Indiana Jones and the Fate of Atlantis, un hito dentro del género

Hoy en día es muy sencillo encontrar exponentes de la fructífera relación entre el cine y los videojuegos (aunque probablemente tendríamos que considerarla fructífera desde el punto de vista económico, pues no es muy habitual encontrar títulos de calidad ambientados en películas, o viceversa). Pero esto no siempre fue así. Hubo una época en la que era más complicado encontrar títulos que estuvieran basados en películas o en personajes cinematográficos, aunque los más famosos, evidentemente, siempre han estado presentes en la mente de los diseñadores de videojuegos.

Uno de los ejemplos más claros, y más clásicos, ha sido el arqueólogo más carismático de la historia del cine, ése que adoptó el nombre de su perro, el genial Indiana Jones. Allá por 1992, se habían estrenado tres películas y algunos videojuegos y, como parecía que los chicos de LucasArts estaban muy contentos con el personaje, tenían historias que contar, y ni Spielberg ni Lucas mostraban interés en embarcarse en el rodaje de una nueva entrega, decidieron estrenar la cuarta parte de las aventuras del famoso arqueólogo en una sala de cine bastante original: la pantalla del ordenador. De esta forma surge Indiana Jones and the Fate of Atlantis, juego carismático donde los haya, que se ha ganado por derecho propio un puesto entre el Olimpo de los videojuegos en general y de las aventuras gráficas en particular.

La cuarta entrega del personaje de Indiana Jones gira en torno a la búsqueda de la ciudad perdida de la Atlántida. En 1939, poco antes del estallido de la segunda guerra mundial Klaus Kerner, un agente nazi encubierto, le roba a Indiana una estatua que encuentra en el Barnett College (en la típica y memorable escena que da comienzo al videojuego, como si de una película de Indiana Jones se tratara) con una cuenta de un extraño metal, el orichalcum, que tiene unas propiedades energéticas increíbles. Como podemos imaginar, los malvados nazis quieren investigar el metal para obtener formas de energía avanzadas con las que construir armas que les permitan someter al resto del mundo. El agente nazi dispone de documentos que relacionan a Indy con Sofía Hapgood, una ex-arqueóloga que ahora se dedica al mundo del espiritismo y que también es conocida por ser una experta en la Atlántida. Así, tendrán que hacer frente a la amenaza nazi juntos… o no, porque el juego ofrece la posibilidad de jugarlo de tres formas distintas.

Esta novedosa característica se activa en cierto momento de la historia, en una conversación con Sofía en el Barnett College, en la que podemos elegir el camino cooperativo (Sofía e Indy van juntos a la aventura), el camino de ingenio (Indy resuelve sólo los puzles que se le presentan) o el camino de los puñetazos (la forma de jugar más parecida a un juego de acción, repleta de peleas y escenas de acción). Elegir uno u otro camino nos permitía jugar la parte argumental central del juego a través de los mismos escenarios, pero encontrando situaciones distintas y teniendo que resolver puzles diferentes, lo que hace que el juego ofrezca más aliciente para rejugarlo que otros títulos de su época, aunque en este caso el carisma inherente del título quizá no lo requiera.

Fate of Atlantis es el primer juego de Indiana Jones que no estuvo basado en una historia ya existente del personaje cinematográfico, y lo hizo con un guión digno de una producción de Spielberg y Lucas (excepto la última, claro está). El videojuego, como toda buena película del arqueólogo que se precie, transcurría a lo largo de distintas localizaciones repartidas por gran parte del mundo: Nueva York, Islandia, Montecarlo, Argelia, o Creta eran algunas de las localizaciones que visitábamos, mientras Indy y Sofía viajaban en taxi, en globo, en camello, en jeep, en submarino… hasta conseguir por fin encontrar la ciudad perdida de la Atlántida y, cómo no, frustrar el plan de los malvados nazis de obtener poderes casi sobrenaturales gracias a la fantástica energía encerrada en las cuentas de orichalcum. Y todo ello usando el exitoso sistema SCUMM, el lenguaje creado por Ron Gilbert para Maniac Mansion (otro clásico del que quizá hablemos en el futuro) y que sirvió de plataforma para lanzar once videojuegos más, todos éxitos absolutos para LucasArts.

En resumen, Indiana Jones and the Fate of Atlantis es sin duda uno de los juegos más interesantes de toda la historia de los videojuegos, y para muchos el máximo exponente en ese subgénero dentro de las aventuras gráficas denominado point and click, ya que une un gran guión, una gran banda sonora y está protagonizado por uno de los personajes más carismáticos de la historia del celuloide. Y, además, aderezado con SCUMM, un sistema genial para construir videojuegos, y el aliciente de poder rejugarlo para completar la aventura de las tres formas posibles.

Además, gracias a la comunidad de usuarios que han creado SCUMMVM, una herramienta que permite emular decenas de juegos (entre los que se incluyen, evidentemente, todos los que fueron creados usando SCUMM) podemos retomar las aventuras de nuestro arqueólogo favorito incluso, como es mi caso, en nuestros teléfonos móviles mientras vamos en el bus, en el metro o mientras descansamos en el trabajo.

¿Alguien recuerda, o se imagina, cómo termina la aventura? Si no lo hacéis, o si queréis volver a recordarlo, os recomiendo encarecidamente que volváis a echar unas horitas a Fate of Atlantis, que es una experiencia que siempre merece la pena. Eso sí, recordad que hablamos del carismático Henry Walton Jones Jr…

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