Si Dios quiere. Crítica

Si Dios quiere

A contracorriente films es una distribuidora española gracias a la cual descubrimos periódicamente pequeñas perlas cinematográficas que de otra forma pudieran pasar algo desapercibidas. Es el caso de la película Si Dios quiere (Se Dio Vuole), dirigida y coguionizada por Eduardo María Falcone, que obtuvo en 2015 el Premio Donatello a la mejor ópera prima italiana.

Con algún retraso por tanto respecto a su estreno inicial, podemos disfrutar ahora en las salas españolas de esta comedia que nos cuenta la historia de Tommaso (Marco Giallini) un cardiólogo romano liberal y ateo, profesional de éxito aunque frío y autoritario en su trabajo. A pesar de su aparente vida perfecta, su matrimonio con Carla (Laura Morante), la madre de sus dos hijos, ha ido deteriorándose cada vez más. Su decepcionante hija Bianca no muestra interés por nada en la vida y está casada con Gianni a quien Tommaso considera un patán. Sus esperanzas caen en su inteligente hijo Andrea (Enrico Oetiker) que estudia medicina y tiene un futuro muy prometedor. Un buen día Andrea revoluciona a toda la familia con una impactante revelación: quiere hacerse cura. La noticia es aceptada aparentemente por su padre quien acto seguido desplegará toda su hipocresía para evitarlo, comenzando por investigar por su cuenta al popular sacerdote (Alessandro Gassman) a quien considera culpable de que su hijo tomara semejante decisión.

En una primera lectura Si Dios quiere nos ofrece una comedia de enredo de aires mediterráneos que funciona a la perfección y nos hará reír con algunas escenas verdaderamente hilarantes. Paralelamente, en una segunda lectura menos superficial el filme invita a la reflexión sobre la tolerancia, la amistad, las relaciones familiares o la búsqueda del propio camino vital. El tema de la religión o la espiritualidad está presente en su eterna dialéctica frente a la ciencia y a la razón, y por momentos da la sensación de que la película hubiera sido concebida o financiada casi diabólicamente por alguna suerte de grupo de juventudes católicas, o por la mismísima Santa Sede dada la imagen idealizada que nos ofrece de ese mundo. Afortunadamente no se cargan demasiado las tintas en ese aspecto y no se cae en el proselitismo, pues predomina ante todo su estructura de comedia algo loca, benévola y complaciente concebida primordialmente para el divertimento en tono ligero e irónico, que hace muy digerible el mensaje más o menos subliminal que pudiera tener. No obstante, se echa de menos la ausencia de cualquier mordacidad crítica sobre el catolicismo y sus estructuras.

Aunque en algunos momentos parece decaer el ritmo, Si Dios quiere remonta cuando se suceden las escenas más genuinamente cómicas basadas en las palancas típicas del vodevil clásico como son la confusión, el enredo o el malentendido. Pero en general el director logra obtener la proporción del conjunto salpicando risas y sonrisas con puntuales dosis de sentimentalismo. De esta manera la película va avanzando con compás sostenido y en armonía, con sorprendente giro dramático incluido, hacia un abierto y emotivo final.

En el plano interpretativo todo el elenco está magnífico, cada uno de los roles se encuentra perfectamente definido y cumple funciones casi arquetípicas. Destaca sobremanera el veterano Marco Giallini que magistralmente compone al protagonista, hilo conductor del filme, en cuyos conflictos familiares, intelectuales y emocionales se basa toda la trama. Le sirve de contrarréplica Alessandro Gassman quien encarna el personaje del cura obrero, popular y mediático al que considera inductor de todo el desencadenante. La historia principal se edifica en el duelo entre ambos, basado en clichés muy correctamente administrados sobre la amistad, el respeto y la tolerancia. Paralelamente tenemos un repertorio de excelentes actores secundarios que dan al filme altura de comedia coral y cuyas actuaciones abordan jocosamente otros conflictos como el de la crisis romántica de la pareja o la desorientación vital personificada en la madre y la hija, las relaciones profesionales con los miembros del equipo médico, o el andamiaje de los vínculos familiares, unido a escenas típicas de comedia de situación y algunas actuaciones hilarantes como la del voluntarioso yerno o el inefable detective privado.

En definitiva, evocando los aires legendarios de la comedia clásica italiana de Dino Risi, Luigi Comencini o Ettore Scola que tantos paralelismos y similitudes tiene con la idiosincrasia hispana, Si Dios quiere nos ofrece un conjunto luminosamente divertido. Comedia coral y comedia de situación, la película nos proporcionará risas aseguradas en mezcla, aunque sin suministrar moralina en exceso, con algunas píldoras para la reflexión y el sentimiento.

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