McPixel. Análisis PC

 

McPixel es uno de esos juegos que nunca vas a encontrar en una tienda especializada por mucho que lo intentes, de esos que solo has tenido el honor de conocer por recomendación de un amigo. Un título que se trasmite de una persona a otra como el típico correo electrónico de gatitos, solo que esta vez recordarás con alegría el momento en que lo descargaste. Podría calificarse de indie, porque en cierto modo lo es, pero este pequeño gran título de héroes pixelados se ha convertido más que nada en un chiste, una broma jugable en el mejor de los sentidos. Una parodia al mundo del videojuego, y aplicable a todos los campos imaginables (cine, libros…). LA parodia.

Posiblemente ya lo hayáis jugado por que hace unos meses se puso de moda gracias a personalidades importantes de Youtube. Además, también será recordado por ser el primer juego en llegar a Greenlight, el rincón de Steam donde se agrupan todas esas obras hechas con mimo por parte de equipos muy pequeños que buscan abrirse paso en la industria. Seguid un poquito más abajo para descubrir McPixel y, sobre todo, para echar unas cuantas carcajadas que siempre viene bien.

Argumento

¿Qué es eso?, dice Sos Sosowski, el padre del payaso desastroso que protagoniza esta loca aventura. McPixel no tiene argumento, simplemente no lo hay. Si llamáis «historia» a la de un completo gilipollas que viene dispuesto a salvar el día, pero que gran parte de las veces ocurre lo contrario, igual sí. McPixel recoge muchísimos minijuegos en los que la única opción es probar, experimentar. La mayor parte de las veces acabaremos originando una explosión que ni Hiroshima, pero la intención es lo que cuenta, ¿no? Después de este intento de rellenar este apartado, pasemos directamente a la jugabilidad, que ocupará el grueso del artículo.

Jugabilidad

Como dije antes, estamos ante un título dividido en minijuegos. Nada más entrar por todo lo alto al menú, tendremos acceso a cuatro grandes «fases». Para entrar a una de ellas, simplemente tendremos que darle una patada al personaje que obstaculiza el agujero que nos lleva a ellas (desde ahí, ya tenemos clara la idea que persigue el juego). Desde ahí accederemos a otra zona desde la que, a su vez, podremos entrar a cualquiera de los cuatro niveles de los que se compone cada segmento del juego.

La locura comienza entonces de forma inmediata, y toda la lógica desaparece espontáneamente. Ahora tendremos que hacer frente a un puñado de situaciones en las que el principal objetivo es encontrar la bomba que se esconde en el escenario (desde un zoo o el techo de un tren hasta el despacho oval, pasando por una cabaña aislada en el campo o los alrededores del laboratorio del profesor Oak, de Pokémon). Una vez aquí, y como en todo el juego ya de paso, no necesitaremos más que un botón para jugar, el izquierdo del ratón. Nuestro único objetivo es interactuar con el escenario hasta dar con la solución al problema. Pero, como dije antes, este juego no va de pensar. De hecho, la forma de resolver las absurdamente locas situaciones se podrían calificar de igual manera: absurda. Tanto es así que la gran mayoría de las veces pasaremos de fase con la técnica de ensayo y error. Lo mejor de todo, además de su intuitiva jugabilidad, es que siempre querremos ver qué ocurrirá al tocar esto o eso otro, al darle una galleta a ese tipo… los desenlaces, ya sean desastrosos o exitosos, siempre, absolutamente siempre, nos harán reír. Es una garantía. Desde las aventuras point´n click no había visto en mi vida un control tan cómodo y sencillo, y su temática es tan simple como desternillante. Cada partida nos puede durar menos de cinco minutos, por lo que no nos vamos a aburrir, y más con la originalidad que rebosa este título.

Señora… solo quería avisarle de que me ha caído una bomba nuclear encima mientras me salía el pantallazo azul de Windows…

Modos de juego

Siempre nos encontramos con el mismo problema al analizar un indie, y desde luego lo tendremos en cuenta otra vez. Se trata de un título hecho con muy reducido presupuesto, y por lo tanto completarlo entero nos duraría cerca de cuatro horas, yo diría que más próximo a tres. Aunque esto es lo que tardaríamos completando las fases sin más, pero os aseguro que siempre desearemos saber de qué absurda manera se pasaría esa zona si tocarámos en vez de en el sitio correcto en otros lugares. Aunque si os digo el precio, seguro que echaréis para atrás todas las dudas, pues no llega a los 4€. Es una vergüenza, y lo digo de esta manera tan directa, que haya DLCs cutres y simplones para triples AAA que cuesten incluso más que esta increíble propuesta indie. Y también lo es para mi el hecho de que muchos jugadores pasen de largo y prefieran un descargable de pacotilla a este pequeño juegazo.

De todas maneras, hubiéramos agradecido un par de fases más para alargar aunque fuera una hora la duración del juego, que es verdad que es corto para PC. Aunque tengo que añadir que McPixel también se encuentra disponible para Android, y esta vez sí, sería la apuesta perfecta por el catálogo de #juegosdecagadero que estamos preparando.

Gráficos

Ash, el profesor Oak, patadas en los íntimos y platillos volantes, ¿qué saldrá de ahí?

McPixel es un homenaje a la década de los 80-90. Una sátira de los títulos de 8 y 16 bits que ya tienen un lugar reservado en nosotros. McPixel no tiene malos gráficos, está hecho así a propósito (no me digáis que no os habéis dado cuenta por el título). De hecho, acabaremos adorando la realización del juego. Un auténtico espectáculo de píxels que dan forma a los imbéciles de turno, así como a los escenarios de fondo, que pueblan el mundo de McPixel. En este apartado no hay más que decir. No podemos darle un 10 porque aquí hay que tener en cuenta otros aspectos que, aún en menor medida, juegan un papel determinante.

Sonido

Aunque la melodía principal (la única) nos resulte atractiva al principio, el hecho de que esté sonando continuamente puede llegar a molestar. Por otra parte, el juego no cuenta con doblaje, solo escucharemos una voz en inglés al terminar una zona concreta.

Conclusión

McPixel inauguró GreenLight como solo su alocado padre creador Sos Sosowski sabe hacer, con risas, sencillez y diversión por doquier. No busques perfección, ni gráficos ultra-realistas, ni historias complejas, porque McPixel no te ofrecerá nada de esto. Te dará algo mejor, que es la absurdez, el humor que tanto nos hace falta, y más ahora.

Lo mejor

Lo peor

Salir de la versión móvil