Las nuevas tecnologías nos están robando la infancia

Quizás sea que uno ya tiene una edad y que por tanto venga de otra época, pero no dejo de mirar con nostalgia hacia algunos hechos que he visto, de primera mano, cómo han ido cambiando con el paso de los años y que no dejan de generar en mí cierta angustia. Lo que hoy en día se conoce jugar con los «amigos», básicamente conectarse a PSN o Xbox Live o la plataforma digital que sea, y echar unas partidas/tiros con conocidos (muchas veces no llegan ni a eso), ha sustituido a lo que antaño era quedar en casa de alguien y pasarse toda la tarde con los mandos en la mano y disfrutando de la compañía y el calor humano (algunas veces un poco sudado).

Pertenezco a esa generación que vivió el boom de la tecnología, cuando comenzaron los chats con el mítica MiRC o las partidas en red que se disputaban siempre en el cyber del barrio, hoy conocidos comúnmente como locutorios. Incluso podemos echar la cabeza un poco más atrás y vivir el auténtico inicio de los videojuegos, cuando llegó una de las primeras consolas (sí, esas dos ruedecitas que movían una paleta para golpear una pelota en un juego tan simple como adictivo llamado Pong). Por aquél entonces te reunías con tus familiares y amigos más cercanos para poder jugar porque nadie más en el barrio tenía algo así. Más adelante aparecieron los primeros ordenadores, con el MSX y el Spectrum, con una variedad de juegos bastante interesantes que hacía que se juntara todavía más gente.

Las primeras consolas nos descubrieron todo un mundo de sensaciones con dos mandos e incluso cuatro con la pantalla dividida, toda una locura en televisores de 25 pulgadas con suerte. Con la llegada de internet todo comenzó a cambiar y nos empezábamos a reunir en establecimientos, que hoy en día son más para que los extranjeros puedan hablar con sus familias que otra cosa, ya que no todo el mundo se la podía permitir en casa. La finalidad era la misma que actualmente,  pasarlo bien mientras demostrabas de paso que eras el mejor de ellos.

A medida que las tecnologías han ido avanzando y la conexión a internet se fue generalizando en los hogares de todo el mundo, he sido testigo de cómo la gente queda cada día mucho menos con sus amistades, haciéndolo todo online. Buena muestra de ello lo tenemos en los propios juegos, donde ya pocos títulos te permiten la opción de jugar a pantalla dividida o en red. Una vez terminábamos nuestras increíbles partidas, donde más de uno tiene acabado con alguna ampolla en el dedo por culpa de los mandos (nada que ver con los materiales de hoy en día), nos íbamos todos juntos a seguir la fiesta a cenar y a tomar algo.

Todas estas costumbres se han ido perdiendo poco a poco, esclavos de la propia tecnología en algunos casos. Las primeras alarmas saltaron en mi cabeza cuando en el grupo de amigos comenzaban a escucharse las típicas respuestas de «no lo siento, yo hoy no salgo que tengo una Raid a las 22.00 y posiblemente después intentaremos ir a por el dragón«. El trabajo, la pareja, incluso la distancia… son razones que antaño se interponían entre nuestros amigos y nosotros, pero que poco a poco se han ido cambiando por cosas un tanto más banales como preferir pasar tu tiempo con conocidos, o directamente desconocidos, en un juego online que con  los amigos de toda la vida.

A día de hoy es muy fácil encontrarse con la imagen siguiente, y lo cierto es que ya no sorprende en absoluto algo así y, todavía menos, que en realidad el chico de gafas esté hablando con la de rojo, mientras la de azul está leyendo las noticias y la de amarillo se pregunta cuándo le va a enviar el móvil el servicio técnico.

Quizás todo este artículo de opinión sean los desvaríos de alguien que comienza a tener una edad y a no entender las nuevas tendencias, pero no dejo de tener la sensación de que las nuevas generaciones se están perdiendo una gran parte de la infancia que yo tuve y que está entre los grandes recuerdos que atesoro. La sensación de que la gente ya no va sola ni al baño, llevándose el móvil en ese momento de recogimiento personal y de meditación que tan buenas ideas nos han dado no deja de sorprenderme.

Quizás entendáis de qué estoy hablando el día que alguien de vuestro grupo os pregunte que qué os parecería reuniros un día para quedar a tomar un café y jugar un rato al Triviados con el móvil, en vez de hacerlo con el juego de mesa de toda la vida… aunque puede que ni así. Este es el futuro que nos espera, donde los niños aprenden de todo menos lo bonito que es compartir con nuestros amigos la infancia.

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