Burial at Sea Episodio 2 – Análisis PS3

Burial at Sea se antojaba como un DLC que aportaría un matiz interesante a la estética de Bioshock Infinite, rompiendo un poco sus esquemas y con unas ideas que se limitarían a lo puramente fan service. Y así fue el episodio 1: un DLC notable que, criticado por su corta duración y su naturaleza demasiado remarcada de «add-on» (es casi totalmente independiente del hilo argumental real de Infinite, y más que lo relativo al cambio de escenario no aportaba mucho al plano jugable), llegó en noviembre y nos dejó con un gustillo agridulce: tenía recursos para pasar a la historia de los DLCs pero sus limitaciones lo impedían. Era, y no vamos a prolongar esta gigantesca redundancia, un producto sola y únicamente disfrutable por fans de los dos primeros Bioshock: es decir, fans de Rapture.

Pero Irrational anunció (muy a pesar de una comunidad de aficionados que trató a toda costa de impedirlo) su cierre hace poco más de un mes. Y el segundo episodio de Burial at Sea no había siquiera salido a la venta. Esta expansión, para los Leviners se transformaría, de la noche a la mañana, de un simple DLC a algo mucho más grande: el último producto de la saga Bioshock desarrollado por su empresa creadora. El creativo neoyorquino sabía de antemano el reto al que se encontraba, y no dudó en ponerse a trabajar duro en su última historia ambientada en Rapture para dar a los usuarios el cierre que toda un trilogía se merece. Y nos encontramos ante una incongruencia, porque es cierto que el ep.1 solo sería disfrutado por fans, pero a su vez este ep.2 es una obra maestra que, mirando a su verdadero valor,  se antoja a algo mucho más grande que un simple DLC. Contemplad la última travesía de Ken Levine por sus dos utopías. En la piel de Elizabeth, por primera vez, veamos que nos espera en este DLC.

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Irrational puede haber acabado, pero Bioshock no. Todos sabemos que 2K no va a dejar de lado una de las franquicias mejor valoradas de los últimos diez años. Aún así, Ken Levine, bendito Ken Levine, no ha querido arriesgarse y ha hecho de Burial at Sea ep.2 no solo un colosal auto-homenaje al trabajo que lo alzó a la fama, sino el cierre, el encuentro, de esos cientos, miles de grandes y pequeños detalles que a lo largo de sus dos grandes obras (la segunda parte no es de Irrational) ha ido dejando abiertos. De un modo u otro, podemos decir que Levine ha planeado meticulosamente sus pasos a seguir como director, y como guionista, para que el que venga después de él no juguetee con los párrafos de su guión; y para que se lo piense dos veces antes de hacer cualquier FPS con el logotipo al que tantos jugadores rinden pleitesía. Ha cerrado su Bioshock personal.

Y como cierre, presenta una carga argumental simplemente bestial, que ya empezó a dejarse ver con el final del primer episodio. Levine construye una historia auto-conclusiva que se hace imprescindible para cualquier seguidor de la saga, y altamente recomendable para todo el que alguna vez la haya jugado. En el primer episodio, por ejemplo, no tuve la sensación que tuve a lo largo de Infinite. Sí, esa que te obligaba a centrar tus cinco sentidos en el juego, y que nos hacía pensar que si perdíamos levemente el hilo, tendríamos que borrar y empezar de nuevo. Y con este episodio vuelve. De un «Booker y Elizabeth van Rapture porque el final de Infinite lo hace lógico y les gustará a los fans» a un DLC en que Bioshock 1 e Infinite confluyen hasta el punto de complementarse, de hacerse un todo y, vaya que sí, la unión de las corrientes de dos ríos que parecían circular en sentidos completamente opuestos. Una armonía que parecía planeada de desde el comienzo del desarrollo de aquel FPS utópico que se anunció en 2006, y que, ya en el final de Infinite, nos dejaba entrever que realmente existía una fuerte unión entre ambos mundos.

Se trata, por decirlo de un modo directo, el final DE LOS FANS. El que Levine ha dedicado a todos aquellos que teníamos sed de más, de un último suspiro de Irrational antes de su fatídico cierre. Porque, no nos engañemos, la trilogía acabó donde acabó Infinite. No por su indiscutible calidad narrativa este episodio 2 deja de ser una expansión. Una expansión, eso sí, altísimamente recomendable para todos los aficionados de la franquicia. De este modo, Burial at Sea responde perfectamente a lo que tiene que ser un DLC: un añadido independiente a un producto, no de compra necesariamente obligatoria, pero que a su vez recompensa a los que le dan una oportunidad.

Indefensos ante el peligro

Respecto al plano jugable, se incluye una novedad más que significativa: el sigilo. Elizabeth tendrá muchísimas cualidades positivas, pero sin duda el combate no es lo suyo. Por eso, se nos impone un nuevo y sorprendente añadido a la fórmula Bioshock. Este cambio se deja ver con gran claridad a lo largo de nuestra partida, porque la lucha cara a cara es lo último que desearemos (la escasez de munición de armas de fuego, la resistencia de los enemigos y la debilidad ante los golpes de nuestro personaje dan buena cuenta de ello). Como ayuda dispondremos de un nuevo aliado: la ballesta. Con sus dardos tranquilizantes (que debemos economizar ya que escasean mucho, así como el dinero para comprarlos) dejaremos a los enemigos inconscientes al instante. Así mismo, podremos pillarlos desapercibidos y asestarles un buen golpe de gracia con el Skyhook en la cabeza (eso sí, teniendo mucho cuidado con sus medidores de detección, otra interesante novedad). La sensación de encontrarnos indefensos y solos en un lugar tan hostil y desalmado devuelve a la saga esos tintes de terror que en 2007 nos regaló Levine con la primera entrega. A todo esto se suma otra interesante novedad, y es que por primera vez en la saga no podremos resucitar. Por motivos ligados al guión, cada vez que muramos tendremos que repetir todo el proceso desde el último checkpoint, algo que contribuye a elevar la nada despreciable dificultad del contenido.

Los escenarios también se han adaptado a esta nueva visión jugable: estos son incluso más abiertos de lo que eran antes, y orientados a un carácter más tranquilo y menos frenético, premiando la exploración y la planificación de nuestros movimientos. Visitaremos una amplia variedad de lugares, como siempre, genialmente diseñados, y sin duda nos llevaremos más de una sorpresa.

A nivel gráfico, las versiones de consolas no han visto solucionados sus graves problemas. Mientras que en PC gozaremos de una calidad sin igual, en PS3 y Xbox 360 seremos testigos de un nivel irregular, que sobresale en algunos aspectos (sombras dinámicas, 30 FPS sin caídas, iluminación excelente) y decepciona en otros (sobre todo la pésima calidad de algunas texturas). Son problemas que se mantienen desde Infinite, y que hacen más palpable una debilidad que llevaba notándose en los últimos años de la ya pasada generación.

Para nuestra desgracia, este segundo episodio no viene doblado al español como ya ocurrió en el episodio 1. Algo sin duda decepcionante ya que, si bien la versión original es más que sobresaliente, igualmente genial fue el doblaje que trajo Infinite. Nos tendremos que conformar con unos subtítulos que no siempre funcionan, y esto viene a raíz de que, en el caso de las grabaciones, estas no vienen subtituladas por alguna extraña razón. Cada vez que nos hagamos con una, tendremos que pulsar el botón SELECT y acceder a un menú donde dispondremos del texto transcrito. Un procedimiento que se hace ridículo, y un descuido que causará mareos a más de uno.

Conclusión

El Bioshock tal y como lo concibió Levine acaba con Burial at Sea episodio 2. Y lo hace por todo lo alto. Estamos ante un DLC que ningún aficionado de la saga debería perderse, inmensamente superior en calidad y contenido a un primer episodio que se antojaba agridulce. A lo largo de las más de ocho horas de recorrido que nos esperan, viviremos el desenlace de una de las sagas más importantes de la generación que se nos va. Una despedida que nos deja con la boca abierta de principio a fin (como Levine nos tiene acostumbrados, al fin y al cabo). Y es que, incluso dejando a un lado la gran carga narrativa del descargable, Burial at Sea aporta una gran cantidad de novedades al plano jugable que no hacen sino justificar con más motivos su adquisición. Estamos ante un DLC hecho y derecho, que vale sus 15€ (a pesar de sus pegas, como la falta de doblaje al castellano y las debilidades gráficas en las versiones de consolas) y que sin duda está hecho mirando a una comunidad de fans que despide a Irrational con lágrimas en los ojos (y no es para menos).

NOTA: 94

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