The Walk (El Desafío). Crítica

The Walk (El Desafío)

El 7 de Agosto de 1974 el equilibrista francés Philippe Petit, realizó la hazaña de atravesar sobre un cable de acero la distancia que recorría las dos flamantes Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York, que aún se encontraban en construcción. Este evento clandestino se hizo rápidamente famoso, dio la vuelta al mundo y convirtió la imagen de Petit en equilibrio sobre el abismo que separaba las torres en una estampa de gran belleza plástica que algunos llamaron el “crimen artístico del siglo”, un símbolo poético de osadía y provocación en desafío con la muerte y con la autoridad.

En su libro “To Reach the Clouds” (Alcanzar las nubes, en España), Petit narró todo lo concerniente a la concepción, planificación y ejecución de su famosa hazaña. La historia fue narrada en un documental de James Marsh “Man on Wire” que ganó en 2008 los premios del público y del jurado del festival  de Sundance y el Oscar al mejor documental. Y ahora en 2015, el afamado y experimentado director norteamericano Robert Zemeckis, reconstruye de nuevo toda esta maravillosa gesta en “The Walk” que en España se presenta con el subtítulo de “El desafío” y que podremos disfrutar en su mejor versión 3D gracias a Sony Pictures.

Poco más se puede decir sobre la gran trayectoria del guionista, productor y director Robert Zemeckis, discípulo aventajado de Spielberg y ante el que siempre hay que quitarse el sombrero por ser autor de fabulosos blockbusters de emoción, efectos y aventura como Tras el Corazón Verde, Regreso al Futuro, La muerte os sienta tan bien, Forrest Gump, Náufrago o Polar Express, por citar algunas de sus más míticas películas. Sin embargo, pareciera que en los últimos años Zemeckis hubiera bajado involuntariamente el listón, dejándose llevar por su tendencia a la hipérbole técnica en Beowulf (2007) o Cuento de Navidad (2009), o al exceso de moralismo en El Vuelo –Flight- (2012).

A la espera de que a finales de 2016 se estrene su nueva película, “Five Seconds of Silence”, nada menos que con Brad Pitt y Marion Cotillard, por ahora podemos disfrutar en versión 3D la película sobre la gesta del funambulista francés, donde están muy presentes tanto el alarde técnico como la inevitable lectura moralista y la vocación de éxito comercial que caracterizan como una constante prácticamente toda la obra del director norteamericano.

Sin embargo, The Walk (El Desafío) se ha condicionado por la existencia de la excelente y multipremiada película documental sobre el mismo hecho de James Mash por lo que no se acaba de entender la necesidad de contar de nuevo una historia que, aunque utilizando admirables técnicas fotográficas superrealistas, no deja de tener el punto de artificiosidad frente a la autenticidad narrativa que exuda el documental.

El filme está protagonizado por un entusiasta y muy caracterizado Joseph Gordon-Levitt quien en la versión original, al igual que el resto de personajes, utiliza indistintamente el francés y el inglés según el momento, y al que vemos totalmente entregado a su papel. Le acompaña Beng Kingsley en el rol del mentor francés que enseña al héroe sus técnicas y habilidades, en otra interpretación más de personaje exótico con acento al que el actor británico nos tiene tan acostumbrados. Destacar en la parte femenina a Charlotte Le Bon como la novia del protagonista, aunque la historia de amor que hay de trasfondo resulta un poco plana y no se entiende su resolución.

Como casi todo relato que parte de hechos biográficos reales, The Walk cae en el riesgo de ensalzar al héroe y sus hazañas en demasía máxime cuando parte de la visión del propio protagonista y su libro y evita lo que sería susceptible de una lectura mucho más anarquista y subversiva que quizás hubiera podido sacarle más jugo a la historia.

Narrada en primera persona, se supone que poco después de ocurridos los hechos, y nada más y nada menos que desde la antorcha de la Estatua de la Libertad con las Torres Gemelas al fondo, la voz en off de Joseph Gordon-Levitt nos va narrando los pormenores de la preparación y ejecución de “el golpe”. Al tratarse de una hazaña real cuyo final feliz es muy conocido, la película opta por concentrarse en todos los prolegómenos de su ejecución entre París y Nueva York. La parte parisina está llena de tópicos sobre la vida bohemia y es donde vemos los inicios de Petit y cómo se concibe la idea. La parte neoyorkina, mucho más interesante,  donde se prepara y ejecuta la performance, está contada utilizando la planificación y el suspense propio de las películas de robos y atracos, incluida la música, hasta llegar al momento culminante del paseo sobre el cable donde Zemeckis se recrea, al igual que hizo el propio Petit, buscando la intensidad emotiva como en el momento del encuentro con la gaviota o aquél en que el director hace sonar el Para Elisa de Beethoven para resaltar la belleza del instante.

Por supuesto, debe destacarse el escenario y trasfondo que preside toda la película: las Torres Gemelas. La cinta no incurre en el error de hacerles un homenaje demasiado explícito, pero el espectador sabe que ya no existen y que 25 años después, el 11 de Septiembre de 2001, fueron criminalmente destruidas. Esto introduce un punto reflexivo y melancólico implícito en el filme sobre el destino y el futuro de las obras humanas, aunque Zemeckis acertadamente se cuida de no cargar las tintas sobre este aspecto y lo deja sutilmente en el aire hasta el momento final.

Conclusiones The Walk

En definitiva, Zemeckis convierte la hazaña de Philipe Petit en un cuento moral sobre la persecución de los sueños y la determinación. Es toda una experiencia visual disfrutar del alarde técnico que nos permite ver en 3D cómo resucitan retrospectivamente las malogradas Torres Gemelas, pero la película tiene un exceso de duración y el hecho de ser una historia de desenlace conocido le resta emoción.

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