Anarcute. Análisis PC.

anarcute

La policía está para servir al ciudadano, no para servir las codicias de dirigentes políticos con más cara que espalda. Un estado policial es algo muy serio y cuando se vulneran las leyes que protegen a la población, un grupo de civiles puede convertirse en la mayor herramienta para la protección de un sistema no totalitario, plantando cara a esos malos dirigentes. Eso es lo que, en esencia, se puede ver en Anarcute. Es lo que nos enseña, es la sensación que da tras jugarlo. Es el sabor cítrico que queda tras comer buen guacamole casero.

Una historia de corrupción

Anarcute, desarrollado por el estudio francés Anarteam, es un juego de acción y arcade con muy sutiles toques de estrategia. Como si V de Vendetta (de Alan Moore) se tratase, un mal líder (se sabe que es malo porque lleva pinta de malo, claro) tiene la totalidad de la gobernanza. Hace, dice y piensa lo que quiere, llevando a cabo situaciones atroces para la población. Atrapando a los insurgentes, atacando a la población civil usando como arma la propia protección civil. El estado policial es instaurado, vulnerando el derecho de la población a tener unas leyes que ayuden al buen desarrollo social. El líder se apoya en el terror para llevar a cabo sus viles intereses.

La población empieza a movilizarse, lentamente. Un grupo de manifestantes con pancartas se lanza a la calle, al grito de “¡Libertad!” y “¡No!” (suponemos que a la opresión), y avanza lenta pero inexorablemente hasta la comisaría, plantando cara al autoritarismo. Sin posibilidad siquiera de llegar, son apresados por el sistema, usando a la policía como una sucia herramienta de sus intereses. Esa es la gota que colma el vaso. Esto no puede continuar, “¿Hasta donde vamos a llegar?”

Un estilo cartoon que engaña

Un grupo de manifestantes con algo más que con pancartas sale a la calle, recogiendo a más transeúntes, creando una marabunta de dolor, odio, tristeza y crueldad, y cuánta más personas se unen a la causa, mayor es el ímpetu. Como un sistema retroalimentado de violencia mal diseñado. Carga contra la policía, contra la comisaría, contra el sistema, contra el malvado líder. Ahora la mejor herramienta para el pueblo es el propio pueblo…

Esto es lo que vemos, si jugamos a Anarcute. Aunque no lo veremos así. Sólo si os fijáis bien. Si lo miráis de soslayo, tan solo veréis un juego arcade en el que reuniendo tropas y avanzando con cabeza por el mapa llegarás a vuestro destino y pasaréis de pantalla. ¿Cuál es la causa? El título engaña a la vista, con un toque muy cartoon, muy “cute”, muy infantil. La turba de personas a las que llevamos, que golpean a los miembros de seguridad y arrasan calles y edificios para abrirse paso hasta su objetivo son, ni más ni menos, que animales. Eso crea un distanciamiento en nuestro cerebro de la situación que estamos viendo. Pero ya lo dice su nombre, ¿no?

En Anarcute las reglas son muy claras. Cuanta más cantidad de insurgentes tengamos, más bonus conseguiremos (novas para dañar al enemigo, demoler edificios, más velocidad de movimiento, etc) Cuanto menos número de insurgentes tengamos, menos fuerza ofreceremos contra el opresor sistema. Cuando el contador de personas enfadadas llegue a cero, habremos muerto y perdido la batalla. Pasearemos por distintos países (Japón, Francia…), combatiremos arrancando farolas, vallas, puestos comerciales ambulantes, y demás cosas que podremos coger como arma para esa turba enfurecida. Cada enemigo tiene una forma de atacar, de defenderse. Una función, un movimiento. Encontraremos trampas, lásers, puertas blindadas y un largo etcétera. El juego es muy efectista. Muy, muy divertido. El tiempo que le dediquemos no será en vano. Con el sistema de rankings iremos rejugando las zonas por las que ya hemos pasado para conseguir más puntos (recordemos que es un arcade) y monedas, las cuales usaremos para comprar más habilidades para la masa enfurecida. Iremos desbloqueando nuevos animales para la marabunta, aunque no hemos podido apreciar si es sólo estético o cada uno tiene algún tipo de atributo independiente. Sea cual sea el caso, me reitero en lo dicho anteriormente. Es tan absurdamente divertido que enseguida dejamos de pensar en la violencia inherente al sistema que estás presenciando y el distanciamiento se hace tan efectivo que al poco rato, es un juego más.

Gráficamente, el tema cartoon le da ese toque infantil y divertido, con los rostros animados de los manifestantes gatetes, mapaches, calamares, pulpos, tiburones, hurones, etc. La música es atractiva, aunque nada reseñable.

Una nota importante, me ha sido imposible jugar con mando, aunque el juego lo recomiende. No me reconocía el joystick de movimiento (el izquierdo) y puede que mi opinión en ese aspecto se haya visto truncado porque, pese a que a que es divertido jugar con teclado+ratón, tener que fijar objetivo móvil para atacar en una cámara que no hace más que moverse es incómodo.

Conclusiones de Anarcute

¿Es Anarcute un juego necesario? No, para nada. Pero es divertido, atractivo, curioso y recomendable si lo que buscas es golpear sin pensar. Tiene cualidades que lo hacen divertido a más no poder, y la interesante posibilidad de rehacer una misión porque te dejaste algo que desbloquea otro animalillo o te da una determinada camiseta (si, llevan camiseta pero no pantalones. Cosas de Disney, que se le va a hacer)

Salir de la versión móvil