no entra al juego que le plantea el director, saldrá de la película decepcionado, ya que obliga a un ejercicio de incredulidad, ya que Shyamalan bajo mi opinión, cosa que dejó muy clara en “La joven del agua (2006), es más un narrador de cuentos que un creador de historias plausibles.

Conclusión Múltiple (Split)

Película en la que Shyamalan se nota que vuelve a tomar el pulso de lo que cuenta y cómo lo cuenta, con un ejercicio de interpretación magistral de McAvoy, entusiasmara a los que sean fieles a la forma de narrar historias del director hindú y decepcionará a los que busquen una técnica narrativa más convencional y sin tantos efectismos.

 

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