AER: Memories of Old. Análisis PC

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Si tuviese que hacer una sinopsis de AER: Memories of Old con un sólo párrafo creo que respondería utilizando este texto extraído del propio juego:

Cuando el mundo era joven, el creador dibujó las tierras y los espíritus animales se congregaron alrededor de una hoguera. Una vez reunidos dijo el Zorro: “Hay un animal nuevo que camina con tan solo dos patas”. ¿Un ave nueva? Preguntó la Grulla, “No, no tiene alas” respondió. El mono se sumó a la conversación “Si yo también los he visto, tienen brazos pero no saben trepar”. A lo que el Búho en tono jocoso añadió: “ ¡Sí! ¡Temen a la noche y la combaten con fuego!”. “Hacen sus nidos en la tierra, pero no son uno con ella” aclaró la Nutria. “Son como cachorros, tienen miedo de todo y no saben volver solos a casa” murmuró el Oso.

“Sí, y por eso debemos cuidar de ellos y ayudarles” Sentenció el Zorro

El nuevo título de Daedalic Entertainment es un juego de exploración y puzles con un apartado gráfico hermoso que nos lleva a un mundo post-apocalíptico en el que la joven Auk, una animorfa  capaz de transformase en ave, emprenderá un peregrinaje por las tierras celestiales.

La tierra de los cielos

AER es un juego que en teoría debería tener poco de juego y mucho de experiencia. Es decir, es un título que está más cerca de aventuras como The Journey o Abzü que de juegos con puzles y plataformas más elaboradas estilo Banjo & Kazooie, por ejemplo. Este detalle juega a su favor y en su contra, ya que en ocasiones parece que el título intenta salirse de ese corset al que se ven sometidas estas experiencias y pretende tomarse más en serio su forma, optando por desviar nuestra atención del aspecto para que nos concentremos en la mecánica.

Después de una corta introducción para presentarnos a Auk recibiremos la Luz de Karah, una linterna que funcionará para iluminar nuestra senda y para activar la práctica totalidad de mecanismos que encontraremos durante el juego. Antes de salir de la cueva conoceremos al antagonista de la aventura, El Vacío, una especie de monstruo que habita en la oscuridad y cuyo diseño impacta gracias al contraste tan claro que hace con el resto de colores utilizados en el juego.

Una vez salgamos al exterior nos deleitaremos con el precioso mundo Daedalic ha puesto a nuestra disposición. Un mundo bastante grande que recorreremos con facilidad gracias a la habilidad de nuestra protagonista. Y es que si algo hace bien AER como pocas veces hemos visto es transmitirnos la sensación de volar.

Volar es sin duda la mecánica más satisfactoria del juego. Dejando de lado que el control en tierra es bastante tosco, en el aire nada nos limitará, y podremos viajar hasta donde alcance la vista. Es justo alabar a este equipo por recrear tan bien esta sensación, permitiéndonos cambiar a forma humana en pleno vuelo y caer al vacío para volvernos pájaro otra vez y remontar el vuelo. Es sin duda algo muy vistoso, y la banda sonora ayuda a que sea más especial aún.

Pero no es oro todo lo que reluce… y es que AER tiene dos caras. Una cara de exploración que esta decentemente resuelta y otra de de resolución de puzles que no aporta absolutamente nada al juego salvo tedio. Durante el peregrinaje de Auk deberemos recorrer este mundo en busca de las tres llaves que nos permitan acceder a los tres templos de los dioses. En un principio nos encontraremos bastante perdidos hasta que encontremos el asentamiento, lugar donde se nos darán las primeras instrucciones sobre cómo afrontar el principio del peregrinaje. Una vez salgamos de allí la aventura consistirá simplemente en sobrevolar todas las islas del mapa en busca de nuestros objetivos, códices y recuerdos.

Los recuerdos son pequeñas marcas que al ser iluminadas con nuestra linterna revelan siluetas humanas que nos aportarán información sobre sucesos pasados que acontecieron en el mundo. Los códices son todos esos libros, tablillas y altares que nos encontraremos en ciertos lugares y que nos contarán extractos inconexos de la historia. Por último nuestros objetivos, que serán pequeños y sencillísimos puzles que resolveremos con el piloto automático activado.

El título pone a nuestra disposición un mundo bello y con colores muy vivos, pero lo cierto es que en lo práctico no transmite vida en absoluto. Es un juego contemplativo que pretende que nos tomemos bastante tiempo en leer y resolver puzles cuando la realidad es que nos pasaríamos horas volando antes que aterrizar para hacer esas cosas. Encontraréis lugares que piden a gritos guardar alguna historia o secreto, pero una vez tomemos tierra lo único que encontraremos será un recuerdo o un códice. Esta manera de contarnos la historia molesta bastante, ya que aunque los textos están traducidos, lo cierto es que frena muchísimo una experiencia tan audiovisual como ésta.

La humanidad y la naturaleza

Como podéis comprobar en el texto que extraído del juego al comienzo del análisis, lo que nos trae Daedalic es un título moralista que nos habla sobre la relación de la humanidad y la naturaleza. Es una experiencia que invita a la reflexión, ya que tenemos todo el tiempo del mundo para observar, deleitarnos y relajarnos perdidos en este bello universo. El trabajo artístico hecho mediante cel shading poligonal es sin duda de las mejores bondades del juego, y parece haber sacado el máximo provecho a este estilo minimalista.

La BSO es una delicia. Cuando levantamos el vuelo y empieza a sonar esa guitarra tan risueña es difícil no dibujar  una sonrisa gracias a ese pequeño instante que se nos está brindando. A nivel de rendimiento hay que decir que llega bastante bien (resolución 1080 y 60 fps), aunque en días previos a su lanzamiento hemos detectado problemas de optimización que disminuyen el rendimiento del juego en equipos de gama media-alta, algo que en un juego de estas características no debería ser así.

Los personajes carecen de rostro, por lo tanto carecen de expresiones. Hemos visto en otros títulos como Last Day of June que las expresiones corporales de los personajes pueden aportar tanto a su personalidad como a los diálogos. AER ha decidido seguir el camino fácil y poner líneas y líneas de texto para que el jugador se informe, pero se olvida que en un juego de sus características las formas lo son todo. Las animaciones del juego son bastante flojas para lo que se le debería exigir, tanto en los momentos clave como en el resto de la aventura, siendo las de Auk las que más trabajadas están con respecto al resto.

Hay tantos personajes, lugares y momentos y tan pocos memorables que sinceramente llega a dar rabia. Parece mentira que una aventura tan centrada en hablarnos de la naturaleza y la vida se sienta tan artificial y vacía. Todo esto sin contar con que el final del juego nos ha decepcionado enormemente, dejándonos con un regusto final bastante agridulce.

Conclusiones de AER: Memories of Old

AER es una idea genial, con un aspecto aún mejor pero que por culpa de las formas ha volado más bajo de lo que cabría a esperar. Sin ser un mal juego, peca de cosas graves como un control tosco para sus plataformas y ofrecer unos puzles excesivamente fáciles. Cumple bastante bien en la faceta de exploración y en todo lo que concierne a la presentación: arte, música, gráficos… pero se queda muy a medias en el resto de aspectos. Tan solo cuenta con una campaña de 4-5 horas aproximadamente, y la historia que nos pretende contar es interesante, pero tediosa de seguir. Lamentablemente esta bella obra se estrella contra la realidad por el hecho de no haberse decidido en qué es lo que quería ofrecer en realidad.

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