Dishonored: El Puñal de Dunwall. Análisis PS3.

Parece ayer cuando Arkane, algo confusa tras años de ausencia en el mundillo, sacó al mercado Dishonored. Un título del que se hablaba lo justo, (y gracias a Bethesda, su distribuidora) que nadie pensaba que se convertiría en uno de los mejores títulos del pasado 2012. Los creadores de Thief trajeron una aventura de argumento y ambientación muy oscuros y bastante prometedores. Su sistema de juego, que premiaba el sigilo con una estructura de nivel casi rozando lo sandbox, nos enamoró. Básicamente, nos daban un objetivo principal y nos soltaban en una peligrosa zona de la ya icónica ciudad ballenera de Dunwall. A partir de ahí en nuestras manos estaba cómo hallar el método de poner fin al encargo, con muchísimos objetivos secundarios, coleccionables ocultos y personajes que nos ofrecían diversos métodos de completar el nivel.

Nadie, ni siquiera sus propios creadores, se esperaban tal éxito. La crítica ya lo tacha de haberse tornado el mejor título en primera persona de la generación (con perdón de la saga Bioshock, en la que se inspira a la hora de dar forma a una ciudad en vías de decadencia). Tras la majestuosa aventura de Corvo Attano, que por supuesto analizamos en su momento, comienzan a llegar los DLCs y, con ello, la polémica. El Puñal de Dunwall es la primera expansión «oficial» del juego después del pack de desafíos Dunwall City Trials. Esta vez Bethesda se vuelve a autoproclamar una de las líderes en este aspecto, como decimos, tan polémico y que tan pocas compañías saben aplicar correctamente ofreciendo una relación calidad-precio que haga plantearse al jugador adquirir ese descargable sin que le parezca una estafa.

Daud, esa carismática figura que tan mal nos puso las cosas en Dishonored, es nuestro nuevo protagonista. ¿Listos para emprender un nuevo viaje por las calles de Dunwall en busca de la redención?

El universo de Dishonored se presenta grande para un solo juego, con multitud de sub-historias, un mundo cyberpunk cuyas fronteras van más allá de la enigmática Dunwall y demasiadas posibilidades como para dejarlas pasar. Evidentemente, todo esto no se le habrá ocurrido a nadie una semana antes de que saliese el juego, y al ser una IP totalmente nueva es comprensible que Arkane no se haya arriesgado a expandirla antes de tiempo. Y ese es el principal, y prácticamente único problema que acarrea esta excelente expansión. Aunque su hilo argumental está desarrollado con la maestría habitual de los guionistas de este juegazo, quizás la subtrama de Daud no nos mantenga tan en vilo como sí lo hizo la de Corvo. Aún con el aliciente de que Daud tenga voz y nos dejen entrever su personalidad tímidamente, nos parece un tanto superficial la historia que se nos cuenta y sin demasiada relevancia en el contexto de la muerte de la emperatriz, la peste, Emily y demás. Un tanto «ajena» a la aventura del guardaespaldas traicionado y no tan profunda como esta. Vamos a suponer que, al ser solo la primera parte de esta historia, tiene un carácter un poco más introductorio que Las Brujas de Brightmore, donde esperamos que la cosa se complique un poco más y de verdad nos sintamos en esa ciudad de peste, miseria, desorden y corrupción que tanta presión hacía sobre la vida del desafortunado Corvo. Aún así, repetimos, la calidad argumental no baja del notable alto y sigue ofreciéndonos momentos de intriga y giros que harán las delicias de los puristas de la expansión marca Bethesda. Por un precio de 10 miserables euros tendremos acceso a más de 7 horas de diversión que, en ámbito jugable, sí que están a la altura del juego original. Localizaciones enormes con multitud de posibilidades que van más allá del ya clásico «sigilo o acción» para ofrecernos un amplísimo abanico de alternativas a la hora de cumplir cada uno de los múltiples objetivos que se nos proponen.

Bundry Rothwild hace frente con mentalidad de tirano a una huelga de trabajadores del matadero. Él será uno de nuestros objetivos.

Como dije antes, Dishonored, aunque teóricamente sea erróneo, nos hace sentir como si estuviésemos en un sandbox. Un objetivo y mil posibilidades de llegar a él. Acción vertical, acceso a localizaciones secretas llenas de coleccionables escondidos de forma muy inteligente (vuelven las runas y los talismanes) y nuevos poderes que vienen a hacer competencia a los famosos «Guiño» y «Visión tenebrosa», como el que nos permite invocar a uno de nuestros encapuchados asesinos para que haga el trabajo sucio por nosotros, son las principales premisas. 3 son los capítulos que nos esperan, el más polémico el del matadero Rothwild, donde conoceremos a un nuevo tipo de enemigo: los carniceros portadores de gigantescas motosierras. Ya sabemos lo que piensa PETA de este lugar, siempre en su afán de rebuscar en el baúl de los videojuegos para dar con uno en que a un gato se le rompan las uñas. A nosotros nos ha parecido otra espectacular exhibición de arte hecho videojuego. Una de estas localizaciones nos sonará, pues es el lugar para un servidor más logrado de la ciudad y que mejor refleja y critica el modo de vida de los peces gordos mientras la sociedad muere de hambre. Porque últimamente, sobre todo con Bioshock Infinite, está muy de moda eso de intentar sacarle una crítica social a cualquier videojuego. No voy a decir la intensidad en que la obra de Arkane transmite o transmitió una intención de este tipo, pero últimamente estamos olvidando la manera de disfrutar un videojuego sumidos en pensamientos filosóficos a merced del jugador.

Nuevo juguetito: minas fulminantes. Mini arcos voltaicos alimentados con aceite de ballena.

Dejando esto a un lado, con intención de no irme por las ramas, solo me queda recomendaros encarecidamente la adquisición de un DLC que bien podría ser un juego completo y seguiría encantándonos. Si sois capaces de quemar vuestros billetes en una hoguera humeante y pestilente para jugar en 4 mapas multijugador con líneas rojas y tirones de cable, no debéis dejar pasar la oportunidad de rememorar los viejos tiemos de una industria que se hunde y se sumerge cada día más en el oscuro pozo de lo comercial y el beneficio y rechaza de forma descortés los valores que la hicieron crecer, una industria materializada desde hace unos años en dos o tres compañías que juegan con los consumidores y la moldean a su gusto. El Puñal de Dunwall es lo más parecido a una expansión de las de antes, de esas que te encontrabas en la tienda dentro de sus propias cajitas diseñadas con mimo. No es Skyrim, y quizás haya exagerado un poco, pero es única y merece la pena. Si disfrutaste Dishonored, es más, si lo tienes, es una oportunidad que no debes dejar pasar. Volverás a Dunwall y su atmósfera técnica y jugable te volverá a atrapar en una aventura de 20€ que constituirá prácticamente un título nuevo en términos de duración con sus dos partes.

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