Alejandro Martínez

Alejandro Martínez

Hubo un tiempo en que los antiguos soldados de la vieja escuela vagábamos sin rumbo entre los diferentes campos de batalla con el único objetivo de sobrevivir un día más, conscientes, que el único factor que separaba a camaradas de enemigos, era una mera cuestión de suerte. Así, nos curtimos en miles de batallas y en todas ellas aprendíamos algo nuevo incluso, cuando mirábamos las caras de terror que algunos cadáveres, postrados de cualquier manera, nos indicaban todo lo que habían perdido y lo que les hubiera gustado haber hecho si hubieran sobrevivido. Yo también soy uno de esos soldados, en particular el de un ejército que otrora fue uno de las más grandes, poderosos y por qué no decirlo, temible de la industria del videojuego. Sí, fui y sigo siendo un soldado del ejército imperial de SEGA, de hecho, todavía guardo con mucho orgullo, el informe azul y las condecoraciones. Todavía tengo grabada a fuego en mi memoria, todas y cada una de las barbaries que he visto o incluso he llegado a protagonizar en todas esas cruentas batallas, pero no tenía elección, sabía que cada soldado que cayese dejaba atrás a una familia pero también sabía que era absolutamente necesario para seguir con vida, de hecho, este mundillo es en realidad una encarnizada, constante y sangrienta guerra. Pero estoy aquí, y puedo contarlo, nadie puede reprocharme nada, soy un sobreviviente y por supuesto, pienso seguir dando guerra por mucho tiempo, al fin y al cabo, aunque los camaradas y los enemigos cambien, hay algo que nunca cambiará, y ese algo son los colores de la tierra que me vio nacer, ese azul intenso lleno de loopings que me lo ha dado todo y al que obviamente, se lo debo todo. Así que, seguiré jurando a mi gloriosa bandera AZUL mientras me quede un hálito de vida, seguiré luchando en otros mil campos de batalla más si hace falta y sobre todo, seguiré luciendo ese brillante uniforme azul que me lo ha dado todo y del que me siento muy orgulloso hasta el fin de mis días. Lo único que lamentaré si algún día, en alguno de esos campos de muerte dejo este mundo, será teñir mi amado uniforme azul de rojo.