Crítica: The Imitation Game

Queda menos de un mes para la nueva edición de los Oscars y en la cartelera se nos acumulan este enero muchas de las nominadas. Analizamos aquí The Imitation Game, uno de los varios biopics que han visto la luz en las últimas semanas y que, al igual que La Teoría del Todo, ha conseguido ganarse su presencia en la alfombra roja para optar a los máximos honores.

Sinopsis

Narra la historia de Alan Turing, matemático británico conocido por ser uno de los padres de la computación moderna y, además, por su labor durante la II Guerra Mundial descifrando las comunicaciones del ejército alemán y su máquina Enigma. Esto no sería conocido hasta mucho tiempo después, siendo Turing repudiado y condenado por homosexual tras la guerra.

Y quién podía hacer de Turing sino Benedict Cumberbatch, a quien comenzamos a relacionar peligrosamente con altas dosis de cociente intelectual en todos sus papeles, pero que se halla en un momento dulce de su carrera. Él es la estrella, el protagonista absoluto, y la tarea está lejos de venirle grande. Le acompañan una correcta Keira Knightley y caras británicas conocidas como Matthew Goode (Match Point), Charles Dance (Tywinn Lannister en JdT) o Mark Strong. La dirección, por otra parte, se atribuyó a un director semidesconocido, el noruego Morten Tyldum, quien recibió buenas críticas por Headhunters en 2011.

Se nos presenta la historia del matemático mediante continuos avances y retrocesos en el tiempo, conformando tres líneas temporales que van desde su etapa en la escuela hasta comienzos de los años 50, terminada ya la guerra. El núcleo de la trama, el plato fuerte, son los años que pasará junto a otros criptógrafos en Bletchley Park tratando de resolver los mensajes cifrados alemanes y vencer a la famosa máquina Enigma.

Y en esas comienza el show, es decir, Benedict Cumberbatch. Interpretando a un genio, al principio con varios toques cómicos, y con unas habilidades sociales aparentemente algo deficientes. Uy, ¿dónde he visto yo esto antes? Dejar de ver a Sherlock en la pantalla para reconocer a Alan Turing amenaza con ser una tarea difícil. Pero no, afortunadamente conforme avanza la cinta nos damos cuenta de que este personaje es humano, frágil y tiene más matices. Es cierto que se cae en algún estereotipo (el genio medio autista con toques narcisistas) que, parece ser, no se corresponde del todo con la realidad y que de entrada no ayuda a la causa, pero al final se consigue dar a luz a la criatura y hacerla brillar por sí misma. En todo caso, hay que arrodillarse ante Cumberbatch por su habilidad para bordar este tipo de papeles con tan aparente naturalidad, resultando hipnótico.

Guión (de Graham Moore) y montaje se alían para que la película mantenga siempre un buen ritmo, con algunos picos y sobre todo pocos valles. Traumas infantiles, discusiones, algún semi-romance y un momento eureka algo manido pero que siempre funciona, todo aderezado con momentos puntuales de buen humor. Las tres divisiones temporales se alternan para mostrarnos el cómo y el porqué de Alan Turing, hasta ir llegando a ese esperado desenlace que… quizás nos sabe a poco.

Si bien The imitation game está bien diseñada y no aburre al espectador en ningún momento, lo peor que se puede decir de ella es que es demasiado correcta, calculada y predecible. Ya sabíamos lo que nos esperaba al final del camino, pero se podía haber llegado tras varias curvas y alguna mancha de barro más, porque el personaje daba para ello. Temas espinosos como el de la homosexualidad y el ostracismo al que fue condenado en sus últimos años se tratan muy por encima, y son determinados gestos y matices del protagonista los que nos indican su frustración y el calvario interno que vivía por momentos.

No arriesgan, deciden centrarse en la máquina Enigma y el resultado es bastante decente, no obstante. Tanto que a los Oscars han llegado.

Algún diálogo, y en especial una frase repetida hasta tres veces a lo largo de la película, queda un poco artificial y forzado en su intento de transmitir épica al asunto, pero la cinta aprueba en este apartado sin ningún descarrilamiento grave (como sí los tenía la ‘Unbroken’ de Angelina Jolie, otro biopic que se quedó por el camino).

Visualmente, la película no se prodiga en cuanto a escenarios y localizaciones exteriores, lo cual tampoco es extraño, dado el argumento. Acompaña una buena banda sonora que corre a cargo de Alexander Desplat, y en la dirección de fotografía tenemos al español Óscar Faura (Lo imposible).

CONCLUSIÓN

The imitation game es una buena y entretenida película, sin duda recomendable, aunque sólo sea por empezar a rendir a Turing el homenaje que merecía.

Va a los Oscars con 8 nominaciones, pero en principio parece difícil que se haga con alguno de los premios principales, incluso en el caso de Cumberbatch, que tendrá en frente, entre otras, a la sobresaliente interpretación de Eddy Redmayne como Stephen Hawking.

NOTA: 7

Salir de la versión móvil