Un don excepcional. Crítica

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Poco antes del estreno de Spiderman Homecoming, llegó a nuestras pantallas una película que, aunque a simple vista no parece tener ninguna relación con ella, los implicados en la misma están bastante involucrados en lo que al mundo de los superhéroes se refiere. Nos referimos a Marc Webb, director responsable de las dos anteriores adaptaciones de las desventuras del trepamuros, interpretadas por Andrew Garfield (Amazing Spiderman 1&2) y de Chris Evans, protagonista de la historia que comentamos a continuación y mundialmente famoso tras interpretar al Capitán América en las diversas películas del universo Marvel.

A pesar de lo que puede parece, siendo una película mucho más pequeña a director y actor se les ve mucho más cómodos en estas facetas que cuando se han visto obligados a involucrarse en las mencionadas superproducciones.

Un don excepcional («Gifted» en el original) narra la convivencia de Frank Adler (Chris Evans), un hombre soltero que se vio obligado a criar a su pequeña pero avispada sobrina Mary (la arrebatadora Mckenna Grace en un papel de esos que roban las películas a los intérpretes adultos que les acompañan) en una pequeña ciudad costera ante la repentina muerte de la hermana de Adler.

Pero Adler, en realidad, sabe que su sobrina  es una brillante niña prodigio que ha heredado ese «don excepcional» de su difunta madre, y la intención de Frank es que Mary lleve una vida normal. Esa idea se ve frustrada cuando el extraordinario dominio de las matemáticas que posee Mary, de tan solo 7 años, llega al conocimiento de la indomable madre de Frank, Evelyn (Lindsay Duncan), una pudiente mujer de Boston vinculada al Instituto tecnológico de Masachusets (el famoso MIT). Ella ya vio deslumbrar en ese entorno la mente privilegiada de su hija pero vio frustrada sus aspiraciones hacia ella por su repentina muerte, y que desde ese momento utilizará todos sus medios, poder y fortuna para intentar separar a su nieta de su hijo.

Mientras la división y las tensiones familiares van en aumento, tío y sobrina encontrarán el apoyo de Roberta (Octavia Spencer), la protectora casera y mejor amiga de Frank, y en la profesora de Mary, Bonnie (Jenny Slate), una joven cuyo interés por su alumna pronto desemboca en una relación también con su tío.

Marc Webb desarrolla esta pequeña historia con maestría y, ayudado por el libreto de Tom Flynn, desarrolla esta compleja historia de personajes arropado en una buen labor de interpretación del trió formado por Spencer, Evans y sobre todo la pequeña Mckenna Grace sin caer en los cliches hasta prácticamente el desenlace. Esto demuestra que es mucho mejor director de actores como demostró en su debut en 500 días juntos (2009) o en los momentos más íntimos y dramáticos de la primera parte de su binomio de Spiderman, que cuando le toca lidiar con grandes escenarios.

El guion, escrito por Tom Flynn, plantea un interesante debate sobre la crianza y nos pone en la siguiente encrucijada moral: si un niño genio debe vivir la vida de un niño de condición normal, es decir, asistir a una escuela común, jugar con niños ordinarios y de vez en cuando mirar la televisión, y arriesgarse al tedio que esto podría conllevar a su mente privilegiada o se debe adaptar a un entorno dirigido a explotar sus habilidades pero que pueda conllevar también un ambiente de aislamiento y represión que al final pudiese provocar su frustración.

Los dos personajes principales y el fuerte vínculo que les une están muy bien desarrollados, lo cual obliga a involucrase por completo con ellos y sufrir con cada una de las situaciones dramáticas que se ven obligados a enfrentar.

Entre las cosas a mejorar podríamos decir que el propio guion fomenta un tono un poco manipulador en algunos momentos de la trama, sobre todo en el desenlace, pero el punto equilibrado entre drama y comedia que nos brinda el director hace que las emociones de los personajes nos resulten creíbles.

Por ultimo destacar la química entre el dúo protagonista que potencia al máximo la credibilidad de la historia, transmitiéndonos toneladas de emociones a través de gestos y miradas sutiles, que como ya hemos dicho en el personaje de la pequeña McKenna se vuelven antológicas, pero que tampoco son para desmerecer en la interpretación de Evans pudiéndonos encontrar con posiblemente el mejor papel de su carrera.

Conclusión de Un don excepcional

La película de Marc Webb nos cuenta una historia con la que empatizamos desde el primer momento, y que si bien no descubre nuevas facetas en lo que a desarrollo cinematográfico se refiere destaca sobre el resto de películas de temática similar y que abundan en las cadenas públicas en la hora de sobremesa por sus portentosas interpretaciones y la sensibilidad y el amor que pone el director en contarnos esta «pequeña gran» historia, posiblemente de lo mejor de la primera mitad del año 2017.

 

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