Regreso al pasado: Metal Gear Solid (PSX)

Vivir en los tiempos de la nueva generación de consolas no es tarea fácil. Se incluyen títulos de extrema calidad y cada uno de ellos plantea dudas: ¿Qué juego compramos que se adapte a nuestros gustos? ¿Qué juego comprar, que sea innovador y no nos arrepintamos de haberlo obtenido?

Hace unos días volví atrás en el tiempo y tuve el placer de jugar a un clásico de PSX llamado Metal Gear Solid (MGS para los que llevamos unos años en esto). Esto propone otro debate aparte del reanálisis del juego a día de hoy. Este nuevo tema no es otro que la permanencia atemporal de los videojuegos clásicos. Y es que un clásico, por definición, es atemporal, como lo han sido los Beatles o los Rolling durante todo este tiempo.

Primeramente, MGS a día de hoy carece de mucho en su apartado técnico, el cual, podría ser tildado de flojillo ya en sus tiempos, por ejemplo, en sus gráficos, con personajes que no movían la boca para hablar y poca definición en los rostros. Pero un juego no es sólo gráficos señores, no es sólo movimiento realista de los personajes. Un videojuego es también mucho más, un videojuego es jugabilidad y rejugabilidad, horas de disfrute delante de nuestra pantalla, inmersión, evasión. Y esto lo estamos perdiendo.

MGS es un juego de espionaje, en el que las situaciones pueden resolverse de varias formas. Podemos pasar desapercibidos o ir a tiro limpio, aunque no duremos mucho con ese tipo de táctica. Infiltración, persecuciones, argumento esquivo pero envolvente, deseamos rejugar para captar mejor la historia que nos concierne. Una toma de rehenes en una isla cercana al Polo Norte, un inminente ataque nuclear y una sola persona capaz de acabar con la amenaza. Traición, duda, desinformación, ¿Quién puede decir que MGS no es sino un obra Shakespeariana traída a los tiempos modernos con todo lo que ello conlleva?

 Y es que en MGS se nos muestra una película de acción con altas dosis de intriga. No sólo eso, sino que se nos traslada y se nos planta ante un ejército de soldados alterados genéticamente y se nos enfrenta a enemigos clásicos, cada uno de ellos con una característica particular. El experto en torturas Revolver Ocelot, el cual dará más de una sorpresa hacia el final del juego, el brujo Vulcan Raven, armado con su ametralladora gigante, el maestro del disfraz Decoy Octopus, el psíquico Psycho Mantis, la francotiradora Sniper Wolf y el líder Liquid Snake. Esta colección de “monstruitos” nos hará la vida un poco más difícil. Por otro lado, el desarrollo de estos personajes durante el juego, hará que a la larga parte de nosotros y más de uno se sientan identificados con ellos.

Por el contrario, en MGS tenemos, o teníamos, un problema. Y es que la publicidad del juego fue tan excesiva, que sólo ahora, después de unos años, podemos jugar con la total tranquilidad de que a buen seguro, algo nos sorprenderá. Hace años, en cambio, revistas y revistas escribieron tanta cantidad de información con respecto a MGS que los jugones llegábamos a decir: “ahora va a pasar esto”, “ahora es cuando pasa lo otro” y así se nos quitó toda la ilusión. Como sabemos, la publicidad puede hacer milagros, otras veces, nos quita esa misma ilusión. Otro de los defectos del juego fue la excesiva ayuda que recibíamos via Codec por parte del Coronel Campbell (el de las sopas), que llegaba incluso a decirnos cómo teníamos que subir por una escalera, que tenía guasa. Pero eso es otra historia que no desvirtúa para nada el carisma del juego. Porque si a alguien le parece fácil, lo único que ha de hacer es poner el juego en su máxima dificultad y jugar sin el siempre eficaz radar.

Lo dicho, en líneas generales, MGS es un clásico atemporal que podrá ser revisitado en cualquier momento sin detrimento de las virtudes de lo que es un videojuego. Es más, siempre hará las delicias de un público más adulto, contando con un doblaje al español digno de la mejor película que hallemos en el mercado.

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