Snake Pass. Análisis PS4

Snake Pass

Los chicos de Sumo Digital nos traen de vuelta un género que parece que se acerca a una segunda juventud, los juegos de plataformas en tres dimensiones. Protagonizado por la serpiente Noodle y su compañero volador Doodle, Snake Pass nos propone una aventura en la que tendremos que mostrar nuestra habilidad con el mando y la capacidad para superar puzles.

Deslizándonos por el aire

Snake Pass nos sitúa sobre una de las islas flotantes de Haven Tor, pero la situación no está tranquila como parece ya que han desaparecido las piedras que permiten funcionar los portales que nos transportan entre las islas. Esa será nuestra misión, la de localizar las tres piedras que se encuentran en cada uno de los niveles y llevarlas hasta el portal para que vuelva a funcionar.

Para conseguirlo tendremos que acostumbrarnos a movernos como una serpiente, algo más complicado de lo que puede parecer, y buscar por cada recoveco de los diferentes escenarios hasta encontrar las piedras. Este objetivo será extremadamente sencillo durante los primeros niveles, pero conforme avanzamos descubrimos que Snake Pass cuenta con una curva de dificultad bastante pronunciada. Mientras en los primeros niveles apenas tendremos que escalar para alcanzar algunos coleccionables en la segunda mitad del juego las estructuras serán auténticos rompecabezas que tendremos que detenernos a estudiar para lograr llegar hasta arriba.

Aquí es donde nos encontramos uno de los puntos fuertes de Snake Pass y es que no será suficiente con lograr averiguar la manera de llegar hasta la piedra que tenemos que conseguir. Necesitaremos afinar nuestros movimientos para lograr nuestro objetivo, aunque muchas veces tendremos que intentarlo una y otra vez. En el movimiento de Noodle encontramos otro aspecto que diferencia Snake Pass del resto de juegos de plataformas ya que tendremos que acostumbrarnos a movernos en zigzag puesto que si lo hacemos en línea recta la serpiente se moverá muy despacio.

Además de las tres piedras que tendremos que recolectar en cada uno de las islas también podremos reunir otros coleccionables como burbujas, que son las más numerosas, o monedas, un auténtico reto para los jugadores más completistas. El problema surge cuando tras pasados unos niveles nos damos cuenta que estos son los únicos objetivos que tendremos a lo largo de todo el juego, lo que terminar por hacerlo algo monótono.

Lo que más echamos en falta es algo más de profundidad en su narrativa o al menos un villano carismático que nos invite a continuar jugando cuando el juego se vuelva repetitivo. Cuando hayamos avanzado en la historia se desbloqueará el modo contrarreloj que, si puede suponer un reto para los jugadores más ambiciosos, pero que no termina de arreglar esa ausencia de gancho por parte de los personajes para mantenernos al mando varias horas.

 

Vivir reptando

Como ya hemos comentado antes una de las características más llamativas de Snake Pass es la forma de moverse del protagonista. Como una serpiente tendremos que movernos reptando y lo haremos más rápido cuanto más nos movamos en zigzag. Además, tenemos la posibilidad de levantar la cabeza de nuestra serpiente lo que nos permitirá salvar obstáculos como escalones y trepar por las diferentes estructuras que nos encontraremos a lo largo del juego.

A este movimiento se le une el de enroscar nuestro cuerpo para que sea más complicado terminar cayendo al vacío, por último, también contamos con la ayuda de Doodle al que podemos pedir que nos sostenga siempre que estemos en contacto con el suelo, ya que el ligero ruiseñor no es capaz de aguantar todo nuestro peso.

Con esas opciones y unos controles que responden de una manera bastante fiel a nuestras ordenes desde el mando tendremos que superar los 15 niveles a los que nos tendremos que enfrentar.

 

Snake Pass, un mundo a todo color

Para terminar, vamos a centrarnos un poco en el apartado técnico de Snake Pass. Los chicos de Sumo Digital han conseguido crear un ambiente muy agradable y lleno de colorido, que sin tener grandes florituras en cuanto a animaciones ni texturas resulta muy llamativo. El problema es que en todas y cada una de las quince fases que contiene el juego tenemos la sensación de encontrarnos en el mismo escenario. Esta sensación se ve algo agudizada al encontrarnos con escenarios demasiado pequeños.

También hay que mencionar que el juego se mueve de manera muy fluida y no hemos notado tirones en el framerate. En cuanto al sonido, Snake Pass nos trae una banda sonora muy similar a los plataformas tridimensionales de la década de los 90 como Donkey Kong o Banjo Kazooie.

 

Conclusión de Snake Pass

Snake Pass trae de vuelta un género que triunfó enormemente hace dos décadas, pero se queda a medio camino de lograr ser un gran título debido a la linealidad de la experiencia que ofrece y la escasa variedad de objetivos.

A pesar de todo seguro que mantiene enganchados a los coleccionistas de trofeos con sus rompecabezas y su complejo manejo.

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