Train to Busan. Crítica

Train to Busan

Sin aportar nada nuevo dentro del género de zombis, la película que analizamos -Train to Busan- se encuentra entre los títulos más destacados del año que nos abandona. No solo dentro de las películas centradas en los come cerebros, de las cuales todos los años se presentan al público un mínimo de 10 o 12 ejemplos, sino del panorama fantástico y de terror. Buena muestra de ello son los premios a mejores FX y dirección que ganó en el festival de Sitges, o el del público en la semana de cine fantástico de San Sebastián.

Train to Busan es una historia de Apocalipsis Zombi narrada desde el punto de vista de los pasajeros de un tren de alta velocidad que hace el trayecto desde Seúl a la ciudad que hace mención el título. En él va como pasajero Seok-Woo junto a su hija Soo-ahn para que esta última vea a su madre, la cual el primer divorciado no quiere ver pero ante la presión de su hija se ve obligado a ceder. El destino hace que uno de los infectados por el virus les acompañe en el tren desatando una lucha encarnizada por la supervivencia dentro de los vagones.

El director Yeon Sang-ho es un reputado especialista del género de animación coreana para adultos, que ya había tratado el tema del virus zombi desde el punto de vista del cine animado con su anterior trabajo Seoul Station, con el que esta película juntaría una dupla para mostrarnos un análisis de los más bajos instintos que surgen en los seres humanos cuando muestran su instinto de supervivencia.

Y decimos que es de lo más destacado del género por la variedad de registros que trata dentro de la misma, encontrándonos varias películas en una desde el drama de unificación del núcleo familiar, con el que conecta muy de cerca con otra de las grandes películas del cine fantástico coreano como era The Host (las dos tratan el tema del distanciamiento paterno-filial), hasta temas más enfocados al cine de denuncia social y lucha de clases, en donde nos muestra los prejuicios de los pasajeros dentro del recorrido por los vagones en su intento por sobrevivir, de una forma muy parecida a la que nos mostraba otra película fantástica como Snowpiercer (ambas posiblemente, no por casualidad, pertenecen a otro cineasta coreano como Bong Joon Ho).

Train to Busan queda en la memoria del espectador no solo por sus escenas y despliegue técnico sino por la fuerza de los personajes y las relaciones que entre ellos se establecen. Destacando sus efectos especiales que se muestran a la altura de cualquier superproducción de Hollywood con esa marea zombi en la que trepan los unos sobre los otros a modo de horda imparable y moviéndose a gran velocidad, con un tratamiento de los muertos vivientes similar a los de Guerra Mundial Z, aunque a mi modo de ver inferiores.

Aun así, entre sus escenas, hay varios momentos destacables desde el prólogo, que transcurre en una carretera, otra escena en la que intervienen un helicóptero y un vídeo casero grabado desde un móvil, de las que no desvelaré más detalles para no restarles eficacia en su visionado, hasta cualquiera de los 2 o 3 fragmentos de la película en la que interviene esa marabunta zombi que fluye como una única entidad.

Conclusión Train to Busan

Para los amantes del género, pero también para todo tipo de público en general, Train to Busan es una montaña rusa de acción, terror, humor, aventuras y amor comprimido en tan solo dos horas que transcurren a un ritmo vertiginoso, como el del tren en el que viajan nuestros protagonistas.

 

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