A vueltas con la calificación por edades

Para entender bien toda la polémica que se ha levantado a lo largo de los años con la calificación por edades en los videojuegos, deberíamos coger el De Lorean y trasladarnos con él hasta el 13 de Septiembre de 1993. Aquel día se celebró el Mortal Monday, acto con el cual se daba por concluida la brutal campaña de promoción de Mortal Kombat, un juego de lucha en 2D en el que podíamos realizar sangrientos movimientos finales para acabar con nuestro rival. Cuando los padres de los niños consoleros vieron que semejante casquería podía llegar a manos de sus retoños con total facilidad, pusieron el grito en el cielo, y ya de paso, en los mass-media. La reacción no se hizo esperar, y trajo consigo la creación del ESRB(Entertainment Software Rating Board), organismo que se encargaba de regular y clasificar los juegos por edades.

 

"Verás como hoy no me quitan puntos..."

Este feliz hecho, que podría haber dado algo de sentido común a la distribución y compra de software, no parece haber servido para tal propósito, porque según parece, la mayor parte de las personas, o bien obvian la calificación, o se la saltan a la torera.

Podría citaros de memoria más de una veintena de casos en los que los videojuegos, o más bien su tergiversación o mala interpretación, han levantado una polémica monumental. Aún recuerdo la que se montó con Carmageddon, Postal o GTA, por poner tan solo unos ejemplos. En algunas ocasiones, el fuego es avivado por la prensa, a menudo tendenciosa y con una curiosa doble moral, pero es cierto que la mayoría de las veces, algo falla en la cadena de distribución.

De tanto en cuando son las compañías las que tratan de adecuar sus juegos al mayor número de personas posible, llevando al límite ciertas escenas, o recortando visceras, algo lícito, sin duda, pero que en algunas ocasiones puede poner materiales inadecuados en manos todavía inmaduras. Otras ocasiones, los organismos reguladores son los que parece que no hayan probado el software que han de calificar, y otorgan calificaciones que son, cuanto menos, discutibles(recordad la que se ha liado con el PEGI +12 de We Dare…)

Pero desgraciadamente, es al llegar a la tienda especializada, o al centro comercial de turno, donde la calificación pasa totalmente inadvertida. Yo, y probablemente muchos otros, hemos sido testigos de la venta de material +18 a chavales que no pasaban de los 13, o de como el tito o la mamá que «no entienden de máquinas de esas» compraba el juego de moda y, a sabiendas de que era para mayores, el dependiente obviaba, o suavizaba en el mejor de los casos, ese hecho.

Señores, si queremos que el mundo del videojuego sea respetado y tomado en serio por la sociedad, tendríamos que empezar por tomárnoslo en serio nosotros mismos. Si hemos establecido unas reglas,¿no deberíamos ser nosotros, adultos responsables, los encargados de llevarlas a cabo? Y es que, al igual que no le regalamos una revista porno a nuestros hijos, deberíamos poner empeño en regalar software adecuado, y dejar de alimentar sensacionalismos de una vez por todas.

Recientemente hemos conocido el número de publicaciones de videojuegos en Estados Unidos, y si lo comparamos con su calificación por edad, sólo el 5% de esos juegos han recibido la calificación M(mature). Es decir, de 1638 juegos publicados, tan solo unos 82 recibieron una calificación para mayores de 18 años.  ¿De verdad no podemos controlar ese pequeño número de juegos, o es que entre ellos se encuentran muchos triples A y no interesa?

 

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