La cura del bienestar. Crítica

la cura del bienestar

Si uno se dedica a repasar la filmografía de Gore Verbinski no parece ser un realizador preocupado por delimitar una línea artística definitoria o reconocible a lo largo de su carrera. Desde sus inicios como director en “ Un ratoncito duro de roer” (1997), pasando por The Mexican (2001) o «El Hombre del Tiempo (2005)», hasta sus megataquilleras entregas de “Piratas del Caribe” (2003, 2006 y 2007), cada vez que vemos una película de su filmografía nos invade una sensación de deja vu, de movernos en las mismas aguas, ya nos encontremos a bordo de la perla negra, o en un sanatorio suizo.

En esta “La cura del bienestar” que nos ocupa, Verbinski y su guionista Justin Haythe no trabajan con un material previamente adaptado del original japonés como en The Ring (2002) o en una atracción de parque temático sino en una historia original que sigue a Dane DeHaan (“Chronicle” 2012) en la piel de un joven y ambicioso banquero de Wall Street, que viaja hasta un retirado balneario en los Alpes suizos, cuyo objetivo es llevar a su jefe desde un sanatorio donde se encuentra aislado de la presión del mundo empresarial de vuelta a Nueva York. Por supuesto, la premisa inicial se mostrara más difícil de lo esperado y el entramado sistema interno del complejo retirado en los Alpes oculta más de un oscuro secreto.

Verbinski ya ha demostrado en sus obras anteriores que tiene un buen ojo para la estética y eso se puede observar en los planos iniciales del viaje en tren o en coche del protagonista y luego, sobre todo, en los planos picados de las vistas desde el palacio barroco en el que se oculta el balneario que se muestran impresionantes. Especialmente el castillo en Baden-Württemberg donde se desarrolla la trama rodeado por un macizo mejorado por CGI, en donde los planos del reflejo del agua de las fuentes del balneario perdiéndose en la inmensidad de la montaña nos muestra unos fotogramas de una belleza sin par, así como los constantes planos de grandes pasillos y  bastas salas de tratamientos que se nos muestran en los interiores del sanatorio. En todo ello se observa conjuntamente el reconocimiento a la labor del escenógrafo Eve Stewart y del director de fotografía Bojan Bazelli.

Visualmente uno no puede a “ La cura para bienestar” culparla de nada. Sin embargo, si uno va detrás de la hermosa fachada, entra en caída libre a la hora de buscar una buena película .

Una premisa especialmente no original pero que promete durante la primera hora de metraje en una interesante combinación de géneros y temáticas. Quizá la voluntad de querer explicar demasiadas cosas y de demasiadas maneras lastra el filme, que en ningún momento despierta reflexión ni empatía o emoción más allá de sus truculentas escenas centradas en las anguilas que ya conocemos desde los tráilers de promoción.

El guión, obviamente, no sabe qué hacer con la historia. Si en las primeras imágenes del protagonista despertando en el interior del sanatorio arraigan entre nosotros ecos de “Alguien voló sobre el nido del cuco”, después la trama vira en gran medida a Martin Scorsese y su «Shutter Island». Aquí, en la piel de un joven perseguido (DaneDeHaan) haciendo sus pesquisas a través de un complejo asilo en busca de respuestas, sólo para descubrirse cada vez más profundamente atrapado; por último, en el acto final, pasamos al plano de la historia de terror gótico con reminiscencias a películas como “ El baile de los vampiros” de Polanski.

Los personajes son bastante planos , aunque esto se muestra como un acierto, ya que los identificaremos con un rol prototípico desde el flemático doctor interpretado por Jason Isaacs, pasando por la paciente adolescente rodeada de ancianos que interpreta Mia Goth, concluyendo con el joven atormentado en el balneario por los fantasmas de su pasado que interpreta De Haan. Desafortunadamente todo lo demás se muestra como un cliché y aunque los tres protagonistas realizan un buen trabajo, en algunos momentos de la trama se muestran más desorientados que los propios personajes que interpretan.

Este giro final sería mortal de necesidad  por tirar de tópicos  antes vistos en una mezcolanza entre el fantasma de la ópera y el ciclo de Poe de Corman, en una pila tras  dos horas y media de conjeturas inútiles y que al final dan como conclusión un resultado frustrante. Por desgracia, la producción se une a la del horror, en una conclusión de drama familiar  que cae debajo de la mesa y que a veces hace acordarse de la igualmente insustancial CrimsonPeak.

Conclusiones de La cura del bienestar

Estamos ante una hermosa mirada al cine de terror clásico, que no puede cumplir con las altas expectativas creadas desde su primer tráiler. En lugar de un sueño febril de terror psicológico, no puede disfrazar su vocación de constantes referencias y que al final  muestran que sólo hay un guión confuso que discurre a lo largo de más de dos hora en un círculo de suspense para nunca termina por cumplirse. Una experiencia más visual que narrativa de un profesional en vendernos humo de calidad y buena facturación.

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