Bloodborne. Análisis PS4

Finalmente, tras muchos meses de espera, ya tenemos aquí el esperadísimo Bloodborne, el último título de From Software exclusivo para PlayStation 4. Tras el fiasco vivido con las duras críticas recibidas por The Order: 1886, Sony necesitaba un salvavidas si quería seguir con su sólido liderazgo, y parece que esta nueva obra de los creadores de Dark Souls era la indicada para mantener viento en popa a la compañía.

Los jugadores llevaban esperando mucho tiempo el reto que siempre han ofrecido los juegos del estudio. Una seña de identidad que convirtió a títulos como Demon Souls o el ya mencionado Dark Souls, en ejemplos de referencia para los más hábiles y pacientes. Ahora Bloodborne espera dar un pequeño giro de tuerca a la jugabilidad pero sin perder de vista la esencia que los hizo grandes.

¿Será Bloodborne quién devolverá la fe en los exclusivos de PS4? ¿O por el contrario, estamos ante otra apuesta que era mucho hype y que al final se ha diluido como un azucarillo en un vaso de agua? Sin duda estamos ante el gran lanzamiento de los últimos meses, por lo que solo esperamos que se hayan cumplido las expectativas y ambos bandos queden satisfechos. A continuación os dejamos con la opinión al respecto de Game It.

La noche más oscura

La oscuridad se cierne sobre nuestras consolas. Parafresando la mítica frase de Juego de Tronos «La noche es oscura y alberga horrores«. Estas siete palabras resumen realmente bien la esencia de este Bloodborne, y es que prácticamente la única luz que veremos a lo largo del juego es la de las antorchas o, la de alguna farola, vagamente encendida.

En el medio de esta noche perpetua nos encontraremos en Yharnam, una ciudad victoriana en la que se ha propagado una especie de maldición de la sangre que ha afectado a la mayor parte de su población convirtiéndolos en monstruos con un peligroso instinto asesino. Nuestro papel dentro de esta epidemia será el de cazador de bestias, y como era de esperar, estaremos solos ante el peligro ya que el que no nos mata simplemente está anulado por el miedo.

Aunque nosotros no hemos sido víctimas de esta maldición, pronto nos damos cuenta de que también estamos afectados de alguna forma, y es que cada vez que morimos se nos devolverá al denominado «Sueño del Cazador», un lugar muy similar al «Nexo» de Dark Souls, y que nos servirá como enlace entre los distintos territorios y como lugar para ir mejorando nuestras habilidades.

Por lo pronto, poco más se nos desvela acerca de la historia en los primeros compases, haciéndonos descubrirla según vamos avanzando y por supuesto muriendo, aunque como parece evidente, nuestro objetivo final será acabar con esa extraña infección que asola Yharnam. De todas formas, el peso de la historia es más reducido, o al menos esta queda más diluida y es menos concisa, que en los anteriores títulos de Hidetaka Miyazaki.

Si bien la historia ha disminuido ligeramente en importancia, lo que ha adquirido especial interés en Bloodborne es el componente de exploración y el «backtracking». Estamos ante una ciudad repleta de recovecos y secretos que encontrar, y es que en cada esquina aparecen nuevos objetos y enemigos imprevisibles que nos han dado más de un susto. Recorrer cada paso de Ynarham se hace esencial para vivir una experiencia completa de este título, aunque hay que reconocer que más de una vez nos hemos cansado de dar vueltas y perdernos para finalmente llegar a nuestro punto de partida.

Cazador y presa de la muerte

Bloodborne es difícil, muy difícil. A grandes rasgos este es el resumen del título de From Software. Aunque esto es así, es evidente que sabíamos a lo que veníamos, es más, si fuese fácil estaríamos dejando el juego a la altura del betún, y es que, quien invierte en la saga Dark Souls y derivados busca un reto y no un paseo por el campo.

La esencia es básicamente la misma que la de sus antecesores, y aunque lo pueda parecer, esta no es morir, sino mezclar estrategia y habilidad para acabar con todos los enemigos que salen a nuestro paso. Sin embargo, aunque todo nos suene, la canción no es la misma ya que estamos ante variaciones bastante radicales en la jugabilidad. Morir sí, pero buscaremos sobrevivir de otro modo.

El cambio principal es el estilo de combate, mucho más frenético que en otras ocasiones y potenciando un estilo de juego mucho más ofensivo. En primer lugar apenas contaremos con escudos, y aquellos que podemos conseguir parecen una broma de muy mal gusto. Por lo tanto, ya que no tenemos con qué protegernos, tendremos que decidir si atacamos, esquivamos como gatos, o echamos a correr intentando escapar de una muerte segura.

Pues bien, aunque las tres son opciones que usaremos en algún que otro momento, sin duda la única válida es la de matar, ya que antes o después tendremos que pasar por ese camino. Al contrario que ocurría en Dark Souls, donde la defensa era vital, Bloodborne premia una jugabilidad mucho más ofensiva, y es que tras recibir algún golpe, si contraatacamos con cierta rapidez, podremos recuperar parte de la vida que hemos perdido, haciéndose imprescindible si no tenemos pociones o simplemente no es el mejor momento para usarlas.

Aquí en Bloodborne se ha sustituido el ataque y defensa por la combinación de armas de una o dos manos con otra de fuego. Ahora el combate se fundamenta en los golpes cuerpo a cuerpo ayudados por el arma a distancia. Esta última será bastante importante, y es que en caso de disparar mientras nos están atacando, el enemigo quedará aturdido a merced de nuestro próximo golpe. Además, gracias a este movimiento, en ocasiones podremos ejecutar el llamado Ataque Visceral, el cual es una especie de finisher que aniquila al enemigo de una forma realmente cruenta. Respecto al uso de las armas cuerpo a cuerpo, estas siguen su patrón habitual de golpe fuerte y lento o golpe moderado y más veloz. Eso sí, a esto hay que añadirle una nueva funcionalidad, y es que podremos combinar ambas armas de forma instantánea creando así una más poderosa, o al menos con características más útiles para cierto tipo de situaciones.

El número de armas disponibles del juego ha disminuido respecto a sus predecesores, quedándose reducido a 15. No es un mal número, y mucho menos pudiendo darles una segunda y poderosa función a estas. Como de costumbre contaremos con las clásicas espadas, hachas y lanzas, mientras que entre las de fuego nos encontramos con trabucos, fusiles de lo más variopinto e incluso lanzallamas. En cuanto a la ropa, esta reduce su importancia respecto a las típicas armaduras de la saga Souls, pero no por ello resultan insignificantes, y es que nos aportarán ciertas mejoras de defensa o de ataque, aunque hay algunas específicas que también nos otorgarán un importante plus dentro de la devastadora magia arcana. Por supuesto, también contaremos con una buena variedad de objetos, como guijarros, aceites o cócteles molotov.

Como siempre, volveremos a tener un lugar de unión entre los dos mundos en los que se encuentra atrapado nuestro personaje. El Nexo de Dark Souls es ahora El Sueño del Cazador, un lugar central en donde realizar las funciones más allá del fragor de la batalla. En este lugar de paz, será donde podremos reparar nuestras armas, comprar objetos o nuevos equipamientos, o tener acceso a las Mazmorras del Cáliz, unos lugares especiales realmente difíciles, donde tendremos que poner a prueba toda nuestra habilidad en combate, y es que no solo los enemigos y los jefes son más duros, sino que estas se generan de forma aleatoria. En un juego de este corte, esto es realmente peliagudo, y es que desaparece el ensayo y error, convirtiendo cada partida en una magnífica caja de sorpresas.

Es en El Sueño del Cazador donde tendremos la oportunidad de mejorar tanto las habilidades como las armas de nuestro personaje, gracias a los ecos de sangre y a las gemas sangrientas. Las primeras se resumen en: Aguante, Habilidad, Fuerza, Vitalidad, Viveza de Sangre y Arcano, con efectos como el rayo, el frenesí, el fuego, el veneno y la siempre inquietante Bestialidad. Dentro de las armas, serán las mencionadas gemas sangrientas aquellas que proporcionarán interesantes efectos en nuestras armas, como la posibilidad de envenenar o provocar un mayor daño en ciertas ocasiones. Por último, tenemos que mencionar también las runas, inscripciones que, aunque no son esenciales en la batalla, nos ofrecerán ciertas ayudas, como mejorar la capacidad de nuestras bolsas de balas y pociones.

El esplendor de la era victoriana

Cuando nació esta generación trajo bajo el brazo decenas de críticas, aunque algunas más justificadas que otras. Una de las más extendidas fue la escasa potencia gráfica que mostraban estas nuevas consolas. Las voces se alzaron en contra de PlayStation 4 y Xbox One, diciendo que parecía que seguíamos en la anterior generación, y que el salto era inexistente. Para apoyar esta teoría aparecieron en escena los temidos 720p y sobre todo los 30FPS. Sin duda, Sony y Microsoft comenzaron a estar en el punto de mira de millones de jugadores.

Fue The Order 1886 quien aplacó un poco la ira gamer, ya que era el primero de la generación que mostraba un salto cualitativo en cuanto a gráficos se refiere, otra cosa era la jugabilidad y la duración que eso ya era harina de otro costal. Pues bien, tras el repunte surgido tras el título de Ready at Dawn, es ahora cuando llega Bloodborne, otra de las grandes apuestas de la generación en todos los sentidos, y tras jugarlo no podemos hacer otra cosa que aplaudir a From Software y el magnífico trabajo que ha hecho, aunque sin olvidarnos de poner en cuestión los 30FPS a los que se mueve, una vez más, por debajo del standar de la generación.

En definitiva, el resultado es que Ynarham luce realmente bien, incluso espectacular. Bloodborne ha conseguido plasmar la oscuridad y el miedo en la pantalla. Las luces y sombras crean una atmósfera realmente tenebrosa, y si a todo esto le añadimos la estética victoriana, estamos ante un escenario tan atractivo como sobrecogedor.

El entorno está realmente bien recreado, algo nada fácil, y más cuando estamos hablando de lo rebuscado de los diseños steampunk en los que se inspira el título. Estamos ante un gran nivel de detalle en lo que a edificios y paisajes se refiere. Lo mismo podemos decir si hablamos de casi todo el diseño de los personajes. Lo primero aclarar que ese «casi» se refiere a los rostros, los cuales están muy por debajo del nivel general del resto del apartado gráfico. Excluyendo las caras de los personajes, todo lo demás está trabajado de forma excelente, mostrando una calidad realmente sorprendente. Por poner una pega, no nos han gustado demasiado las animaciones de los cadáveres, y es que sigue dando la impresión de que al morir se convierten en seres hinchables y blanditos, pero a tales alturas ya parece más una seña de identidad de la saga que un error.

La B.S.O es otro de esos puntos impecables. Oscura, tétrica y épica a partes iguales, una gozada poder disfrutarla mientras combatimos contra seres del inframundo. La ambientación es muy redonda, tanto por los gráficos antes mencionados, como por los excelentes efectos de sonido que acompañan a cada golpe y a cada muerte. Además, por si fuera poco, por primera vez en un título de From Software tenemos las voces totalmente en español, y como no podía ser de otra forma, con un excelente trabajo de localización y doblaje.

En cuanto al apartado técnico, es inevitable hoy en día no ver algún bug en juegos de tal magnitud. No son muy numerosos, pero sí que nos hemos encontrado alguna vez algún enemigo que se atasca, o golpes que nos llegan a través de paredes. Eso sí, también tenemos que mencionar uno de los temas que más críticas se ha llevado, y este no es otro que los tiempos de carga. Son realmente largos, en torno a unos 45 segundos tras cada muerte. Parece algo muy banal, pero realmente no lo es, puede llegar a desesperar tras tres o cuatro muertes seguidas. Eso sí, rompiendo una lanza a favor del estudio, From Software ha afirmado que tras la siguiente actualización estos tiempos se reducirán prácticamente a la mitad.

Conclusión de Bloodborne

Estamos ante algo grande. Bloodborne es uno de los mejores títulos de esta nueva generación por muchos motivos. Estamos hablando de un título prácticamente redondo, al menos considerando que las consolas no llevan ni dos años en el mercado, y que aún queda mucho trabajo por pulir en todos los aspectos.

Bloodborne supondrá un reto, hasta para los mejores jugadores, de principio a fin, enmarcado en un entorno realmente atractivo y con un apartado jugable digno de mención. Es un título que nos tendrá ocupados más de 40 horas, y no solo matando y muriendo, sino que explorar cada rincón de Ynarham requerirá de mucha de nuestra dedicación.

From Software ha querido darle una vuelta de tuerca más ofensiva a su saga, y qué duda cabe que la apuesta le ha salido realmente bien. Un juego mucho más frenético que los anteriores y que hace las delicias de aquellos que prefieran una experiencia más cercana al hack ‘n slash, evidentemente salvando mucho las distancias. Por supuesto, toda esta jugabilidad viene acompañada de decenas de variables en equipamiento, habilidades y personalización que logra otorgarle una profundidad digna de mención.

Tanto a nivel visual como sonoro es una auténtica gozada para nuestros sentidos, y es que a cada paso que damos logramos sentir el miedo en medio de un entorno lúgubre y terrorífico. Solo las caras, algunos bugs y los largos tiempos de carga consiguen deslucir un apartado técnico y artístico excelente, y por si fuera poco en español.

Bloodborne es una compra obligada para aquellos que tengan PlayStation 4, y es que, aunque es verdad que la elevada dificultad puede tirar para atrás a aquellos menos habílidosos o menos pacientes, jugarlo es una experiencia mucho más profunda e interesante a la que habría que darle una oportunidad en algún momento de nuestra vida gamer.

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