The Lady in the Van. Crítica

the lady in the van

Sobrepasada la edad de 80 años, es una delicia ver actuar de nuevo a Maggie Smith en The Lady in the Van, comedia británica del 2015 que Sony Pictures estrena el 15 de abril en nuestros cines.

La película nos viene a narrar la singular historia real de la señora Shepher, una mendiga que un día decidió aparcar su furgoneta y quedarse a vivir en un residencial barrio londinense de Camden Town ante la estupefacción de sus remilgados vecinos. Tras algunas vicisitudes Lady Shepher terminará estableciéndose de forma definitiva en el acceso a la casa del escritor Alan Bennet, en lo que al principio iba a ser un favor temporal a regañadientes pero que se convertirá en toda una relación de 15 años que cambiará la vida de ambos.

La peculiar relación del escritor con la malhumorada mendiga instalada en la puerta de su casa no le vino nada mal al señor Bennet pues, en base a ella, escribió una serie de artículos que luego convirtió en una exitosa obra de teatro que finalmente ha sido adaptada a la gran pantalla en esta película dirigida por Nicholas Hitner (al que recordamos principalmente por La Locura del Rey Jorge). Como no podía ser de otra manera, el autor del guión es el propio Bennet que para rematar la faena termina apareciendo también en un curioso cameo al final del filme.

El tono de la obra es el de una comedia amable y reflexiva que pretende alcanzar un equilibrio entre la historia profundamente humana y triste de su protagonista con los momentos cómicos derivados de la peculiar convivencia entre los protagonistas y sus vecinos. La biografía de lady Shepher se va desgranando poco a poco a través de flashbacks que van revelando al espectador con cierta intriga cuáles fueron los hitos vitales que la llevaron a esa situación.

Utilizando la voz en off del dramaturgo paralelamente se abordan temas de profundidad como es el de la neurosis del intelectual, sus reflexiones y dudas creativas. Veremos como el escritor aparece duplicado o desdoblado en un juego de doble personalidad, en un diálogo permanente consigo mismo, reflexionando sobre el proceso inventivo en una suerte de metalenguaje que resultará interesante para los más conspicuos y reflexivos.

De la misma manera, la dramática y en el fondo muy triste historia de la protagonista, pone sobre el tapete otros aspectos como la noción de culpa, la crítica el catolicismo que trastocó y mutiló la vocación de la protagonista, o la reflexión sobre la vejez y la vida en el paralelismo que se establece entre la señora de la furgoneta y la propia madre del escritor.  No obstante al final se le va la mano desembocando en una especie de ascensión a los cielos del personaje, casi bochornosa por empalagosamente exagerada.

En el plano interpretativo, el papel del muy británico escritor y dramaturgo Alan Bennet es encarnado por Alex Jennings, que representa muy convincentemente al educado pero neurótico intelectual que se desdobla y debate continuamente consigo mismo, y que se haya en discusión permanente entre su parte más perezosa, apocada y reflexiva, con la parte de su personalidad más mordaz e irónica pero que no abandona en ningún momento la templanza.

Pero por supuesto el alma mater del filme, la gran baza y reclamo del mismo es sin duda Maggie Smith. Junto al también octogenario  Michael Caine estamos seguramente ante la actriz británica más entrañable del momento, que aquí una vez más se adueña de un personaje que significa un vehículo para su lucimiento y por el cual fue nominada al último BAFTA británico por su interpretación. La ganadora de dos Oscars como excelente secundaria, vuelve con ese tipo de personaje que domina a la perfección: el de vieja gruñona, cínica y malhumorada pero en el fondo de buen corazón. Siempre es un placer contemplar cómo se adueña de cada escena en la que aparece con un solo gesto, mueca o mirada aunque quizás nosotros la preferimos cuando lo hace como personaje de la alta sociedad como Downton Abbey.

Conclusiones de The Lady in the Van

Se puede disfrutar de esta comedia dramática (o mejor: drama con tintes cómicos) en la que predomina el tono humanista y conmovedor que termina llevándose a la exageración en su tramo final, aunque siempre tamizado por un estilo de humor muy «brithis» incluso en los momentos más duros o escatológicos.

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