We happy few. Primeras impresiones

we happy few

Hemos tenido la suerte de poder jugar a la versión early access del We Happy Few. Como seguro que ya sabéis, We Happy Few está realizando una gran campaña de marketing digital que ha hecho que, a un año de su lanzamiento, el título sea bastante sonado en el mundillo de las principales revistas de videojuegos (al que pertenece, cómo no, Game It).

We Happy Few ha sido desarrollado por Compulsion Games empleando el motor de Unreal Engine 4. Este motor es el principal culpable de juegos indie y otros de mayor renombre como el Uncharted 4, destacando por la facilidad que ofrece para construir mundos realistas y para acercar la programación en C++ a los diseñadores de toda la vida.

Pero no nos desviemos. We Happy Few estará disponible para PC y para Xbox One (todavía no se sabe si acabará llegando para PS4). Su principal premisa se basa en uno de los argumentos de la novela de ciencia ficción de Aldous Huxley: Un mundo feliz. 

Si quieres la versión corta del post de We Happy Few, el vídeo es perfecto para ti.

La historia del juego

We Happy Few nos introduce en 1964, en un mundo alternativo distópico donde todo el la gente es inmensamente feliz y superficial y donde los problemas no existen. Ambientada en pleno Wellington Wells, la sociedad se autorregula con unas maravillosas píldoras llamadas «Joy» (o píldora de la felicidad). Todos deben tomarlas para continuar con su día a día. La gente, podrida y corrupta por dentro, sometida a terribles pesadillas y temores, consigue sobrevivir un día más en un mundo perfecto y alegre tomando su pildorita de la felicidad. ¿A quién le importan los muertos, los recuerdos ahogados o el hecho de que estén continuamente controlados por una figura parecida al Gran Hermano que te persiga? La píldora de la felicidad hará desaparecer todas tus angustias y temores. Reemplazará el mundo deprimente, gris y culpabilizador, por uno mucho más adecuado y feliz. Así de maravillosa es Joy.

    

Pero precisamente para que funcione esta forma de vivir, no deben existir cosas tristes o deprimentes en el mundo. Toda la sociedad por sí misma se convierte en un inmenso instrumento de denuncia que se chiva a las  autoridades si alguien no se está tomando la píldora de la felicidad. Y todos creen que viven libres, cuando realmente son dependientes de una horrible droga que sin duda trae consigo terribles efectos secundarios.

En este genial contexto encarnaremos a Arthur Hasthings, un hombre que, al igual que Smith en la novela de George Orwell «1984», se encarga de censurar noticias del pasado que considere tristes. De esta forma, nadie que recoja un artículo de un año anterior encontrará algo que lo entristezca y se convertirá en un Downer. Arthur es feliz con su trabajo, hasta que de pronto, un 9 de octubre cualquiera, encontramos una noticia que nos recuerda a nuestro pasado… a un terrible y oscuro pasado.

La paranoia entra en escena. El pánico nos envuelve con Arthur Hasthings justo en el momento en el que una compañera entra y nos ve nuestra cara de sufrimiento. Nuestra colega no es tolerante con la infelicidad, y rápidamente pasa al ataque, ofreciéndonos lo único que puede mantenernos cuerdos.

We Happy Few nos hace tomar una decisión: ¿nos tomaremos la pastilla y viviremos felices… o no? 

Nosotros no nos tomamos la píldora. La engañamos. Vagamos por los pasillos estudiando a compañeros que extrañamente no vuelven sin que nadie se pregunte qué ha pasado con ellos. Atravesamos pasillos viendo a un hombre estrangular a otro y sonreír amablemente. Todo hasta la fiesta de la piñata, la misma que se nos mostró en el tráiler de la E3.

En la fiesta de la piñata veremos a nuestros compañeros golpear con un palo el inmenso juguete y devorar los caramelos, sólo que en realidad la piñata gigante es una rata estallada y nuestros colegas no están devorando precisamente sugus, sino intestinos y tripas.

Desquiciado por l0 que ve (¿alguien puede culparle?), Arthur echa a correr perseguido por autoridades por ser un Downer. Estos lo golpean salvajemente, y cuando nos despertamos… ya no formamos parte de la sociedad. Hemos sido desterrados a los jardines, con el resto de los Downer, los indeseables y los locos. Estamos encerrados en un búnker que será nuestro refugio. El juego, inteligentemente, nos obliga a explorar los muebles y otros enseres para encontrar piezas de crafteo con el que conseguir salir a la superficie.

En este búnker pasaremos muchas horas de nuestra vida útil del juego, pues es donde tendremos una fuente de agua continua, una cama segura y, además, una caja fuerte donde dejar los materiales que vayamos viendo. En el exterior las cosas no son mucho mejores. Estamos en Garden’s Park, un centro poblado de plantas tóxicas, pobreza y horror mientras la gente

A nuestro alrededor, el maravilloso mundo de las plantas está sembrado de pobreza y horror, mientras nuestros vecinos adolecen medio muertos en el suelo, comiendo verdura podrida y profundamente trastornados por los efectos secundarios de la pastilla. Y nosotros sólo tenemos un propósito: volver a parecer útiles, volver a la sociedad, encontrar la forma de entrar de nuevo en la ciudad y pasar los controles que afirman que somos Downers.

Un diseño similar a Bioshock

En este early access hemos podido entender por qué la gente le encontraba cierto parecido al Bioshock. We Happy Few está lleno de colores fuertes y saturados que esconden el horror en pequeños objetos del attrezzo, cartas y pistas. El estilo retrofuturista de ambos queda claramente mostrado en esta inspiración distópica. Un aspecto a tener en cuenta es que cuando nos tomamos nuestro Joy, nuestra pastilla de la felicidad, todo a nuestro alrededor se vuelve colorido y alegre. La gente nos mira sonriente, nos encontramos mejor, no sentimos tanta hambre y… por qué no decirlo, hasta el propio personaje camina de forma animada. Sin embargo, en cuanto los efectos se van, volvemos a un mundo gris, deprimente y horrible donde todo el que pasa por nuestro nos atraviesa con una mirada de profunda depresión y asco.

El diseño de producción está conseguidísimo. Tiene varios toques que, como ya hemos dicho, recuerdan mucho a 1984 como el inmenso doctor de la película que nos recuerda que debemos tomar las pastillas si queremos ser felices y parte del mundo. Los carteles omnipresentes, el trabajo de Arthur o incluso el hecho de que el pasado sea el desencadenante del drama de la historia son exactamente iguales a lo que ocurre con Smith en la novela citada. Sin embargo, ese mundo controlado por la felicidad parece más sacado de «Un mundo feliz» de Aldous Huxley.

Tanto los escenarios como los objetos están cuidados al detalle. Los personajes tienen un acento maravillosamente británico, con un doblaje inestable y con altibajos que nos recuerdan continuamente a la tensión mental y al estrés que sufren al notar la pastilla (incluso habiéndola tomado). Al mismo tiempo, podemos encontrar notas, voces, pintadas y una mezcla continua entre el mundo exterior, poblado de plantas y felicidad, y la locura propia que parece haber corrompido a los seres humanos, incapaces de alimentarse de cosas que no estén podridas y viviendo en verdaderos estercoleros.

Hablemos de la jugabilidad del We Happy Few

Antes de nada, queremos afirmar lo realmente bien implementada que está la jugabilidad y los controles del mando en We Happy Few. El personaje no sólo responde maravillosamente a todos los controles, sin lag ni demora entre las acciones, sino que si sufre de pérdida de salud, sed o hambre, sus movimientos y su respuesta a las órdenes que le mandes se resentirán. 

We Happy Few, antes de nada, es un SURVIVAL. En cuanto lleguemos al exterior nos encontraremos con que Arthur cada poco tiempo necesita dormir para no perder la salud y la cabeza. Le atenazan la sed y la hambre, y para colmo el alimento es realmente escaso y muchas veces la única forma de conseguirlo es seguir a un pobre vagabundo desesperado como tú, estrangularle y quedarte con un zanahoria podrida. Zanahoria, que aún por encima, te provocará náuseas y resentirá tu salud, por lo que debes tomar medicinas.

Tu meta a lo largo del juego será recopilar y craftear todo tipo de objetos que te permitan sobrevivir en un entorno tan difícil. Ganchos, palos puntiagudos para defenderte o incluso vendas para que la sangre no manche el bonito traje que te has hecho y con el que pretendes mostrar lo feliz que eres. 

Si no has jugado nunca a un survival, en un primer momento te encontrarás más que estresado por el hecho de que tú ibas en busca de una estupenda historia, tal y como se te prometió, y sin embargo te encuentras con que cada poco tiempo tienes sueño, hambre, sed y responsabilidades. «Así no hay forma de evadirse de la realidad jugando». Y no, es que el We Happy Few no es un juego sencillo ni que te dé demasiada cancha a la hora de explorar durante horas ignorando la biología de nuestro personaje. De hecho, al comienzo del juego puedes indicar si quieres que Arthur muera definitivamente si llega a morir en partida (obligándote a empezar el juego otra vez) y si quieres que la ausencia de recursos de alimento y bebida puedan provocar su muerte (¿por qué te dan a elegir? ¿no estropea un poco el juego?).

El medidor de necesidades del We Happy Few, además de agobiarnos continuamente con sus demandas, sigue una lógica, y la sed se vacía mucho más rápido que el hambre. Además, te obligará a plantearte tu ética continuamente, ya que el resto de Downers y vagabundos te pedirán esa zanahoria podrida que tienes para sobrevivir o unas vendas. En un mundo en el que es TAN difícil conseguir mantenerse vivo, ya mucho menos cumplir misiones secundarias, te plantearás a menudo qué ganas tú dándole a esos personajillos los recursos que con tanto esfuerzo te costó adquirir.

Cuenta con misiones secundarias de otros Downers, locos como cabras, en los que tendrás que recolectar algún material, buscar un osito de peluche y, en general, hacer de recadero en un mundo amplio y extenso que a menudo no te da tiempo a recorrer porque… sí, lo habéis averiguado, te entra el sueño. No a nosotros como jugadores, sino a Arthur.

Una de las cosas más inteligentes del juego es que te hacen ver la importancia de tus decisiones obligándote a pulsar durante un segundo o un segundo y medio en la tecla de acción para que tengas tiempo de arrepentirte y echar el pulgar atrás. 

Si algo podemos criticarle es el menú que es muy poco intuitivo.  Cuesta diferenciar en el inventario un objeto de otro debido al horrible filtro azul que les aplica y que en nada ayuda a la jugabilidad.

Sin embargo, al ser procedural, We Happy Few tiene unas posibilidades inmensas. Cada vez que tomas una decisión, disparas un mundo de posibilidades completamente diferente. De momento, el early access no cuenta con las historias de los tres personajes principales y a menudo nos encontraremos con pequeños defectos de lógica que sin duda estarán solventados en cuanto salga la versión oficial. Os recomendamos esperar a su lanzamiento y haceros con él si sois amantes de los survival. Porque con el We Happy Few, ¡la felicidad está asegurada!

 

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