La Corona Partida. Crítica

la corona partida

A Contracorriente Films estrena en cines el largometraje La Corona Partida, película coproducida por Televisión Española y Diagonal TV que supone el debut en la gran pantalla como director de Jordi Frades, realizador de la serie de TV Isabel y que cuenta como guionista con Jose Luis Martín, autor también del guión en la serie Carlos, Rey Emperador.  La productora- Diagonal TV-, el equipo técnico y buena parte del equipo artístico de esta película son los mismos que el de ambas series televisivas.

Tanto Isabel como Carlos, Rey Emperador han sabido ganarse el favor de la audiencia como productos que pretenden aunar rigor histórico y entretenimiento, y la La Corona Partida viene a enlazarlas ocupándose del periodo transcurrido entre la muerte de Isabel de Castilla y el fallecimiento de Fernando el Católico, poniendo el foco fundamentalmente en las disputas entre Felipe el Hermoso y Fernando por la Corona castellana que convirtieron a la reina titular Juana en víctima de sus manejos. Se trata de un complejísimo momento de la historia de España, quizás demasiado complejo para condensarlo en un telefilme de dos horas. Esa concentración de acontecimientos hace que en ciertos momentos los vaivenes de los personajes, las intrigas, los giros en sus propósitos y motivaciones no acaban de entenderse por completo para el espectador no especializado en historia.

La trama nos viene narrada desde el triángulo Juana la Loca, Fernando el Católico y el que llegó a ser regente Cardenal Cisneros, quien aparece en ciertos momentos como un narrador que tiempo después cuenta al infante Fernando la historia de su madre Juana. La película se acoge a la tesis de sugerir el envenenamiento como causa de la muerte de Felipe el Hermoso y aborda todas las intrigas sucedidas tras el repentino matrimonio de Fernando con Germana de Foix y las disputas con los nobles castellanos. En todo caso insistimos en que este periodo histórico reviste tal cantidad de acontecimientos que a buen seguro daría material para una nueva teleserie.

El reparto cuenta con Rodolfo Sancho (Fernando el Católico), Irene Escolar (Juana la Loca), Raúl Mérida (Felipe el Hermoso) y Eusebio Poncela (Cardenal Cisneros) en los papeles principales, acompañados de un amplio elenco de secundarios entre los que destaca Fernando Guillén Cuervo como Fuensalida, la bellísima Silvia Alonso como Germana de Foix o la colaboración especial de José Coronado en el papel del emperador Maximiliano de Habsburgo.

Sin duda la gran baza del filme es la calidad de las interpretaciones, donde llama la atención –hay que decirlo- la perfecta entonación y vocalización de los actores, cosa que como no es sabido no es frecuente en el cine español. A Rodolfo Sancho se le ve cómodo y muy identificado con el personaje que más gloria le ha dado hasta el momento,  el del inteligente Fernando el Católico. Irene Escolar tenía la ardua tarea de encarnar el rol más complicado, una Juana de Castilla que se debate entre la cordura y la enajenación, entre el amor y el odio, entre la duda y la determinación y a buen seguro que lo consigue alejándose de ciertos clichés que siempre han acompañado a esta figura histórica como ser arrebatadoramente pasional o inequívocamente perturbado. Por su parte, el gran Eusebio Poncela logra una composición de Cisneros más cercana a la de hombre de Estado que a la del estereotipo de ser manipulador o sibilino.

Aunque a años luz de la calidad del cine histórico anglosajón, se percibe el esfuerzo de producción, superior al de un capítulo de serial, especialmente en las localizaciones y en la composición de ciertas escenas como por ejemplo en el inicio del filme o en la  reproducción del famoso cuadro romántico de Padilla sobre el periplo de Juana con el cadáver de Felipe el Hermoso, en el fastuoso vestuario o en otros momentos clave enfatizados a través de la música del compositor Federico Musid, autor de la banda sonora. Sin embargo la cinta no logra desprenderse de la sensación de telefilme o de capítulo alargado. De hecho el presupuesto de la película dobla al de un capítulo de la serie Isabel y se ha rodado en tiempo récord  pues el equipo es el mismo al de la serie. En todo caso es de agradecer la existencia misma del filme pues últimamente el cine español no se prodigaba en este tipo de producciones cuando nuestra historia, por suerte o por desgracia, constituye todo un filón que sigue estando en gran parte desaprovechado para el celuloide.

Conclusiones de La Corona Partida

La película queda recomendada especialmente para los conocedores de la historia de España y de la época que retrata. Seguramente contentará también a los seguidores de las series de TV de las que supone enlace, pero terminará aburriendo a aquellos que tengan desinterés por las intrigas históricas. Como espectáculo cinematográfico debe destacarse el oficio de sus intérpretes pero no alcanza a desprenderse de la sensación de ser un telefilme o un capítulo alargado.

 

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