Blizzard, cuantas cosas y que buenas se puede decir de grandísima desarrolladora. Nunca podemos esperar nada malo de Blizzard, pero a la vez hemos de esperar mucho tiempo a que sus obras lleguen… Más de 10 largos años han pasado desde el lanzamiento del maravillo Diablo II y ha sido clonado hasta el infinito y más allá, pero que aún se mantiene como clara cabeza visible dentro del género, con una propuesta de coleccionismo enfermizo y una jugabilidad directa, que le hacen ganarse el título de bestia imbatible.
Aunque el juego da horas y horas de vicio, meses e incluso años, logro y sigue logrando tener a millones de jugadores pegados a la pantalla del PC, llega un momento que hay que buscarle un mísero sustituto. Un segundo plato para paliar el tedio de jugar siempre a lo mismo y a la vez no pasar hambre, pero ¿qué nos encontramos en esta década de búsqueda incansable de un Diablo like a la altura?
El clon de referencia, uno de los más descarados, la inspiración por excelencia en la maravillosa obra de Blizzard, fue Sacred. Ascaron en 2004 prueba suerte dentro de los hacks and slash con un juego que sin duda resultó divertido y trato de añadir alguna novedad como monturas. Lamentablemente carecía de carisma completamente. Como os digo el pimer Sacred se defendía. Lamentablemente no podemos decir lo mismo de su secuela, lanzada hace relativamente acercaba una propuesta que se tornaba caótica. Con retahílas de quest a cual más estúpida y pesada, un abanico de deficiencias técnicas imperdonable y como guinda a este sabroso pastel, una localización al castellano a medias. El mayor aliciente, que se podía ver un directo de Blind Guardian, una anécdota que a más de uno, como a mí, nos tuvo picados un puñado de horas para poder verlo.
Sacred es el clon evidente, pero mucho más parecido, mucho más desconocido y también más divertido, El Señor de los Anillos: Las dos torres para GBA. Un videojuego de película que sorprendentemente no era deplorable del todo. Un juego que por recorrer la trama del largometraje mostraba una ambientación oscura que le sienta más que bien al género y esto sumado a la posibilidad de tener a los principales personajes de la película jugables hizo que me lo pasara unas cuantas veces. No es nada del otro mundo, no es cuestión de engañar a nadie, pero es lo más parecido a un “Diablo de bolsillo” y resulta bastante entretenido.
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Daríamos el salto a PSP donde nos encontramos una saga que vimos al inicio de la andadura de la portátil, Untold Legends. 2 juegos bastante notables, bastante característicos que para desarrollarse en una etapa temprana del hardware cumplían con creces. Pasaron realmente desapercibidos, quizá por no aportar nada nuevo, pero si los encontráis en un cajón de Mediamarkt a 10 euros, no hay duda merecen un lugar en vuestra colección.
Para no eternizarnos enumerando la retahíla de juegos similares que tenemos disponibles dentro de esta línea temática, vamos directamente con el que yo consideraría como plato fuerte dentro de los Diablo Like a lo largo de estos más de 10 años. Borderlands.
Hace un par de años Gear Box de la mano de 2k sorprende con un fps en cel shading que entraba por los ojos. Pero Borderlands no solo eran bonitos dibujos interactivos, sino que estamos ante un juego con fuertes elementos de rol, cientos de misiones, cientos de enemigos, 4 clases perfectamente diferenciadas y un generador aleatorio de armas que da combinaciones cuasi-infinitas. Partiendo de esto, nada puede fallar, pero termina de cuajarse con un sistema cooperativo a 4 players que jugando con amigos hace la experiencia redonda. No lo llamaría clon, porque desborda carisma a raudales. Pero garantizo que a quien le gusta la mecánica diablesca, este juego es imposible que le defraude.
Para finalizar apuntar que todo lo que os cuento aquí, que es una mera opinión, serviría de algo de no ser porque Diablo III esta a la vuelta de la esquina, así que olvidaros de todo lo narrado, pasar de todos estos juegos y juntémonos en comunidad a rogar a Baal para que Diablo III llegue lo antes posible y terminar con la agonizante angustia de la espera.