Westworld. Crítica

Westworld

Westworld es el buque insignia con el que desembarca en España la plataforma de entretenimiento on line HBO. Había mucha expectación sobre cómo iba a salir la nueva adaptación de la película de 1977 del escritor Michael Crichton, que llegó a nuestro país con el sobrenombre más literal de Almas de Metal, adaptada a nuestros tiempos en formato de serie de la mano de los creadores de ficciones de éxito como Fringe, Alias y Lost (Perdidos), para lo cual dejaron al cargo del desarrollo del libreto al tándem formado por el matrimonio de Jonathan Nolan y Lisa Joy, los cuales ya habían colaborado previamente con éxito en la serie de tramas conspiratorias Person of Interest.

Nolan, alma mater de la serie, hermano del director y guionista de algunos de sus mayores éxitos como Interstellar y The Dark Night, no solo se conformó con escribir los guiones, sino que se puso al frente de las cámaras en el piloto y el capítulo final de temporada, junto con otros especialistas del género de ficción como Vincenzo Natali (Cube) o Neil Marshall (War Dogs). Con un presupuesto de más de 100 millones de dólares, que han sido acompañados del favor del público, siendo su desenlace el más visto de EE.UU. desde Game of Thrones, serie del mismo grupo y de la que pretende ser digna sucesora como adaptación de un mundo ficticio.

La historia que cuenta es la de un inmenso parque temático basado en el lejano Oeste, en el que los visitantes, previo pago de una pequeña fortuna, pueden desarrollar ocultas fantasías, a modo de juego de Rol en vivo, poniéndose en la piel desde cazarrecompensas y vaqueros, hasta ladrones de banco o soldados del ejercito confederado, y dar rienda suelta a sus más bajos instintos de sexo y violencia, batiéndose en duelo o acompañando a las prostitutas del saloon.

Para lo cual, y aquí es donde se encuentra la gracia de la serie, estos huéspedes contarán con la ayuda de los anfitriones, pseudónimos con el que los empleados del vasto complejo usan para denominar a los robots de aspecto humanoide; destinados a que los visitantes lleven a cabo sus aventuras, y que siempre se encuentran vigilados por un gran entramado de personas trabajando en el enorme complejo subterráneo escondido bajo el parque. Los mismos tienen que supervisar su correcto funcionamiento bajo la directriz de que no puedan dañar a los huéspedes, ni poner en riesgo su vida directa o indirectamente (premisa que se sustenta en las leyes de la robótica bautizadas por el escritor Isaac Asimos y llevadas a la pantalla múltiples ocasiones).

Así, a lo largo de la temporada, a través de un reparto repleto de caras conocidas como las de Anthony Hopkins (El silencio de los corderos), en la figura del fundador y genio detrás del cual se esconden estas psiquis robóticas; o Ed Harris (Apollo XIII), como un misterioso jinete de negro que esconde más de lo que aparenta, a parte de otros nombres conocidos como Jeffrey Wright (Casino Royale), James Marsden (X-Men), Thandie Newton (Misión Imposible 2) o Evan Rachel Wood (Thirteen) como personaje central de la trama en el rol de una supuesta damisela en apuros. Vamos viendo las vicisitudes de los huéspedes y los anfitriones y cómo se interrelacionan bajo la incertidumbre de los dueños del parque por las anomalías de comportamiento o glitches que se están dando en algunos de los robots, derivados de unos parches de actualización de comportamiento que están provocando los primeros altercados graves en el parque en los últimos 30 años (cifra que se menciona en varias alusiones a lo largo de la serie en un claro homenaje a la fecha de estreno del original de Crichton).

Mientras, las tramas de los personajes principales de la serie se van enredando y los acontecimientos van desembocando a medida que los Robots van tomando conciencia de su Existencia y del mundo ficticio que les rodea en esa especie de distopía de la realidad hasta un punto sin retorno en el que se rebelen contra sus creadores.

Así, Nolan nos va mostrando como el parque se descontrola pudiendo generar una tragedia, tema recurrente de los relatos de Crichton como ya se pudo comprobar en la mundialmente famosa Parque Jurásico, en esta especie de cruce entre Matrix y cualquier Spaghetti Western, a la vez que va sembrando diferentes preguntas en el espectador a través de las tramas de carácter metafísico tales como: hasta dónde llega el libre albedrío, cuáles son los límites de la conciencia humana o cómo definiríamos el alma y en qué consiste.

Salir de la versión móvil