The Kings Bird. Análisis de un juego de plataformas que te hará volar

The Kings Bird es un precioso juego de plataformas con ambientación maya. En él, al igual que en Child of Light, encarnamos el papel de una princesa que sueña con ser libre y volar, pero sus obligaciones reales la mantienen encadenada al interior de su ciudad.

Gracias a un despiste del emperador, eres capaz de robar parte de su poder divino que le permite ascender a los cielos y escaparse por la frontera del reino, introduciéndose en una selva con paletas de colores mayoritariamente bicromáticas y con caminos enrevesados que nos permiten correr libres y sentir la maravillosa experiencia de la libertad infantil.

Un juego de plataformas con profundos toques a Journey

¿Recordáis cuando erais pequeños, corríais colina abajo con los brazos abiertos y os sentíais pájaros voladores? Esa es la misma sensación que pretende transmitir The Kings Bird, y vaya si lo consigue. En este juego de plataformas con toques a un metroidvania y cierto backtracking, iremos obteniendo habilidades que nos permitan recorrer un mapa plagado de caminos que se adapta a la experiencia de cada jugador.

Nuestra princesa es solo una silueta. Nada más. Pero… ¡qué bien construida está! He hablado en muchas ocasiones de la importancia del diseño de la silueta en un concept art para videojuegos. Cualquier personaje debe ser fácilmente reconocible por su público a través de la silueta (identificarías la sombra de Mario saltando o las orejas de Pikachu en cualquier parte ¿verdad?). Este principio, que parece tan básico en la ilustración digital, no lo siguen todos los concept artists, pero en The Kings Bird cobra especial relevancia. Al no tener rostro, podemos identificarnos fácilmente con el personaje. A pesar de los detalles típicos en la creación del personaje, nuestra protagonista cuenta con un abanico de animaciones realmente trabajado que la hace parecer la sombra de Peter Pan recorriendo el Amazonas.

La dirección artística

The Kings Bird es un juego en 2D con un diseño de escenarios que recuerda a los dibujos aztecas y mayas mexicanos, con ligeras influencias también del arte grecorromano y del sudeste de Asia.  Sus escenarios intentan simular la profundidad de la selva a través de un degradado de color y elementos semitransparentes que se sobreponen a paletas mayoritarias que van cambiando en función del nivel en el que nos encontremos. Así, el primero de todos, en el que vemos los grabados y las pinturas en las paredes de la santidad de emperador, está teñido de tonos dorados; pero en cuanto salgamos a la selva estos cambiarán para moverse entre rosas, verdes y azules pastel sobre los que se imprimen las siluetas en negro y la bufanda de la protagonista en un blanco luminoso.

El ambiente general que gobierna el juego es positivo y optimista: los únicos peligros serán caer al vacío o tocar paredes llenas de espinas y peligrosos pinchos que destacan sobre los escenarios gracias a un mapa de glow (que ilumina el modelo). Para rematar el diseño artístico encantador de este atardecer salvaje, se encuentra la bufanda de la protagonista: una estela de luz luminosa que no podemos evitar relacionar con Journey y que sigue nuestros movimientos, ascendiendo hacia el cielo y generando la sensación de que somos más ligeros y livianos de lo que realmente es esta pequeña sombra.

La bufanda es un elemento decisivo ya que nos la entregan después del primer nivel tutorial del juego y es lo que nos permitirá planear por las diferentes superficies: un movimiento al que tendremos que cogerle el tranquillo.

Hablemos de la jugabilidad de The Kings Bird

The Kings bird es un juego de plataformas preciosista ideal para jugar en pequeños ratos en los que quieras desconectar. A pesar de su diseño minimalista y positivo, encarna una dificultad que lo hace del todo apetecible y que engancha desde el segundo mundo.

Tu objetivo será avanzar a lo largo de la jungla hasta llegar los pequeños templos en forma de marquesina que hay repartidos por la selva. Estos templos son pequeños subniveles que suponen un desafío añadido. En cada uno de estos subniveles tendrás que recoger una serie de luciérnagas blancas y llevarlas contigo hasta el final del nivel. Para facilitarte las cosas, entre desafío y desafío cuentas con pequeños faroles de inspiración china que guardarán tu posición y avance a lo largo del nivel.

Hay muchas formas de llegar a un punto, pero también miles de maneras de caerte

Cada uno de estos desafíos activa un punto para abrir una puerta a otro nivel. Además, cuentan con una tabla que recoge los mejores tiempos de todos los jugadores que han probado cada desafío (en el momento el que jugué tuve la suerte de estar entre los cinco mejores, aunque claro… era una beta cerrada…).

Los movimientos que puede hacer nuestra pequeña sombra son: planear impulsada por el aire durante un corto espacio de tiempo; deslizarse pendiente abajo; deslizarse bajo una plataforma y un dash hacia delante, además de un salto simple. La combinación de esos escasos movimientos serán todo lo necesitemos para ir completando los puzzles y los desafíos que nos plantea la pequeña sombra.

A lo largo de cinco diferentes niveles tendremos que saltar, planear, sobrevolar y realizar diferentes dashes para impedir caer en la profunda nada o tocar las espinas. Y es cierto que el juego pone su punto de dificultad en la combinación de movimientos que tendrás que esgrimir para conseguir todas las luciérnagas o tótems de los diferentes niveles, a veces incluso obligándote a reiniciar el nivel para no dejarte ninguna atrás.

También tendrás dos tipos de niveles principalmente: aquellos en las que tu bufanda en forma de alas te permite planear y otras en las que solo te permiten realizar saltos breves y dash debido a que la magia del emperador rodea tu cuello.

La música y el audio

The King’s Bird no pretende contarte una historia al estilo tradicional. Precisamente por eso los personajes carecen de voces y se comunican entre ellos con pequeños ruiditos y gemiditos tan propios del género indie artístico.

Completando el conjunto está la música, esencial para que un juego de plataformas no se sienta repetitivo. Y aunque bien es cierto que hay un esfuerzo detrás de la creación de temas optimistas y positivos que se reproduzcan bien en bucle, la música escogida puede llegar a ser algo cargante y se te mete en la cabeza de una forma incisiva y repetitiva, obligándote a seguir jugando en silencio.

 

Conclusión de The King’s Bird

La sensación es similar a la de Celeste, el juego de Switch: el desafío está ahí pero no es lo suficientemente difícil como para que te frustres y acabes pagándola con el juego. Si lo comparamos con Celeste (otro juego de plataformas muy galardonado con mecánicas similares), es cierto que, sobre todo al principio, te da la sensación de que el personaje no acaba de responder con toda la precisión que debiera a los controles. Esto provocará que más de una vez acabes cayéndote sin merecerlo o incluso que se te machaquen los dedos de la fuerza con la que pulsas los botones. Pero esto ocurre solamente en las primeras horas de juego. Después, en cuanto le coges el tranquillo, descubres todos los trucos que acompañan a esta pequeña sombra de The King’s Bird.

Tiene un par de errores en el nivel tutorial: las texturas con la guía para realizar los movimientos indican que se realizan con R y L trasero cuando es el frontal. Pero no es nada que no pueda corregirse rápidamente y de la que el jugador no se percate.  

Y aunque bien es cierto que su diseño artístico es muy atractivo y que la inspiración romana y maya se ve claramente en los escenarios, lo cierto es que tras la primera y favorable impresión, el ambiente deja de convertirse en el centro de tu atención para pasar de forma discreta y atractiva a un segundo plano. La música como ya hemos dicho, puede llegar a ser incluso algo repetitiva.

Pero la jugabilidad es simplemente genial. ¡Adictiva! Nivel tras nivel, conforme empiezas a dominar los movimientos de la pequeña sombra, el juego se vuelve más interesante y divertido. Te tienes que parar en ciertos momentos para buscar un camino o una estrategia que te permita subir sin caerte y en otros momentos tendrás que dar un salto de fé a toda velocidad si quieres atravesar un abismo de negrura.

Poco a poco el juego se mete dentro de ti y al acabar cada nivel te muestran pequeñas cinemáticas, casi como sueños en un mundo onírico que recuerdan a la ópera de La flauta mágica de Mozart y que guardan una terrible historia.

The Kings Bird es, sin duda, un juego indie muy interesante al que echarle la zarpa. Y si la gente de Serenity Forge se anima, sin duda le sentaría increíble un port a Switch a un juego como este.

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