CRÍTICA: Lazos de Sangre

Guillaume Canet sorprendía a propios extraños cuando detrás de esa pícara sonrisa y simpática presencia como actor, descubrimos que se escondía un más que correcto director con las ideas claras. En España su anterior película, Pequeñas Mentiras Sin Importancia, en la que Canet ofrecía una reflexión dramática con puntos cómicos sobre las relaciones personales entre amigos y familiares, consiguió el beneplácito de la crítica y de un público que salía sorprendido y convencido. En esta ocasión con la ayuda en el guión de James Gray (La Noche es Nuestra), el que parece ser la esperanza del cine negro y de mafia estadounidense, el director francés salta el océano y vuelve al thriller que tantos buenos resultados le dio con su segunda y mejor película hasta la fecha No se lo Digas a Nadie. Para ello dirige el remake estadounidense de Rivales, una cinta francesa que él mismo protagonizó en 2008.

Lazos de Sangre, con el título internacional Blood Ties, nos cuenta la historia de Chris y Frank, dos hermanos cuyo camino se separó en el momento en que el primero decidió dedicarse a negocios fuera de la ley, mientras que el segundo decidió convertirse en policía. Tras su último arresto, cuando Chris sale dela cárcel, Frank le da otra oportunidad, le consigue un trabajo y se ofrece a dejarle una habitación en su casa a pesar de que sabe que eso ocasionará roces. Chris, sin embargo pronto volverá a ser atraído por los negocios y robatorios ilegales, lo que pondrá a Frank en una situación incómoda.

A lo largo de la película no falta una banda sonora pegadiza y llena de grandes canciones así como los conflictos familiares, temas que han caracterizado las películas de Canet; sin embargo, Blood Ties no posee nada que no tuvieran las múltiples películas que han tratado el conflicto de dos hermanos enfrentados por su posición ante la ley. A pesar de que su guión no tiene errores de coherencia, a los protagonistas construidos a base de estereotipos les falta personalidad y a la trama frescura y originalidad. Sin contar a los actores protagonistas, si nos hubieran dicho que es un film de hace 15 años nos lo podríamos creer sin problema, de la misma manera que de aquí diez años saldrá una obra parecida a este. También es verdad que esto le puede servir como arma de doble filo. Decepcionará a los que entren a la sala en busca de una obra acorde con las expectativas generadas por las buenas películas anteriores de Canet y el rimbombante reparto lleno de estrellas estadounidenses y europeas; pero por otro lado puede satisfacer a ese público que busca en Blood Ties un producto conocido que no sorprenda ni para bien ni para mal.

Al film le falta nervio y personalidad, algo que ni siquiera los nombres de Clive Owen, Marion Cotillard, Billy Cudrup, James Caan, Zoe Saldana y Mila Kunis pueden esconder. Aun así Clive Owen y Billy Cudrup, encargados de interpretar a Chris y Frank respectivamente hacen un buen trabajo, aunque hay que reconocer que el protagonistas de Hijos de los Hombres tiene en esta ocasión el personaje más atractivo. Caan por su parte aporta tablas y sobriedad ante la pantalla. Y por último Cotillard, Saldana y Kunis cumplen con su papel a pesar de tener unos personajes poco aprovechados y desdibujados cuya única función es que tengan la única función de añadirle aparente complejidad a la historia con subtramas que podrían haber estado mejor desarrolladas.

Conclusión

Lazos de Sangre es una película que se queda en tierra de nadie. No emociona ni sorprende, pero está correctamente ejecutada. Aun así es un paso atrás para Guillaume Canet en su faceta como director quien no consigue sacar todo el provecho de un reparto internacional, ni aportar su granito de arena en el subgénero de familias enfrentadas por la ley.

NOTA 5

Salir de la versión móvil